Alessandra quería comprender qué la había poseído cuando pensó que sería una buena idea cenar con Alex Lucerni y Danaé Ferraz. Sin duda, no lo había pensado en lo absoluto, porque lo único que vio fue la oportunidad de no estar a solas con André después del emotivo momento compartido en la Mansión Ferraz. Ahora, tenía un gran problema.
Sabía que lo mejor sería hablar con alguien, pero después de la última conversación con Emma, no quería ver a su mejor amiga en varios días... meses de ser posible. ¡¿Cómo podía pensarlo siquiera?! Lo había dicho con tanta tranquilidad, como si estuviera hablando de algo cotidiano.
"Estás enamorada de André. ¿Más té, Alessandra?" –y aquella pacífica mirada que le dirigió fue suficiente como para querer estrangularla. Claro, si hubiera podido quitarse el peso de las palabras de Emma, que no le permitían moverse. ¿Enamorada? ¿De nuevo? ¿De... él? ¡Tenía que ser una broma!
Esas cosas no pasaban. No... pasaban. Y, sin embargo, era cierto. Era lo suficientemente madura como para reconocer que lo que había sentido cuando Camille se acercó a André fueron celos. Todo lo que había hecho o dicho, había sido movido por la punzante sensación de ver a aquella mujer que clavaba sus enormes ojos celestes en André con adoración... Solo recordarlo y le daban ganas de matar a alguien. Sí, definitivamente, celos. Sin embargo, eso no era lo importante. No. Lo realmente relevante era... ¿por qué?
Y, volvían las palabras de Emma a su mente. Lo que seguía sin tener sentido porque ella, definitivamente NO amaba a André. Simplemente, porque no tenía sentido. Era imposible. Era... absurdo. Y todo lo que hacía siempre tenía una razón de ser, era dictado por su mente. Excepto por supuesto, cuando decidió salir con uno de los mujeriegos más connotados, porque no pasaría nada ya que ella no caería en sus juegos, y se había enamorado. André... aunque eso era pasado.
Ahora no era una joven impulsiva. Era una mujer adulta, que había sido herida y había sufrido la pérdida del amor. Quería pensar que había cambiado, que de alguna manera, eso haría que lo que estaba haciendo tuviera sentido... pero no. Suponía que no. Después de todo, quizá sí sentía algo por André. No amor. Solo algo parecido... casi amor, pero no exactamente amor.
Sacudió la cabeza con fuerza, intentando despejar los pensamientos que frecuentemente hacían que perdiera la concentración y no podía permitirse un descuido. Volvió la vista a la historia clínica que tenía entre manos y se fue al consultorio, a esperar a su próximo paciente.
***
–Esto es una locura –susurró Alessandra, entrando al restaurante seguida por André. Se sorprendió al escuchar su voz.
–No podría estar más de acuerdo –murmuró André y fueron hasta la mesa en que Alex y Danaé los esperaban ya.
–¡Hermanito! –Danaé lo saludó con un beso en la mejilla y una gran sonrisa–. Hola, Alessandra –se volvió hacia la incómoda mujer rubia.
–Hermanita –André le correspondió el saludo y giró hacia Alex– Alex.
–André, qué gusto verlos –Alex clavó sus ojos azules clarísimos en Alessandra–. Hola, Alessandra, ¿cómo estás?
–Hola, Danaé, Alex –los miró alternativamente, sus ojos azules se notaban inquietos– estoy muy contenta de verlos –se sentó en la silla que André separó para ella. No le pasó desapercibida la mirada de burla de Alex dirigida hacia André. ¡Una verdadera lástima que no pudiera ver su reacción a eso!
–¿Les parece si vemos el menú para ordenar? –intervino André al sentarse y todos asintieron. Necesitaba un momento para recuperarse, para parecer alguien normal, que podía conducir una conversación coherente. No obstante, miraba a Alessandra y se sentía embobado. Quería atraparla en sus brazos y no soltarla jamás. Esto se estaba volviendo realmente trillado y estúpido.
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Casi amor (Italia #11)
RomanceAndré Ferraz no creía en el amor. Lo había visto de cerca, en su familia abundaban ejemplos, pero no estaba interesado en algo así. Él se divertía y era completamente feliz sin ataduras. Nadie se le ha resistido... hasta ahora. Encuentra en Alessan...