9. Anemia - Temporada 2

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POV Tom

Dios, me moría de emoción. Todavía eran las once de la mañana. Bill trabajaba hasta las cinco de la tarde y habíamos quedado a las cinco y media en el centro. Me iba a presentar a su amigo Georg y nos íbamos a ir de compras. Bueno, se iba a ir de compras Bill. Yo no pensaba gastar nada ni dejarle que me comprara nada.

Decidí ir a mi casa a dormir. La verdad, tenía mucho hambre, pero tenía más sueño. Hoy que ya no tenía que ir a las fábricas, iba a aprovechar a dormir.

Llegué a casa dando un paseo (hasta que no cobrara no tendría dinero para bus) permitiéndome relajarme por un rato. A mitad del camino empecé a marearme, pero lo ignoré. Decidí comer al entrar a casa para que se me pasara el mareo. Cuando llegué a casa, encontré a mi madre haciendo uno de sus guisos. Olía tan bien... Hacía años que no podía comerlos.

-Buenos días, mamá. -me abrazó corriendo.

-Muy buenos días, hijo. Dios, estoy tan contenta... -me dijo emocionada. Hacía mucho tiempo que no la veía tan feliz.

-Yo también, mamá. -sonreí.

-Aunque deduzco que de tu felicidad tiene más la culpa Bill que el trabajo, ¿me equivoco? -me enrojecí.

-No, no te equivocas. Le quiero muchísimo. He quedado con él esta tarde y no puedo esp... -no acabé la frase porque el mareo me estaba viniendo con más intensidad. No veía nada, veía como algo blanco, borroso, delante de mis ojos. Mis piernas dejaron de sostenerme y en algún momento perdí el conocimiento.

POV Bill

Me sonó el móvil. Era Tom. Sonreí sin poder evitarlo.

-Hola, amor. ¿Qué tal?

-¿Bill? Bill, soy Simone. -estaba llorando- Estoy en el hospital con Tom. Se ha desmayado.

-¿¡Qué!? Voy ahora mismo... ¿Qué le pasa?

-No lo sé, le están haciendo pruebas. Llamo para avisarte porque me ha dicho que habíais quedado por la tarde y que no va a poder ir.

-Muchas gracias, Simone. Dime en qué hospital estáis.

-En el que está cerca de mi casa. -no quise decir nada porque bastante alterada estaba ya la pobre mujer, pero ese hospital parecía un hospital del tercer mundo. Suspiré.

-Voy ahora mismo -salí de mi despacho. Estaba mi jefe.- Jefe, tengo que irme urgentemente.

-¿Qué ocurre?

-Mi novio está en el hospital. Quiero cogerme la tarde de asuntos propios.

-Claro, no se preocupe. ¿Pero se encuentra bien?

-No lo sé. Se ha desmayado y le están haciendo pruebas.

-Que se mejore -puso cara de pena.

-Muchas gracias -respondí y fui a recoger mis cosas. Cogí un taxi.

-Lléveme al hospital Virgen María, por favor.

-¿Al Virgen María? Ni loco. Me desmontan el taxi en ese barrio nada más llegar.

-¡Por favor! Mi novio está ahí ingresado. Le pagaré lo que quiera -puso mala cara.

-Bueno, cien euros. Y por adelantado. En cuanto lleguemos, se baja corriendo y salgo de ahí cagando leches. -los saqué de la cartera y se los tendí.

-Muchas gracias -dije resignado. En cuanto llegamos a ese barrio, el taxista pisó el acelerador bastante más de lo legal. En quince minutos estaba en el hospital. Entré corriendo.

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