11. Estúpido portal

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Gracias a ese maravilloso portal, todos estábamos dentro de un pantano lleno de los desechos de la ciudad. Era realmente asqueroso.

─ ¡Qué asco! ─ se quejó Mia. ─ ¿No podías escoger un lugar más limpio y bonito?

─ Ni siquiera sabía que podía hacer un maldito portal, Mía.

─ Estaré una semana dentro de la bañera ─Jasmine exprimió el agua de su ropa.

─ Esto apesta ─ Blas, Tristán y Adam hablaron al unísono.

Los chicos comenzaron a caminar a toda prisa con Mía y yo tras ellos.

─ Lo estas logrando, Camille.

─ ¿Qué cosa, Mia?

─ Encontrar tu camino ─ dijo.

Sonreí intentando ser positiva.

Cuando llegamos a las academias, todos fuimos a asearnos porque realmente olíamos mal. Todos dentro nos miraban con caras espantosas y algunos incluso tapaban su nariz.

─ Adam ya dio aviso sobre lo que está ocurriendo y yo le avisaré a mi abuela. ─ dijo Blas caminando a su habitación.

Cuando estuvimos, limpios nos encontramos con los chicos en el salón.

─ ¿A qué hora será la reunión? ─ me senté junto a los chicos.

─ Justo ahora ─ dijo Blas sin mirarme.

Él y Mía conversaban animadamente. Me sentí incomoda por primera vez en la vida junto a estos dos, así que decidí salir.

─ ¿Dónde vas? ─ Mia me miró.

─ Subiré. Ha sido un largo día ─ les sonreí y subí a mi habitación.

Por supuesto que me perdí muchas veces antes de llegar a mi habitación, ya que con lo grande que es este lugar y lo mucho que se parecen todas las puertas, me ha sido algo difícil recordar en donde está la mía.

Un par de minutos más tarde, finalmente la encontré. Me asignaron esta habitación cuando estuve una semana cuidando a Nick y Sophie, la chica que me ayudaba a entrenar, me había ayudado a encontrarla.

Me puse mi pijama y me acosté, ya que estaba realmente cansada. Esta fue mi primera misión y a decir verdad, creo que no estuvo del todo mal.

El golpeteo en la puerta me sacó de mis pensamientos. La verdad es que no tenía intención de pararme, pero puede hacer algo importante así que de todas maneras me levanté.

Adam estaba parado frente a mí esperando a que yo hablara. Me sorprende mucho que esté aquí principalmente porque él vive dos academias lejos de esta.

─ Hola ─ sonreí.

─ ¿Cómo te sientes?  

Él entró y yo me lancé a la cama.

─ Bien, siéntate ─ él se acercó y se sentó frente a mí.

Él solo me miraba y yo sonreía nerviosa.

─ ¿Qué pasa? ─ pregunté. ─ ¿Sucedió algo malo?

─ Nada. Gracias por todo lo de hoy.

─ Yo debería ser la que agradece – reí y él se sonrojo. ─ Me enseñaste muchas cosas de utilidad.

Sin decir nada comenzó a acercarse lentamente, tomó una de mis manos y con la otra acarició mi mejilla. Él sonrió mirándome a los ojos los cuales no podía dejar de ver. No pude evitar mirar aquellos pequeños lunares en su cuello así que solté mi mano de su agarre y los acaricié. Él cerró inmediatamente los ojos manteniendo su sonrisa. ¿Podía haber algo más lindo que su sonrisa?

Con ambas manos comenzó a acariciar mis mejillas e inmediatamente cerré los ojos, quería que me besara pero a mi mente vino la imagen de Will aquel día en el hotel. No podía hacer esto a Adam a pesar de que nada ha pasado entre Will y yo, sé que hay algo.

Me paré rápidamente dándole la espalda mientras pasaba las manos por mi cara frustrada.

─ ¿Qué pasó? ─ él se paró y me dio la vuelta.

─ Nada ─ di un gran respiro. ─ Lo siento. No puedo.

─ ¿No puedes besarme?

─ No es eso. Es solo que... ─ pasé las manos por mi cabello.

─ ¿Tienes novio? ─ se sorprendió.

─ No ─ casi grité. ─ No tengo novio.

Nos quedamos en silencio un momento y mi mirada se dirigió inmediatamente al suelo mientras jugaba con mis dedos, como suelo hacer cuando estoy muy nerviosa. De pronto sentí que él me tomó por la cintura y me besó, así sin más sus labios acariciaban los míos con mucha ternura. Inconscientemente rodeé su cuello con mis brazos y seguimos besándonos.

No quería y no podía separarme de él, éramos como imanes. Sé que es extraño, ya que nos conocemos hace poco, pero así son las cosas. Definitivamente uno no manda al corazón.

Poco a poco se separó dejando que nuestras narices chocaran.

─ Lo siento ─ dijo en un susurro mientras se separaba lentamente. ─ Tenía que hacerlo.

─ Adam...

─ No lo digas  me interrumpió.

Adam se fue rápidamente dejándome ahí parada debatiéndome entre lo que es correcto y lo que no.

Los Caídos #1 - Ángel guardiánDonde viven las historias. Descúbrelo ahora