André entró a su departamento en silencio, seguido de cerca por Alessandra que deslizó la puerta hasta que cerró. Giró para mirarla ir hasta la sala, donde se sentó en un sofá. Él hizo lo mismo.
–Lo siento –empezó Alessandra revolviéndose las manos en gesto nervioso– pero podía ser posible.
–Entonces... ¿estás embarazada? –preguntó André con calma, no reconociendo el sonido de su voz, tan lejana y controlada.
–No –habló Alessandra y la cara de André se encogió en un gesto de dolor– pero...
–¿Por qué lo dijiste? –André interrogó con sus ojos grises profundamente dolidos– ¿por qué juegas así con mis sentimientos?
–André, yo no quise... –Alessandra sintió una punzada de tristeza en su corazón. Lo había lastimado, sin querer. No había pensado que él realmente creyera... sin embargo, claro, podía haber sido posible. Después de lo sucedido entre ellos, aunque ella hubiera exigido que lo olvidaran, André sabía que era posible.
–Sin duda debo ser la última persona que consideras como alguien que sueña con tener una familia, lo entiendo. Aún recuerdo una de nuestras últimas conversaciones donde me lo dejaste muy claro, pero no es así –sus palabras contenían una emoción que Alessandra no había visto antes–. Yo quiero una familia, quiero una esposa e hijos para amar y cuidar de ellos. Estoy consciente de lo ridículo que suena, sin embargo es así. Crecí Alessandra, maduré y tenemos derecho a que nuestros sueños varíen. Quizás las personas protagonistas de ellos siguen ahí, pero lo que queremos... lo que necesitamos... –André negó levemente–. ¿Querías dejarle en claro que no podía verme? No era necesario, yo no quería verla más. ¿Crees que un hijo frenaría sus propósitos? No lo haría, pero no interesa tampoco. ¿Sabes por qué? ¡Porque yo le dejé bien claro a Natalia que no la quería en mi vida! No necesitaba que te burlaras de todos mis sentimientos, rebelándoselos a ella. ¿Qué te pasa, Alessandra? Lo que sienta o no por ti, solo me pertenece a mí. ¿Cómo pudiste hacerme algo así?
André inspiró hondo y Alessandra sintió como lágrimas se agolpaban en sus ojos azules. No había querido causar este desastre. Es que no estaba acostumbrada a considerar los sentimientos de André, tan profundos y tan... nuevos para él. No podía imaginar lo que sentía o la intensidad de ellos, pero... no quería herirlo. Y lo hacía. Sin duda, él sentía que ella jugaba con él. Y, a momentos, ella también lo sentía. Tenía poder sobre él. Podía destruirlo. No quería eso. Sin embargo, no parecía poder evitarlo. Suspiró hondo, intentando calmarse.
–Lo siento... –intentó acercarse, como aquella vez del baile. Pero André se alejó.
–No puedo hacerlo, Alessandra. No más –las palabras de André salieron forzadas– debe terminar.
–¿Qué quieres decir? –Alessandra preguntó aprensiva.
–Yo también lo siento... –André clavó sus ojos grises en el piso– pensé que lo que sentía sería suficiente. Creí que al estar a tu lado... –la voz de André vaciló y él carraspeó rápidamente– no sé lo que creí. Pero estaba equivocado.
–André, yo... –Alessandra sintió como lágrimas bajaban por sus mejillas.
–Es mejor que te vayas –pidió André sin mirarla. Alessandra sintió como si sus palabras la hirieran en lo profundo de su alma. ¿La echaba de su lado?
–André... –susurró ella y él la miró. Sus ojos grises estaban brillantes y Alessandra sintió como su corazón se encogía aún más. ¿Cómo podía dañarlo así? ¿Por qué destruía todo lo que amaba? Sí... así era. Lo amaba. ¡Esto era imposible!
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Casi amor (Italia #11)
RomanceAndré Ferraz no creía en el amor. Lo había visto de cerca, en su familia abundaban ejemplos, pero no estaba interesado en algo así. Él se divertía y era completamente feliz sin ataduras. Nadie se le ha resistido... hasta ahora. Encuentra en Alessan...