37. Sorpresa

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Habían pasado tres días desde aquel incidente con mi poder, así que durante ese tiempo no intenté hacer ningún maldito portal, tampoco quería dormir por el miedo a que pasara lo mismo. Tristán me había ayudado, ya que era el único que sabía de esto y prefería que así se quedara.

Mía había venido un par de veces a vernos y la verdad es que habían sido días muy tranquilos. No habían aparecido demonios por la ciudad, Ben jamás volvió a aparecerse, tampoco había visto vampiros por la ciudad. Will no daba señales de vida e incluso fui a verlo a Valu, pero no estaba y tampoco contestaba su teléfono. En fin, me la pasé tres días aquí encerrada, leyendo aún más sobre todo esto y cada día aprendía algo nuevo.

La otra noche fui a ver a Blas y casi muere asfixiado por dormir tan tapado. Si, exagero, la verdad es que no paso eso, solo despertó alarmado porque estaba soñando que moría. Fue realmente gracioso.

Cristal estaba cada vez más apegada a Adam y me alegraba de que se vieran felices.

A quien engaño, se sentía mal, pero intentaba pensar en Will. Lo único que podía alegrarme hasta el momento era el hecho de que Dan volvía hoy.

─ ¿Hoy vuelve Dan? ─ dijo Jasmine bastante alegre.

─ Si ─ dijimos todos riendo.

─ ¿Acaso te gusta? ─ Adam se notaba celoso.

─ ¿Celoso, hermanito? ─ dijo ella para molestarlo.

─ No, pero... ─ bufó─ nada.

Todos reímos, realmente se quieren. Tristán por el contrario no dijo absolutamente nada.

─ Cristal ─ quise llamar la atención de la pelirroja ─ ¿dónde está Blas?

─ Salió con Mía.

─ ¿Qué? ¿Mis mejores amigos de toda la vida salieron y ni siquiera me avisaron? No es posible ─ dije indignada ─ siempre hacemos todo juntos.

─ Tal vez querían pasar tiempo solos ─ sonrió Cristal

─ ¿Sabes algo que yo no? ─ Realmente mi nivel de indignación estaba a tope.

─ Calma, Camille. ¿Acaso no lo notas?

─ ¿Notar qué?

─ La manera en que se miran ─ dijo Jasmine, hasta ella sabía algo.

─ ¿Qué? ─ reí─ entre ellos jamás pasara algo, son como hermanos, ¿no?

─ Afronta la verdad ─ dijo Adam

─ Imposible ─ dije enojada.─ Ellos no me harían eso o ¿sí!

─ ¿Hacerte qué? ¿Acaso te gusta Blas? ─ Adam me miró serio.

─No, jamás. Es solo que siempre hemos sido los tres y la idea de que ellos sean algo más que amigos, significa que me dejaran a un costado ─ dije desanimada.

─ Sin el ánimo de ofenderte, Cami, pero es lo que tú has estado haciendo la última semana ─ Jasmine se encogió de hombros.

¿Tan encerrada había estado en mi mundo que ni siquiera me había fijado en esos pequeños detalles? ¿Qué diablos pasa contigo, Camille?

Me acerqué a la ventana más lejana porque no quería que nadie me viera. Me crucé de brazos resignada mientras miraba hacia el exterior. No lo podía creer.

─ Oye, tranquila ─ Adam llegó a mi lado y rodeó mis hombros con su brazo ─ ellos son tus amigos, jamás te dejarán o ignoraran. Es solo que tú has estado muy extraña estos últimos días. El único que no parece realmente preocupado por saber qué pasa contigo es Tristán.

─ Estoy frustrada, Adam. Es difícil todo esto, ya no aguanto más.

─ ¿Qué cosa? ─ preguntó.

Me separé de él y lo miré a los ojos en busca de apoyo.

─ Mi poder se está saliendo de control ─ susurré ─ y no logro controlarlo. Tengo miedo, Adam, miedo de morir o de dañar a alguien. He alejado a todos por estar intentando descubrir cosas que ni yo entiendo.

─ Te entiendo completamente, cariño ─ él suspiró, en ese momento se me vino a la cabeza a aquel hombre tocando el piano, realmente se parecían bastante.

─ ¿Por qué? ─ pregunté confundida ante ese apodo.

─ No, no te confundas. A veces suelo decir esa palabra ─ se encogió de hombros y yo suspiré aliviada.

─ Tengo miedo, Adam ─ lo abracé rodeando su cintura. Necesitaba de su abrazo y al principio se puso tenso, pero luego cedió y correspondió.

─ Todo estará bien, Camille. No te preocupes ─ besó mi cien y se separó.

─ ¿Realmente crees que Mía y Blas estén? Ya sabes...

─ No realmente ─ el rio.

─ Hablaré seriamente con ese par.

En ese momento se sintió el ruido de las puertas de entrada cerrarse y fui hasta allá. Ahí estaban los dos parados muy contentos. Puse ambas manos a los costados de mi cintura como una madre enfadada.

─ Vamos a hablar, los tres. ¡Ahora!

Tomé a ambos de la mano y me los llevé al patio trasero.

─ ¿Se puede saber desde cuándo? ─ fingí enojarme.

─ ¿Qué cosa? ─ dijeron ambos

─ ¿Desde cuando salen? O se gustan. No lo sé.

Los dos estallaron en carcajadas.

─ No es gracioso.

─ Jamás me gustaría este hediondo a pedos, Camille, me conoces ─ dijo Mía. ─ No te ofendas Blas, sabes que te amo.

─ Y a mí jamás me gustaría Mía, es una enojona ─ ambos reían sin parar.

─ Entonces ustedes dos...

─ No ─ dijeron ambos.

─ Jamás, solo salimos. Queríamos invitarte, pero tu andas en tus asuntos y no nos tomas en cuenta, de hecho fuimos a Valu ─ Mía sonrió

─ Sí y vimos a tu angelito ─ Blas subía y bajaba las cejas rápidamente ─ dijo que te extrañaba. Él no puede venir aquí por el momento, así que dijo que te esperaría donde estuvieron la otra noche.

Sonreí inconscientemente.

─ ¿Qué cosas sucias estuvieron haciendo? ─ preguntó Blas mintras reía.

─ ¡Ay Blas! Eres asqueroso ─ Mía reía también.

─ Bueno, de todos modos nosotros te llevaremos. Él lo pidió.

─ ¿Por qué? ─ se supone que nadie debe saber de lo nuestro, pero ellos son mis amigos.

Ambos negaron nerviosamente.

─ No sabemos, amiga ─ dijo Mía

─ Claro, ¿cuándo van a llevarme?

─ Hoy a las ocho, así que ve arreglándote, querida ─ dijo Blas como una señora.

Los tres reímos.

─ Los amo par de idiotas ─ abracé a ambos y me fui directo a mi cuarto.

Los Caídos #1 - Ángel guardiánDonde viven las historias. Descúbrelo ahora