Against the odds

19. De vuelta al infierno - Temporada 2

POV Tom

Le traje el café inmediatamente, para no cabrearle más. Desde luego, tenía cojones la cosa. Encima se cabreaba él. Le dejé el café en su escritorio y seguí haciendo mi trabajo. Al cabo de una hora, entró de muy mala hostia. Dio un sorbo al café que le había traído, se acercó y me lo volcó en la cabeza.

-¿¡PERO QUÉ COÑO HACES!? -grité levantándome de la silla.

-El café estaba frío. Tráeme otro inmediatamente.

-¿Pero de qué vas?

-De tu jefe. ¿Quieres que te despida? Pues hazlo y no repliques. Vamos -me dijo con odio. Pensé en irme, por dignidad. Pero no podía. Por mi familia.

Salí del despacho, lleno de rabia y odio y le volví a traer un café. Ésta vez bien caliente, para que se abrasara la lengua al beber.

-Voy un momento al baño -salí antes de que me lo pudiera prohibir y me lavé el puto pelo en un lavabo. Me sequé el pelo más o menos en el secamanos e intenté limpiar mi traje como buenamente pude.

POV Emma

Pasaron dos semanas. Había conseguido mi objetivo a la perfección. Bill no dejaba de llorar cada vez que salía del despacho, pero cuando Tom estaba delante de él, le humillaba y le hacía daño constantemente.

Se burlaba de él delante de todos, le empujaba, le golpeaba a veces incluso (todo esto cuando el jefe no estaba cerca), destrozaba sus informes, le hacía quedarse tardes e incluso noches enteras para cumplir sus caprichos, le daba órdenes absurdas constantemente amenazando con despedirle. Tom lo estaba pasando realmente mal, pero que se jodiera. Él dejó que su puto novio jugara con mis sentimientos para sacar provecho. Se merecía esto y más.

Las cosas con Craig iban de maravilla. Me llevaba a cenar constantemente, me trataba genial... Era todo un caballero. A veces le tenía miedo cuando se enfadaba. Se ponía muy violento y me había llegado incluso a golpear alguna vez. Pero siempre me pedía perdón y me traía flores, así que yo le perdonaba. Sabía que iba a ser muy feliz con él.

Flashback

Llevaba una semana con Craig. Él me había golpeado y apareció un señor que me defendió.

-Ni se te ocurra golpear a una mujer, malnacido.

-Usted no se meta.

-Sí me meto, esto no se debe hacer.

-Señor, no se preocupe. Le he hecho enfadar, pero todo va bien -contesté yo. El hombre miró mal a Craig.

-Bueno... Pero lárgate -le dijo a Craig.- Y cuando se te pase el enfado, vuelves.

No entendía nada, pero Craig se fue y ese señor me invitó a un café.

-¿Se encuentra bien, señorita?

-Sí, muchas gracias. No pasa nada. Ha sido mi culpa.

-¿Qué puede hacer una chica tan preciosa para merecerse eso? No creo que fuera tu culpa. -me guiñó un ojo y me hizo sonrojar.

-Muchas gracias, señor... -no sabía su nombre.

-Kaulitz. Me llamo Jörg Kaulitz.

-¡Kaulitz! -me quedé blanca.- No puede ser... ¿No será usted el padre de Bill? -dije nerviosa de repente. Dios, me quería morir. No podía estar más incómoda tras oír eso.

-Desgraciadamente, sí. No me hables de ese malagradecido, por favor. Ya no es mi hijo. Se merece lo peor.

-¿Y eso por qué? Digo... Si se puede saber.