80. Final

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— No entiendo cómo es posible que haya pasado una maldita semana y ninguno de nuestros familiares o amigos viniera — Cristal caminaba de un lado a otro dentro de su celda como un león enjaulado.

— Estoy segura que no los dejan entrar, Tal. Es un caso grave — intenté calmarla, pero no tuve éxito.

— Hay algo que me preocupa más que eso, chicas — Tristán parecía estar más nervioso de lo normal.

— ¿Qué cosa? — pregunté.

— Hoy es luna llena ─ dijo él, al igual que Cristal, caminando de un lado a otro.

— ¿Cómo lo sabes? Hemos estado encerrados aquí por días.

— Lo siento en mis venas — dijo apretando los puños.

Cristal solo miraba preocupada.

— Debes salir de aquí o van a matarte. Eres el único híbrido lobo nefilim — susurré.

El sonido de los tacos chocando contra el pavimento anunciaba que Ana estaba aquí.

— Cristal Samantha Night, Tristán Andrés Wells quedan libres. Sus padres están esperando abajo.

Dicho esto, la mujer me dio una mirada de desprecio y se largó de allí. Los guardias sacaron a los chicos rápidamente.

— Te sacaremos. Lo prometo — gritó Cristal desde lejos.

Me pregunto qué sucedería si mis padres estuviesen aquí. ¿Me ayudarían?

Tenía miedo, debo admitirlo. No sé en qué momento me metí en tantos problemas.

Después de unos veinte minutos, Ana volvió más sonriente que nunca. A su lado venia un hombre muy alto, de cabello café y ojos verdes, muy familiar.

Era Benjamín, el hombre que entró a la academia aquel día. Ahora lo comprendía, él me espiaba de parte de la Guardia Caída. 

A pesar de querer gritar y protestar, me quedé en absoluto silencio.

— Este es mi esposo, Benjamín Wells — dijo ella sonriente, casi orgullosa —. El motivo de mi presencia es para anunciar que hemos llegado a un acuerdo. Tu ejecución será hoy. Debes prepararte con tu ropa de la alianza, Camille.

— ¿Qué? ¿Hay algo que pueda hacer? Llegar a un acuerdo...

— ¡No! — gritó ella ansiosa —. Se llegó a esa sentencia y es lo que tendrás.

Se dio media vuelta para largarse y en cuanto a Benjamín, se quedó un par de segundos allí parado. Se veía algo ¿triste? Me acerqué hasta que solo la reja nos separaba.

— Te odio — dije con rabia.

Él dio un suspiro y se fue tras su esposa.

No podía creer que hoy moriría, ni siquiera sabía cómo lo harían. Tengo miedo, siempre he temido morir y pensar que hoy con tal solo diecisiete años dejaré este mundo, me pone de los nervios. Me pregunto dónde está Will en estos momentos.

¿Mis amigos estarán en el momento de mi ejecución? Espero que no y que sea una muerte rápida.

Me la pasé el día entero apretando los puños, totalmente nerviosa. Sentía un dolor insistente en el estómago y sudaba a mares. Tenía mucho miedo. No quería morir, no ahora.

Gracias al pequeño tragaluz que había allí, supe que ya había anochecido. Se acercaba la hora por lo que me puse mi ropa de la alianza nuevamente. La chaqueta se sentía fría, más de lo normal. El oscuro lugar me aterrorizaba aún más, pero el hecho de no saber cómo sería mi final me tenía mordiéndome las uñas.

Los Caídos #1 - Ángel guardiánDonde viven las historias. Descúbrelo ahora