Capítulo 3O

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Estaba notando que el brazo de Sam rodaba mi cuerpo estando dormido.

Abría mis ojos poco a poco observado la escena.

Me sentí frustrada por que no recordé que durmiera junto a mi, solo recordé que me tumbé en la cama y que Sam se quedó mirando la tele.

Me giraba despacio para no despertar a Sam y observaba como dormía.

Es tan guapo.

Tan sexy.

Que le despertaría a besos pero no quería despertarle por si acaso.

Me quedaría mirándole un ratito.

Cada día que pasaba con Sam, mis sentimientos por el se está agrandando, y no me asustaba, pero me asustaba lo que me podia estar ocultando.

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Sam me despertaba tocándome el hombro y abría mis ojos bruscamente.

Me tapaba mi rostro pues, el sol estaba de pleno por la ventana del coche y parecía que Sam había parado.

Miré a Sam, adormilada.

—¿Que pasa?—

—Hemos llegado a Texas, ya estamos.—

Abría más mis ojos, y mire por la ventana.

Estábamos en su pueblo, esto parecía un pueblo del oeste.

Volvía a mirar a Sam.

—¿Cuanto has llevado conduciendo?—

—Cuatro horas, acelere más el coche.—

—¿Y que horas... son?—

—Las cuatro de la tarde.—

— Vaya, me quedé totalmente dormida por lo que veo.—

—Si, no quise molestar.—

Negué.

—Voy aparcar esto.—

Sam miraba inseguro de donde hacerlo exactamente.

Adentraba su coche hacia al pueblo y la gente parecía mirarnos con mucha atención.

Un hombre se acercó al coche de Sam y Sam se asomó por la puerta.

Le indicaba donde podía aparcar el coche.

Sam le agradeció, y prosiguió conduciendo.

En el fondo del pueblo, a la derecha, había también varios coches pero no tantos como en el pueblo de Kansas.

Cuando había aparcado finalmente, bajábamos del coche a la vez y me ponía mi mano sobre mi rostro.

Aquí el sol era matador.

—Que calor y solo estamos en Abril.—Dije quejándome por ello y mire a Sam con mi ojos entrecerrados.—

—Aqui en Texas hace mucha calor casi siempre, ahora perfectamente, hace treinta grados.—

Sam comenzaba andar adentrándose al pueblo e iba tras de él. 

El pueblo parecía verdaderamente una película del oeste.

Casas antiguas, y con porches.

Locales con puertas de maderas.

El suelo estaba compuesta de alquitrán y arena fina.

Aquí no había ni aceras, ni paso de peatones, ni nada de la ciudad.

Esto verdaderamente era un pueblo.

No me presionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora