André sonreía pero lo podía sentir. No era real. Y él no parecía en absoluto feliz por la idea... ni por cualquier manifestación que viniera de nadie, especialmente de ella. Puso en blanco los ojos y cruzó los brazos. André entrecerró los ojos por un instante y de inmediato recuperó su sonrisa. Ese amago de sonrisa que ella empezaba a odiar. Nada bueno podía venir de eso.
–¿Qué sucede, cariño? –André la abrazó y ella suspiró– ¿no fue tu idea venir?
–No, no lo fue. Estaba invitada –contestó Alessandra tensa– y no sé por qué te ha molestado tanto.
–No estoy molesto –él se separó y se puso frente a ella– ¿por qué piensas que estoy molesto? –su tono sarcástico le provocó otra oleada de rabia a Alessandra.
–Porque es bastante evidente. Estás siendo totalmente grosero y tú solo eres así cuando ha sucedido algo... grave.
–No ha sucedido nada –André cruzó los brazos también– ¿por qué crees que...?
–Deja de responderme con una pregunta, André. Te conozco.
–No tanto... –él esbozó esa sonrisa de nuevo– ¿qué es lo que te sucede, nena?
–¿Ya lo notaste? –Alessandra trató de mantener su genio a raya–. ¿Nena? ¿Cuánto tiempo hace que no me llamas así? ¡Sabes que lo detesto!
–Quizá te lo merezcas –André siseó. Alessandra estaba sorprendida–. Te lo repito, tú fuiste quien quiso venir a la boda.
–¡Porque tú me dijiste que no te molestaba! –señaló un poco fuerte y se giró, saliendo al jardín, para evitar llamar más la atención.
–¿Cómo podría decirte que me molestaba si no lo hace? ¡No me molesta!
–Entonces, ¿cuál es tu maldito problema, André? –estalló Alessandra y lo confrontó con sus ojos azules refulgentes de rabia–. ¿Cuál? ¿No le agrado a tu familia? ¿A tus amigos? ¿Acaso nunca has venido acompañado de nadie más? –André hizo una mueca–. ¿Es que es tan malo que finalmente te vean en una relación?
En cuanto terminó, Alessandra supo que había dado en el clavo. André jamás había tenido una novia... al menos ninguna formal, ni siquiera informal imaginaba, nada con ese "título" y mucho menos que compartiera con su familia.
Pero no lo entendía. Eso había sido antes... él ya no era el mismo que antes, había crecido y madurado. André no era... André no podía...
–Tú... –Alessandra se sentía incrédula. Cada fibra de su ser se negaba a la realidad que parecía tan patente. No podía haberse equivocado tanto, ¿verdad?–. André, tú... –de pronto, como si apenas despertara de un extraordinario letargo, lo empezó a ver todo con claridad. Él jamás había dicho que la amaba, jamás siquiera le había pedido que fuera su novia o al menos no con las palabras que uno esperaría. Ni siquiera había prometido que sería la única de alguna manera indudable lo que llevaba a que...–. André... ¿estás con alguien más?
Silencio. Una respuesta, o falta de respuesta, totalmente errónea.
–No... –una palabra dicha con seguridad. Alessandra elevó su mirada–. No –repitió.
–No... –ella cerró sus ojos con fuerza–. Lo pondré más... claro. ¿Me has engañado?
–Alessandra, yo... –André le tomó de los hombros. Ella se sacudió–. Déjame que te explique lo que pasó...
–¡No! ¿Me has engañado, André? ¿Cuántas veces? ¿Por qué lo hiciste? ¡Tú prometiste que habías cambiado y que me querías!
–Yo... –André dejó salir el aire despacio. Esto no iba a sonar nada bien–. Te mentí. Alessandra, yo no cambié –sus ojos azules llenos de dolor se clavaron en él–. Yo nunca cambié. Lo intenté... créeme, tú eres... yo pensé qué contigo... –él se pasó una mano por el cabello– pensé que podría pero no ha sido así... lo siento.
–¿Lo sientes? ¡André, pudiste decírmelo! –Alessandra sentía sus ojos llenos de lágrimas contenidas–. ¿Por qué mentirías? ¿Era necesario?
– Sí. Te quería a mi lado. Y tú...
–Y yo fui una tonta por creerte. ¡Cómo no lo vi! –ella rió secamente–. En verdad ¿cómo? ¡Todos trataron de advertirme! Pero claro, pensé que tú... ¡qué idiota fui! Tú nunca valiste la pena... ni antes ni durante este tiempo...
–Alessandra, si tan solo...
–¿Hace cuánto, André? ¿O fue todo el tiempo?
–¿Qué diferencia haría? Si te contesto... ¿te dolería menos?
–No –Alessandra negó derrotada–. Solo quiero irme.
André la siguió en silencio. Ella se detuvo y giró.
–Sola –aclaró– y, te lo digo claramente André Ferraz, quiero hacer de cuenta que no exististe en mi vida. No quiero volver a verte. No quiero saber más de ti. Olvida que me conociste.
–Alessandra, no quise dañarte, pero no puedo cambiar. ¡Yo soy así!
–¡Yo nunca te pedí que cambiaras! Nunca lo hice... ¿o sí?
–Jamás me habrías aceptado si no hubiera pretendido que...
–Exacto. Todo fue un juego para ti, una mentira. Yo te amaba André –confesó, con intenso dolor inundando cada palabra– en verdad te amaba, así de tonta fui.
–No digas eso –André abrió la boca con sorpresa–. ¿Amor? ¡Alessandra, yo nunca dije que te amaba! –ella se alejó. Él la siguió–. Realmente, pensé que entendías que lo que teníamos era...
–¿Qué? ¿Un juego? ¿Te divertías? –Alessandra se giró hacia él– ¿por qué conmigo? ¡Te pedí que fueras sincero, André! Una sola cosa y tú no pudiste hacerla. Todo el tiempo, simplemente jugabas conmigo...
–Yo pensé que lo entendías. Pensé que... –ya ni siquiera sabía que había pensado. Estaba confundido también y se sentía como un completo estúpido. ¿Podía, deliberadamente, haber jugado con Alessandra sin que ella pretendiera eso?–. Lo siento, de verdad no quise que pasara esto.
–Lo sientes... –pronunció Alessandra con incredulidad–. Déjame ir, ahora.
–Alessandra... –él alargó la mano y le tomó del brazo– no me dejes –pidió y eso le sorprendió a sí mismo.
–Simplemente es demasiado para mí. Tú no madurarás, nunca lo harás. Y yo, ya me cansé de intentar creer que lo harás. No más.
–Yo... –André sabía que debía dejarla ir. Era lo menos que podía hacer después de cómo se había comportado con ella. No lo merecía–. Yo no te merezco.
–Al menos, en algo, estamos de acuerdo –Alessandra soltó con tono altivo. Elevó su barbilla y le dirigió una última mirada, que André no pudo precisar que contenía. Y se alejó. Él no la detuvo. Por una vez, no iba a insistir en algo que sabía imposible.
**Fin de la primera parte**
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Casi amor (Italia #11)
RomantizmAndré Ferraz no creía en el amor. Lo había visto de cerca, en su familia abundaban ejemplos, pero no estaba interesado en algo así. Él se divertía y era completamente feliz sin ataduras. Nadie se le ha resistido... hasta ahora. Encuentra en Alessan...