Capítulo 13

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–¡André, suéltame! –insistió Alessandra con tono severo, pero una risita se escapó de su boca– estoy hablando en serio ¡suéltame!

–Sí, muy en serio –André entrecerró los ojos divertido y la abrazó aún más– ¿qué dijiste? ¿Qué no te suelte?

–¡André! –Alessandra se removió entre sus brazos y se sonrojó–. Los niños nos están mirando –insistió.

–¿Crees que sean capaces de matarme? –André simuló estar preocupado–. Se ve que te quieren mucho.

–¡Cómo si tú no les encantaras! –rió Alessandra–; pero ya, déjame ir.

André aflojó un poco los brazos, pero antes de que Alessandra hiciera dos movimientos que la dejarían en libertad, la atrapó firmemente.

–¿Qué haces? –Alessandra frunció el ceño–. Ya no es divertido.

–Lo es para mí –replicó con una sonrisa.

–¡André! –se quejó, agitando su cabello rubio contra su rostro. Él la soltó– ¡Gracias!

–No fue justo, pero bien, te dejo –él se cruzó de brazos– ¿y ahora qué hacemos? ¡Estoy aburrido!

–¿Por qué no vas a sentarte ahí y te pones a dibujar? –sugirió con una sonrisita.

–¡Porque no tengo seis años! –André bufó.

–En momentos así, no estoy tan segura –se burló Alessandra.

–¿Sabes lo que quiero hacer? –André se acercó hacia ella–. Besarte –le susurró en el oído– pero no lo haré, claro.

Alessandra soltó el aire que había contenido. No sabía por qué, pero volvió a reír.

–No seas tontito –le golpeó levemente el brazo–. Vengan niños, hora de comer –dijo y se alejó de él. André se quedó parado, mirándola alejarse. No había sido una broma, a pesar de lo que Alessandra parecía pensar. Él quería besarla. Él la besaría, no esperaría más. Estaba cansado de esperar.

–Alessandra, lo lamento –André se acercó por detrás. Ella lo miró brevemente y le sonrió– ¿está bien, entonces?

–Claro que sí, ven ayúdame –pidió y empezaron a entregar una bebida a cada niño– ¿debes irte temprano hoy?

–No, me tendrás para ti toda la tarde –ofreció con una sonrisa amplia.

–¡Ay, que afortunada soy! –exclamó Alessandra divertida– ¿verdad?

–No te imaginas cuanto –André usó un tono serio– ¿tienes idea la cantidad de mujeres que amarían estar en tu lugar?

–¿De verdad? ¡No lo había notado! ¿Cómo es que llegué a ser tan afortunada?

–Porque eres encantadora, por supuesto –André dejó el tono de broma y sonrió– me encantas, Alessandra.

–¿Estás coqueteando conmigo? –entrecerró los ojos y sonrió–. Es lindo.

–¿Lindo? –André protestó, incrédulo–. Realmente, no me gusta que me trates como un niño –entregó la última bebida y se alejó.

Alessandra puso en blanco los ojos y empezó a caminar hacia el lado contrario al que tomó André; hasta que se dio cuenta que era una actitud totalmente infantil y no característica de ella, por tanto, inspiró hondo y lo siguió. Tampoco quería ofenderlo, él había sido de gran ayuda y...

–André, espera... –lo tomó del brazo. Él continuaba dándole la espalda– ¿por qué estás molesto? ¡André!

–¿Qué pasa? –él clavó sus ojos grises en ella–. No estoy molesto.

–Claro que lo estás –Alessandra sonrió levemente– lo estás.

–No lo estoy –André le pasó una mano por la frente, quitándole el acostumbrado mechón de cabello rubio que siempre escapaba cuando se lo recogía–. Estoy...

–¿Furioso? –preguntó Alessandra y él negó, sonriendo– ¿divertido? –nuevamente negó– ¿confundido?

–No –André rió brevemente–. Estoy arrepentido.

–¿Arrepentido? –Alessandra pensó que nunca habría acertado eso– ¿por qué?

–¿Recuerdas que te dije que lo sentía? –preguntó.

–Sí, cuando estábamos... –lo miró– ¿qué tiene que ver eso?

–Es que... realmente lo siento –repitió y Alessandra entrecerró los ojos.

–¿Está bien? –exclamó dudosa– ¿qué es lo que sientes?

–No haberte besado, por supuesto –contestó André y rápidamente la tomó entre sus brazos. Se acercó a ella y la besó. Profunda y apasionadamente, esto era lo que había estado esperando, sin duda alguna.

La sorpresa del momento dejó a Alessandra a merced del beso de André. En un inicio, se quedó quieta, como si su mente no entendiera lo que estaba pasando y su cuerpo tampoco, aunque la reacción del último fue mucho más pronta. Le pasó los brazos por el cuello y le correspondió, sin entender del todo aquella electricidad que de pronto parecía recorrerla completamente.

Es decir, a ella no le gustaba André. Bien, le gustaba pero no así. Era guapo, sí, pero no era para ella. Él era un amigo y...

Bueno, quizás ahí terminaba su amistad. Y, en ese instante, no le importó demasiado. Ni lo que no debía sentir, ni el peligro que suponía para su corazón ni la camaradería que habían empezado a compartir. No, en ese instante, solo existían los dos, un hombre y una mujer, que se atraían. Totalmente.

Si no fuera por el lugar...

Alessandra reunió fuerzas y lo empujó. André se sorprendió por su tardía reacción y esperó que lo golpeara. Estaba seguro que es lo que ella haría.

–No... –Alessandra pronunció con un hilo de voz– no lo hagas más.

–Bueno, yo... –André clavó sus ojos grises en ella– yo solo...

–André...–Alessandra soltó despacio, sin aliento– ¿por qué tenías que hacerlo?

Ni siquiera le dio tiempo de responder, antes de sentirla nuevamente en sus brazos. André la miró con sorpresa y volvieron a besarse. Esto no podía ir mejor.

Se despidieron con un beso en los labios, que André pretendió prolongar pero Alessandra no lo permitió. Él dibujó una mueca y ella sonrió, divertida.

–Adiós, André –su tono denotaba lo mucho que disfrutaba provocarlo y él puso en blanco los ojos–. No te enfades.

–No estoy enfadado –pronunció André, cruzando sus brazos–. ¡Alessandra!

–Adiós –repitió ella y continuó caminando. André giró, exasperado y se dirigió hacia su auto– ¿pero qué...? –sintió una mano levemente en su brazo.

–Adiós –repitió Alessandra en voz baja y lo besó rápidamente. Esta vez, André no la dejó ir y la sostuvo con firmeza contra él para besarla intensamente.

–Esto sí es un adiós –murmuró contra sus labios André y se separó con una sonrisa. Alessandra negó censuradora, aunque una sonrisa asomó a la comisura de sus labios.

–Adiós –susurró, pero no se separó de él. André volvió a atrapar sus labios. Podría acostumbrarse a estas despedidas.

Casi amor (Italia #11)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora