Alessandra se pasó una mano por la frente, retirando el mechón de cabello rubio que le caía desordenadamente. Relativamente, estaba hecho. Era un departamento pequeño y acogedor, pero se sentía bien. Diferente... aunque bien. Necesitaba algo así, no lo había creído hasta que lo había hecho. Y, ¡sí que era lo que necesitaba!
Se había tomado una licencia de la clínica y de la fundación, para establecerse lo mejor posible. Había tanto por hacer... mucho trabajo, aunque la mayoría parecía estar hecho ya.
Una punzada de culpabilidad se manifestó en ella. Sí, también le había ayudado a evadirse un poco de la realidad. A no pensar en cosas que no quería pensar, a no tomar decisiones para las que no se sentía lista, a evitar manejar emociones que había deseado no tener más.
No servía de nada que lo pospusiera más. Tarde o temprano, tendría que volver a hablar con André. Sabía que él lo merecía. Le costaba admitir eso, pero el hombre que era ahora, merecía una explicación mejor que lo último sucedido entre ellos.
¿Cómo iba a imaginarse que él, al decir que se había enamorado de ella, se refería a que aún lo estaba? Es decir, podía suponer que por alguna extraña situación él se había enamorado de ella, que había visto algo y... ¿pero, ahora? ¿Después de tantos años separados? ¿Cómo era posible?
¿No la había dejado de amar nunca o simplemente la amaba cada vez que ella aparecía en su vida? No lo entendía. Sinceramente, no estaba segura de querer entenderlo del todo.
Lo admitía. Tenía miedo. Ella no estaba dispuesta a volver a amar a nadie, nunca. Su corazón estaba roto y así podía quedarse si de ella dependía. Sabía que lo mejor era alejar a André. Era lo más digno. Porque no lo amaba... no debía retenerlo a su lado si no sentía nada por él.
Porque... ¿no lo sentía, cierto? No, no era lo mismo que antes. Nunca lo sería porque, no solo había crecido, sino que había amado a otro hombre después; y aún lo sentía presente, de alguna manera, en su vida.
Diferente. Emma había dicho que quizá solo era diferente. Sí, podría ser; sin embargo, no pensaba quedarse sentada a averiguarlo. No. Quería a André lejos. Él era peligroso, lo había sabido en cuanto lo conoció. Lo había sido antes. Lo era aún más ahora.
Porque ahora parecía vulnerable. Parecía sentir... era humano.
–André –pronunció en cuanto él contestó el teléfono–. Sí, estoy bien. Yo... –inspiró hondo, era difícil– quiero verte.
– Por supuesto –André respondió automáticamente–. Ahora no puedo, pero dime cuándo y dónde... ahí estaré.
El tono frío de André le indicó a Alessandra que él no estaba contento con su llamada. Lo cual era comprensible, después de la manera en que desapareció. Pero no era momento de explicaciones. Después.
–Siento mucho haber interrumpido, André –Alessandra se sintió incómoda. ¿Habría estado con alguien más? ¡Cómo si eso importara!
–No pasa nada –André suavizó el tono, inspirando hondo– estaba en una celebración familiar.
–¿De verdad? –Alessandra sonrió levemente–. Me gusta tu familia.
–¿Hablamos más tarde? –pidió André, haciéndole saber que era hora de regresar a la fiesta–. Adiós, Alessandra.
–Adiós –pronunció suavemente Alessandra y se quedó escuchando el tono de marcado, clara señal de que André había colgado.
***
–Y... –André elevó sus ojos grises hacia Alessandra, que había dejado de hablar por cinco minutos– me has dado todo tipo de explicaciones sobre estos meses... y ni siquiera las he pedido, ¿verdad? ¿Por qué?
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Casi amor (Italia #11)
RomanceAndré Ferraz no creía en el amor. Lo había visto de cerca, en su familia abundaban ejemplos, pero no estaba interesado en algo así. Él se divertía y era completamente feliz sin ataduras. Nadie se le ha resistido... hasta ahora. Encuentra en Alessan...