34. Nueva arma sagrada

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Desperté de un salto, ya que las alarmas sonaban en toda la academia y más fuerte de lo normal. Mi celular vibraba, así que me paré, abrí la puerta y pude ver que personas iban y venían.

''Los necesitamos a todos en la entrada ahora'' dijo una mujer por el altavoz.

Obedecí y corrí hasta la entrada. Las grandes puertas estaban abiertas de par en par mientras todos salían por ellas. Estaban a reventar con todas las personas queriendo salir.

Cuando por fin estuve fuera, pude ver que todas las academias tenían a sus personas en el gran patio delantero del lugar.

Los directores se subieron a un pequeño escenario y comenzaron a hablar.

─ Ha habido una invasión, así que los necesitamos a todos en diez minutos listos para luchar─ el barbudo fue el primero en hablar, obviamente.

─ Son demonios. Un gran túnel se abrió en el centro de la ciudad y de allí salieron millones de ellos. Los necesitamos a todos ustedes. Por favor vayan a buscar sus armas.

Todos comenzaron a preparar sus armas y yo fui corriendo hasta Blas.

─ ¿Cómo rayos pudo pasar esto?

─ No lo sé, Camille. Solo prepárate ─ me lanzó un arco y sus flechas correspondientes.

Además de eso tomé una pequeña espada y la escondí dentro de mi chaqueta.

Los líderes dieron la orden de poder salir. Los primeros en desaparecer de allí, fueron los Hunter, fue increíble ver todas esas luces formando miles de portales. Los demás corrieron al centro de la ciudad. Yo estaba agotada para poder crear otro portal, así que fui caminando también. Íbamos todos juntos, Blas, los tres hermanos inseparables y Cristal. No quería llamar a Mía, pero lo hice, después de todo ella era parte de esto.

Demonios iban y venían volando sobre nosotros. Eran realmente horribles. Supuse que los humanos no podían verlos, ya que ni siquiera se inmutaban, de hecho no sabía si podían vernos a nosotros.

Todos sacamos nuestras espadas y el humo negro se expandió por todos lados, muchas de esas cosas morían, pero parecían jamás desaparecer.

Ya habíamos matado unos cuantos, incluso el barbudo estaba allí luchando. A pesar de su edad y estado físico, era muy ágil.

Los demonios comenzaron a atacar aún más fuerte dando feos rasguños a todos. Algunos se desmayaron inmediatamente y otros resistieron un poco más.

Vi como Jasmine acababa con dos para ir por el tercero, esa chica es realmente impresionante. Tristán tenía el puño rojo por la fuerza en que sujetaba su espada y Adam estaba luchando con uno bastante fuerte. Cristal había matado unos cuantos y Blas, no lo podía ver por ningún lado.

Había uno volando sobre mí y no podía alcanzarlo, pero cuando bajó enterré la espada en su pecho. El demonio chilló de una forma increíble.

Vi como Mía llegaba al lugar sorprendida, tenía una pequeña daga en su mano, tal vez para defenderse, pero no funcionaría si no era una de las nuestras.

─ Camille ─ gritó Jasmine.

Me volteé rápidamente y un demonio venía directo con sus garras hacia mi cuello. Vi mi vida en un segundo, pero antes de que pudiera hacerme algo, un grito inundó mis oídos dejándome por un momento sin poder escuchar nada. ¿Acaso Mia había estado practicando?

El demonio se retorció y se hizo polvo sobre nosotros, ni siquiera humo, polvo.

Sonreí a Mia, ya que cada día me sorprende más. Lo peor es que todos sabrían que es una Banshee, pero los nefilim las protegían así que deben respetar sus leyes, antiguas o no.

Se escuchaban gritos de todos lados porque unos cuantos demonios se juntaron formando uno gigantesco y no era tan horrible hasta que habló.

─ ¿Dónde estás, maldita asquerosa? ─ Su voz era ronca y demoníaca, horrible sin duda.

Todos se miraron entre sí.

─ ¿Quién eres y qué quieres? ─ Blas gritó a la distancia.

─ La maldita niña, Camille. Te destruiremos, tú eres la razón de nuestra destrucción. ─ volvió a hablar. 

Es oficial, el miedo invadió mi cuerpo por completo.

Todos allí me observaron y no supe qué hacer más que acercarme, segura de mi misma.

─ ¿Qué quieres de mí?

─ Matarte maldita infeliz. Nuestro amo te quiere en sus manos, muerta, para aumentar su poder y yo cumpliré sus órdenes.

─ ¿Qué? ─ grité impresionada, mientras algunos seguían luchando contra demonios y otros miraban asombrados el espectáculo. ─ Yo no soy a quien buscas, no puedo ser su destrucción.

─Ya lo sabrás, ahora te llevaré conmigo.

─ Sobre mi cadáver ─ el barbudo corrió con espada en mano hacia la horrible criatura y esta tomó al hombre con sus garras apunto de matarlo.

Comencé a ponerme nerviosa, nadie podía hacer nada, ya que era una criatura enorme y la única manera de matarla era dándole con una espada en el pecho.

Corrí sin saber qué hacer lo más rápido que pude y extendí mis manos creando un portal. Lo crucé a toda velocidad y salí rápidamente en frente de la criatura por los aires. Tenía la flecha posicionada en el arco y como aquella primera vez, brillaba de una manera indescriptible. La lancé al pecho de la criatura y todo fue en cámara lenta.

La luz, la flecha incrustándose en el pecho del demonio y éste chillando haciéndose humo. Él barbudo y yo cayendo desde una altura considerablemente alta. Cerré los ojos esperando lo peor, pero jamás sentí el suelo.

Sentí como mi cuerpo atravesó un portal que yo no hice, ya que era una energía diferente. Cuando salí hacia el otro lado Blas logró atraparme. Me di cuenta que el barbudo había creado un portal para ahorrarnos a ambos una fea caída.

Los demás demonios desaparecieron como si de una cadena se tratara: muere el mayor y todos se van.

─ ¿Viste como brillaba la flecha, Blas? ─ caminé hasta la flecha que lancé.

Su material había cambiado por completo. Parecía hierro y era mil veces más pesada que una normal. Tenía unos dibujos en negro bastante extraños y cuando la tomé estos brillaron intensamente.

Cada nefilim allí presente me miraba asombrado. Los directores estaban con sus bocas abiertas y el barbudo sonreía de una manera que no podía descifrar. ¿Es algo bueno que haya sucedido todo esto?

Él se acercó a mí y tomó la flecha entre sus manos. Esta dejó de brillar, pero los dibujos permanecieron allí.

─ Esta flecha se guardará junto a las espadas sagradas, ya que son las únicas armas que brillan de esa manera y que una flecha en tus manos lo haga es algo importante. Quedará grabado aquí con estos dibujos el día en que salvaste la vida de uno de los tuyos, nuestros ─ puso la flecha nuevamente en mis manos y yo la alcé en forma de victoria.

Todos gritaron felices, ya que para ellos era algo increíble, pero para mí era algo que no podía dejar pasar. Era el segundo demonio que quería matarme y eso es algo que debe preocuparme.

Los Caídos #1 - Ángel guardiánDonde viven las historias. Descúbrelo ahora