23. Enfado - Temporada 2

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POV Bill

Mi padre mandó a camiones y obreros que recogieron todas mis cosas del piso que solía ser mío y de Tom y mandó a su chófer a buscarme.

En menos de dos horas, ya estaba el piso vacío, a excepción de los muebles. Igual que cuando lo compramos. Se me escaparon las lágrimas, estaba muy decepcionado con Tom, pero a pesar de todo le seguía amando.

En casa de mi padre seguí curándome durante varias semanas, hasta que estuve sano del todo. Entonces empezó a enseñarme a llevar todas sus empresas.

Llegó el 1 de septiembre y yo no tenía ganas de celebrar mi cumpleaños. Me recordaba demasiado a Tom. Y encima, hoy era el juicio de Tom y el abogado me había pedido que declarara.

Fui a declarar y... mentí. Dije que no creía que hubiera sido él, pero sí que pensaba que había sido él.

En el juzgado me encontré con Georg. Estábamos distanciados, casi no hablábamos desde que pasó todo. Él pensaba que yo estaba cometiendo un tremendo error enfadándome con Tom y que me arrepentiría, y yo no estaba de acuerdo.

A pesar de todo, le necesitaba. Les necesitaba a los dos. Salí inmediatamente después de declarar, no tenía cojones suficientes como para mirar a Tom a la cara ni para quedarme a oír el veredicto. Me quedé fuera esperando a Georg.

Al poco rato, vi que por fin salía.

-Georg, quiero que hablemos.

-¿Qué pasa? ¿Has decidido dejar de ser un capullo?

-Más o menos...

-Anda, vamos a un bar y hablamos. -justo salía Gustav. Se acercó.

-Geo, ten cuidado, no te vayan a pegar la rabia... -dijo mirándome con odio. Había declarado en favor de su amigo, pero eso no le hacía olvidar el agravio.

-Gus, amor... Voy a ir a tomar algo con él.

-Vale -le besó en los labios- Yo me voy a casa. No tengo ganas de nada después de este puto juicio.

-Te entiendo... Luego iré contigo.

-Gracias -se dieron otro beso y se despidieron. Gustav se fue.

-Me alegro mucho de que seáis novios.

-Sí... Como ya habíamos dejado de hablar, no te lo pude contar. La verdad, estoy muy feliz con él... A pesar de todo.

-Me alegro. ¿Vamos a la cafetería de allí en frente?

-Sí, vamos -nos acercamos.

-Un café con leche, por favor -pidió él.

-Yo quiero un frapuccino. -nos sirvieron y nos sentamos.- Te he echado mucho de menos -admití.

-Y yo también. ¿Qué ha sido de tu vida estos tres meses? -preguntó.

-Bueno... Me he recuperado de las heridas de... ya sabes. Y mi padre me ha enseñado a manejar todas sus empresas. Dice que lo hago muy bien y que pronto se jubilará dejándomelas a mi todas. Mi madre está también muy cariñosa conmigo... Parecen otros. Aunque ella parece más triste.

-Ya... Te diría mi opinión, pero supongo que no quieres oírla, ¿me equivoco?

-Sí, te equivocas. Puedes decírmela. ¿Somos amigos, no?

-Pues no lo parecía cuando dejaste de hablarme por decirte lo que pensaba... Por cierto, por si te interesa, sigo pensando lo mismo de Tom. Y respecto a tu padre, te aconsejo que no te fíes una mierda. Tanta amabilidad es sospechosa.

Against the oddsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora