7. Siempre te cuidaré

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Una fuerte lluvia caía en la ciudad y había decidido caminar antes de que esta tormenta se hiciera más fuerte. No me quedaba de otra porque era tarde y autos ya no pasaban. La carretera estaba desolada y hacía mucho frío. Amo la lluvia, pero en estos momentos desearía estar en mi casa, sobre mi cama y con mil cobijas sobre mi o dormir con Nick, siempre lo hacía cuando el frío era un maldito.

Volteé, ya que un pequeño ruido de motor se escuchaba. Unas luces se posaron frente a mí dejándome sin visión. Caminé rápidamente, pero el auto iba a la par mía y por la lluvia no podía ver nada. Un tipo alto se bajó del auto y caminó hacia mí, ahí comprendí de quien se trataba.

─ Vamos, te llevo. Estas empapada ─ Will extendió su mano esperando a que la tomara.

─ No es necesario. Mi casa está cerca de aquí ─ mentí, obviamente estaba bastante lejos.

─ ¿Estás segura? ─ preguntó.

Miré su mano y finalmente la tomé. Estaba tibia en comparación con la mía.

─ Estás muy helada ¿Cómo lo soportas? De hecho, ¿qué haces con este clima y a esta hora caminando por la carretera? ─ Me guió hacia su auto y abrió la puerta para que pudiera entrar.

Es el paraíso aquí y gracias a eso, mi temperatura poco a poco volvía a la normalidad.

─ Venia de ver a Mia ─ mentí ─ y se me hizo algo tarde, pero acostumbro a andar sola por aquí, no es problema para mi ─ reí ─ solo la lluvia.

El auto comenzó a hacer ruidos extraños, Will se detuvo y bajó a ver qué ocurría. De la parte delantera, salía humo que se mezclaba rápidamente con la niebla. Que conveniente.

─ Esto se ve mal ─ dijo él. Yo ya estaba a su lado, ya que no me arriesgaría a que el auto explotara conmigo dentro.

─ Esta algo viejo ─ miraba hacia todos lados ─ ¿ahora qué?

─ Por aquí cerca hay un pequeño hotel donde rentan habitaciones por una noche. Una vez con Mia tuvimos que ir obligadamente porque su coche de la nada dejo de funcionar ─ reí recordando tan glorioso momento.

Mia, tan engreída como siempre, comenzó a decirme que debía comprar un auto, ya que ella no me llevaría por siempre. Me regañó como dos horas solo porque no pudo salir con un chico. Yo me limite a decirle que cambiara su auto porque este estaba a punto de morir y abandonarla, luego sucedió aquello. Me reí de ella una semana.

─ Entonces vamos rápido porque no quiero morir de hipotermia en medio de la carretera ─ sacó una mochila de su auto y emprendimos camino.

El lugar me recordaba a una película de terror que había visto un par de meses atrás. Había muchos árboles, el viento los movía de un lado para otro y de pronto el asesino salió con un cuchillo. 

Blas nos obligó a ver aquella película. Realmente la odiamos Mia y yo.

Una vez pagada la habitación nos dirigimos dentro para acomodarnos.

─ Yo en el sillón y tú en la cama ─ dijo él a lo cual solo sonreí, era lo más razonable ─ Ten ─ me lanzó un suéter que sacó de su mochila.

─ ¿Por qué tenías ropa en tu auto? ─ pregunté confundida.

─ Siempre guardo ropa en mi auto en caso de emergencias.

─ ¡Oh! ─ dije y fui directo al baño.

El suéter me quedaba tan largo como el vestido que traía puesto hace cinco minutos atrás.

Will estaba plácidamente recostado sobre la cama y solo llevaba puesto un pantalón. Se veía tan relajado, su cabello rubio se veía muy oscuro por lo mojado que estaba y sus brazos estaban tensos bajo su cabeza utilizándolos de almohada mientras permanecía con sus ojos cerrados. 

No quise molestarlo, así que solo me recosté a su lado. Esto es extraño porque algo en él me dice que es bueno y que no quiere hacerme daño, pero la manera tan fría en que actuó el otro día me hace pensar lo contrario. Él solo me pidió que lo entendiera, así que lo haré.

─ No tienes que dormir en el sillón. Solo mantén distancia ─ me giré quedando de lado para mirarlo.

Como niño necio, se acercó un poco más, manteniendo sus ojos cerrados; luego estiró su mano para acariciar delicadamente mi mejilla lento y suave, como si de una pieza de porcelana se tratase 

─ ¿No tienes frío solo con pantalones? ─ pregunté nerviosa.

 Una sonrisa se escapó de sus labios y negó con la cabeza.

─ Tú me das calor con tu extraña forma de mirar. Tus ojos me dan el calor que necesito ─ dijo en un susurro ─ eres todo lo que quiero ahora.

Por un momento, pensé que él estaba casi durmiendo o soñando, pero no, estaba completamente despierto.

─ ¿Por qué? ─ pregunté.

─ ¿Por qué, qué?

─ ¿Por qué me dices esas cosas? ─ Lo miré esperando una respuesta.

─ Porque me nace hacerlo y ya ─ abrió sus ojos y me miró fijamente, siguiendo con su caricia constante sobre mi mejilla. Decidí no preguntar nada más y caí rendida.

''Siempre te cuidaré'' 

Escuché ese pequeño susurro, pero era tan bajo que ni siquiera sé si fue real, solo sé que cada día me volvía más loca.

***

Estaba tan cómoda, pero uno molestos ruidos se escuchaban desde fuera. Luego recordé que estaba en esa pequeña habitación de hotel. Abrí mis ojos y lo primero que vi fue su rostro, sus ojos mirándome detenidamente, pero no de una manera extraña sino que una muy tierna. Sus brazos rodeaban mi cintura y estábamos cara a cara. No sabía qué hacer, ya que era una posición cómoda, pero a la vez muy incomoda

─ Hola ─ dijo él soltando su agarre para poder sentarme.

─ Hola ─ cubrí mi rostro avergonzada.

─ Perdón por no mantener distancia, pero anoche tenías frió y te acercaste a mí. Tranquila, solo dormimos. Nada más ha pasado.

─ Lo sé, lo siento ─ miré hacia la ventana y un pequeño rayo de luz se colaba entre las cortinas.

─ Creo que debes ir a casa, Camille. Tu hermana debe estar preocupada.

─ Si ─ tomé mi vestido ya seco. ─ ¿Qué hora es?

Él miró el pequeño reloj en la mesita de noche.

─ Faltan diez minutos para que sean las ocho.

─ ¿Qué? ─ grité histérica ─ la ceremonia.

─ ¿Qué ceremonia? ─ dijo él confundido.

Hice caso omiso a su pregunta y entré al baño. Acomodé mi cabello, limpié mi rostro, me cambié ropa lo más rápido que pude y salí volando de allí, no sin antes despedirme de Will.

Blas me mataría. Eso era seguro.

Los Caídos #1 - Ángel guardiánDonde viven las historias. Descúbrelo ahora