39. El grupito

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Exactamente dos días pasaron y Dan no se apareció por aquí.

─ O'Donnell, ¿qué rayos pasa con Dan?

─ Tuvo un inconveniente, pero hoy si o si regresa. Al menos eso fue lo que él me dijo.

─ Estoy impaciente.

─ También yo ─ dijo él.

─ Y yo ─ dijo Mía

Jasmine entró corriendo muy feliz.

─ Ya llegó, chicos, vengan ─ su pelo iba de un lado a otro, es tan bonito.

El auto llegó y un Dan ojeroso se bajó de él, se veía cansado. Jasmine corrió hasta él y lo abrazó. Él se sorprendió, pero correspondió su abrazo. Cuando lo soltó, fuimos nosotros a recibir a nuestro amigo y lo abracé como nunca, se veía fatal.

─ Mamá está bien, pero no del todo chicos ─ susurró, su voz era temblorosa.

─ Tranquilo, todo estará bien ─ dijo Blas.

Lo llevamos dentro y le dimos una taza de chocolate caliente, ya que tenía sus manos frías, realmente estaba mal. ¿Qué le hicieron a mi amigo de mejillas rosadas? Lo digo porque Blas es el amigo tan blanco como la leche, ni color tiene en las mejillas.

─ Gracias chicos. Los necesité bastante allá conmigo.

Todos suspiramos.

─ ¿Qué tiene tu madre? ─ pregunté

─ Cáncer. Ella está bien, pero el doctor dijo que le quedaban 4 meses de vida.

¿Cómo un nefilim puede tener cáncer si se supone que somos muy fuertes?

─ Ahora me doy cuenta que ser nefilim es un regalo. Como humana no hay más remedio que aguantar todo aquello, el sufrimiento ─ ahora tiene sentido, es humana ─ jamás me dijo que tenía cáncer y como supe que estaba en el hospital, se vio en la obligación de decirme la verdad y... ─ en ese momento no aguantó y estalló en llanto. Blas lo abrazó de inmediato.

─ Lo sentimos mucho, hermano ─ susurró el hombre al otro

─ Perdón por ser un llorón ─ Dijo Dan tomando un poco de chocolate

─ No pidas perdón, es tu madre así que tienes permitido llorar todo lo que puedas ─ dije.

─ Gracias, chicos. Ella me rogó que volviera e intentara hacer mi vida aquí, alejado de todos aquellos problemas.

─ Hazle caso a tu madre. Las madres siempre querrán lo mejor para ti ─ dije.

Y pensar que mi madre está muerta. No tengo recuerdos muy claros de ella, ni de mi padre, realmente me hicieron falta en mi vida.

Supongo que hasta pelear con ellos debe de ser divertido. No quiero llorar, así que alejé aquellos malos recuerdos de mi cabeza y seguí pendiente de mi amigo.

─ ¿Y qué ha pasado por aquí últimamente? ─ preguntó.

─ Nada interesante. A Camille casi la mata un gran demonio, pero luego hizo un arma sagrada y le rompió el corazón a un chico, así que no digas nada a nadie. También pensó que Mia y yo estábamos juntos ¿puedes creerlo? ─ Ambos rieron divertidos.

─ Camille rompecorazones James ─ dijo Dan, hace mucho tiempo no me decía así.

─ El mundo no gira en torno a mi, querido Blas. Cuéntale aquel día en que despertaste desesperado porque soñabas que te mataban, fue tan gracioso.

─ No te burles, Camille ─ rodó los ojos.

─ Dan ─ Cristal entró y se lanzó a los brazos de nuestro amigo. Por poco y voltea el chocolate a la alfombra. ─ ¿Cómo estás? Te extrañamos mucho.

─ Yo también los extrañé mucho, chicos, en serio.

─ El grupito está junto otra vez ─ suspiró Mía.

Todos nos miramos entre sí y reímos cómplices, amo tanto a estos idiotas.

Los Caídos #1 - Ángel guardiánDonde viven las historias. Descúbrelo ahora