Capitulo 35

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Lily

Entraba por el turno de mañana.

Llevaba recogido, hecho una coleta, con unos vaqueros cortos y una camiseta de tirantes blancas.

Hacía bastante calor, esto parecía realmente verano y eso que aún estábamos en primavera.

Bruce me dijo que me podía vestir como quiera, que no le importaba.

Menos mal que no me pide que enseñe escote o cosas por el estilo.

Trabajaba más agobiada de lo normal, y no era mi primera vez si no por la calor y encima no paraba de venir gente.

En todos los bar de copas, bar, o restaurantes tenían un mini escenario menos las cafeterías.

Ahora había dos hombres tocando la armónica, cantando a gritos pelados como si fuera un festín.

No paraban de cantar y de cantar y de cantar.

La cabeza me iba a estallar.

Iba hacia la mesa que aún no había atendido y sin mirar al cliente aún a la cara sacaba la pequeña libreta.

—¿Que desea?—Pregunté.—

—Hola, Lily.—

Miraba de repente al cliente y era el hijo del alcalde.

—Hola.—

El hijo del alcalde iba acompañado de un amigo suyo.

Él se me quedaba mirando.

—Ahora entiendo por qué Bruce no estaba está mañana,
¿Tú ocupas las mañanas?—

—Si, ¿Por?—

—Yo trabajo aquí también, pero por las noches.—

—Anda, que bien, ¿no?—Dije lo primero que se me vino en la mente.—

—Pues si.—

—¿Que vais a querer?—

—Mi colega quiere ron con miel, y yo quiero vodka.—

Estaba apuntando mordiéndome la lengua, y les mire.

—Ahora mismo está aquí las bebidas.—

Iba andando hacia la barra para preparar lo pedido.

¿El hijo del alcalde trabajando en un bar?

¿Y eso por que?

No le hacia falta trabajar cuando su padre es rico.

Llevaba la bandeja con lo pedido e iba hacia la mesa.

Le daba cada uno lo suyo y agarraba la bandeja.

—Que disfrutéis.—

Me retiraba para atender a otros clientes.

Durante todo el rato que estuvo el hijo de Rick me sentía incómoda.

No paraba de mirarme.

Me estaba poniendo realmente nerviosa.

Lavaba los vasos mientras tanto queriendo actuar distraída, y note una mano en mi espalda.

Me sobresalté, y miré a mi derecha viendo que era Bruce.

—Ya te puedes ir jovencita.—

—No, no se preocupe, terminaré esto.—

—Venga, venga.—

Bruce me echaba de la barra, reí negando pero le hice caso.

Me despedía de Bruce hasta mañana y salía chocandome con una persona.

No me presionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora