Ciudad de Alana 2017
Mi mejor amiga, Mia, había insistido en que fuéramos al parque de diversiones de la ciudad porque dentro de poco cerrarán sus puertas, ya que comenzaba la temporada de invierno. Para ser sincera, me gusta mucho venir a este lugar, pero Mia exagera cuando le digo que no me gusta la montaña rusa.
—Estás realmente demente si piensas que subiré a esa cosa, Mía. —La miré de mala gana, ya que había insistido los últimos veinte minutos en que nos subiéramos a la montaña rusa.
—¿Por qué no hacerlo? —Miró la montaña rusa tan emocionada que por un momento dudé de mi decisión—. Vamos, será divertido.
—Sabes que me dan miedo las alturas —dije exagerando el tono de voz.
—Por favor, Camille.
—No. Es mi respuesta final.
—Por favor —repitió. Esta vez colocó su mejor cara de perro triste y no pude resistir. Siempre lo hace.
—Está bien —bufé—. Solo si después vamos a la casa del terror.
Sé que las odia tanto como yo a las montañas rusas, así que supongo que dirá que no.
—Trato hecho. —Extendió su mano para sellar el trato y me sorprendí mucho.
—¿Te encuentras bien? —Toqué su frente fingiendo tomar su temperatura y reí un poco.
—Absolutamente, querida amiga. Todo sea por la montaña rusa.
—¡Aja! —dije—. Como digas.
—Hablando de este tipo de cosas tan horrendas, ya sabes. ¿Dónde está Blas?
—Dijo que iba al baño, pero ya han pasado más de quince minutos —dije mirando la hora en mi reloj.
—Quizás tuvo problemas en su estómago. —dijo ella y se puso a reír—. Ahora iremos a la montaña rusa porque tenemos un trato.
Blas es nuestro mejor amigo de la infancia. Los tres somos inseparables y es raro pensar en que algún día podamos tomar caminos diferentes. Él era el complemento varonil que nos faltaba y estábamos satisfechas con eso.
Mia tomó del brazo llevándome por entre todas las personas, las cuales se quejaban porque los empujamos por lo rápido que iba caminando mi amiga. Al pasar por delante de la entrada del parque, me fijé en la pequeña discusión que sostenía el guardia con un chico de nuestra edad.
—Tienes que dejar eso o no podrás entrar —dijo el guardia al chico quien era un poco más bajo que él.
—Es algo de vida o muerte, así que no dejaré mi arco aquí —exageró el chico.
—Ja ja, que gracioso. —El guardia fingió reír y se puso serio nuevamente—. Lo dejas o no entras. Decide rápido porque estás retrasando la fila.
Detrás del chico, había una enorme fila y todos reclamaban o supongo que lo hacían, ya que solo se escuchaban gritos.
A Mia pareció no importarle mucho porque me arrastró nuevamente por entre la gente y me guió a la pequeña fila de la montaña rusa. Esperamos tan solo unos minutos para que fuera nuestro turno y ya me estaba arrepintiendo totalmente. Mis manos comenzaron a sudar y a temblar e imaginé el peor de los escenarios. No quería subir, pero Mia me obligaría de todas maneras.
En un intento desesperado por mantener la calma, sujete fuerte la mano de mi amiga y respiré profundamente.
—Camille, estás apretando muy fuerte. —Me miró con una mueca de dolor—. Me lastimas.
—Lo siento. — La solté rápidamente y miré su mano roja por el apretón.
Subimos a nuestro carro y ella solo se burló de mi cara de espanto. Me sujeté fuerte de la barandilla como si eso fuera a protegerme de cualquier cosa que pudiera pasarme en aquella horrible atracción y antes de que comenzáramos a ascender, cerré los ojos. Era un viaje eterno hacia arriba y lo único que escuchaba era a Mia gritar un montón de idioteces. Al abrir los ojos, casi vomité porque el carro se detuvo en la cima de aquella cosa.
—Camille —susurró alguien.
Aquella voz hizo que un escalofrío recorriera toda mi espalda. Miré a todos lados para ver quién había sido, pero la única persona allí que conocía era mi amiga quien parecía no prestar atención a mi persona en absoluto. Aquello me dejó helada porque no sabía si me lo estaba imaginando por la adrenalina o si de verdad era cierto.
—¿Qué pasó? ¿Por qué se detuvo? —pregunté.
—Porque ahora viene lo mejor —Mia me dio una mirada maliciosa y traviesa.
El carro bajó velozmente haciendo que el aire nos pegara fuertemente en la cara. Sentí que me despegué del asiento producto de la rapidéz, así que me afirmé lo más fuerte que pude con ambas manos. Cerré los ojos y nuevamente sentí que vomitaría en cualquier momento.
Después de un par de minutos de incontables vueltas y gritos exagerados por parte de los demás en el carro, Mia me tocó la mano para que abriera los ojos.
—Ya llegamos, Camille —dijo—. Ahora podemos ir por mi castigo.
Abrí los ojos lentamente y me di cuenta que ya estábamos abajo sanas y salvas. Fue horrible y la peor experiencia de la vida sin duda alguna. Esperaba que jamás tuviera que vivir una situación de extrema adrenalina porque no era lo mío. Prefería las cosas más tranquilas como ir por un helado o pasear por la ciudad.
—Nunca más en la vida me subiré a esa cosa, ¿entiendes? —Me bajé del carro y suspiré aliviada de pisar tierra firme—. Ahora es tu turno de sufrir, querida amiga.
Tal como me arrastró ella hasta la montaña rusa, la llevé casi corriendo a la casa del terror. Después de hacer la fila y que nos dejaran entrar, nos dimos cuenta que esta atracción no utiliza carros, sino que debemos caminar. Íbamos con un grupo de personas, lo cual era un poco más tranquilizante, pero se adelantaron porque Mia iba tan lento como una tortuga.
''Lento pero seguro'' repitió contadas veces mientras se apegaba a mí como si fuera parte de mi cuerpo. Se escuchaban gritos, susurros y de vez en cuando salían personas disfrazadas haciendo que Mia se aferrara aún más a mi brazo.
—Lento pero... ¡Dios! —gritó más fuerte de lo que jamás escuché.
—¿De dónde sacas tanta fuerza en la voz mujer? —pregunté haciendo una mueca—. ¿Qué te pasa?
—Me... me agarraron las piernas.
—Ellos no pueden tocarte —Me reí por su graciosa reacción porque de verdad se veía realmente asustada.
En ese momento, alguien más agarró también mis piernas y grité. Ambas miramos a todos lados, pero no podíamos ver mucho porque estaba oscuro. Solo se veían pequeñas luces alumbrando las paredes.
—Salgamos rápido, Camille. Esto no me gusta nada.
—¡Bu! ─ gritó un hombre.
Ambas gritamos y Blas, nuestro amigo, rio y se burló como un estúpido.
—¿Estás loco? —preguntamos Mia y yo al mismo tiempo.
—¡Uf! —exclamó—. Lo planeé hace bastante y salió a la perfección.
—Mejor vamos porque no estaré aquí toda la noche —dijo Mia enojada.
Corrió a la salida realmente asustada y nosotros la seguimos sin dudarlo un segundo.
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Los Caídos #1 - Ángel guardián
FantasyLos Caídos es el nombre de una alianza creada por cinco nefilim, cuyo único objetivo es destruir a las deidades del infierno para proteger a la humanidad. Camille es una adolescente cuya vida se ve interrumpida por aquel nuevo mundo que la atorment...