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Se acercó a Sir Guy par ver si había terminado en las zarzas. Sonrió al verle, tenía la cesta llena de la rica frutilla silvestre, pero también tenía la boca morada, y como llovía bastante, chorros de agua morada le goteaban de la barbilla sobre su jubón y hasta el suelo.
- ¡Te he pillado con las manos en la masa querido amigo!
-Guy la miró sonriente mostrándole todos sus dientes morados.- No tengo defensa- ¿cual va a ser el castigo por tamaña afrenta?.
Ana miró alrededor dándose golpecitos en la barbilla.
-No se caballero...esto es muy grave...tendrás que preparar un baño refrescante, hace tiempo que no llueve,- y comenzó a reír a carcajadas.
-Tienes razón noble dama, esta sequía se está volviendo insoportable, le dijo mientras se apartaba el pelo chorreante de los ojos, que brillaban hilarantes.
-Anda vamos dentro, le dijo,...se me está Rizando el pelo con tanta humedad, y cogiendo su cesta se encaminó a lugar seco.

Sir Marcus estaba sentado con algunos de sus hombres cuando los vió entrar empapados y sonrientes. Frunció en entrecejo y puso cara de pocos amigos.
- No te parece buena la idea, Marcus, yo creía que era la mejor opción. El Castillo Takkar está a dos dias de aquí. Ya se que tenemos que desviarnos un poco, pero el Barón Gonder siempre acoge a los viajeros. Es un buen hombre, y necesitamos descansar y secarnos. Sobretodo secarnos, hay partes de mí que parecen encojerse ante mis ojos, y soltó una risotada. A mi esposa no le hará ninguna gracia que vuelva con esa parte más pequeña. Y comenzó a carcajearse.
Todos los hombres que habían oído la conversación comenzaron a reírse también.
Marcus sonrió.
- Me parece una idea estupenda William. Estoy deseando pasar la noche en una cama blanda tras una buena y copiosa cena. Pero esta noche tendremos que conformarnos con lo que hay, dijo levantándose, voy a ver a los animales mientras se acaba de preparar la cena. ¿Los hombres les han buscado algo de comer y agua? Bueno...agua hay por todas partes, dijo mientras se pasaba la mano por la nuca. Esta misión hace aguas...y salió afuera.
Mientras salía oyó las risotadas de sus hombres.

Estaba cansado, mojado, y harto. No soportaba a esa mujer, pensaba mientras acariciaba la crin mojada de su caballo. La veía coquetear constantemente. Esas semanas habían sido un infierno. Deseaba con todas sus fuerzas acabar la misión y volver a casa. Hacía cuatro años que no veía a su madre y a su hermano Jason.
Esta era la última misión que le quedaba para poder regresar a casa. El vasallaje habría terminado y podría tener una apacible vida de granjero. Se habían acabado sus días de guerrero. Jamás reconocería ante nadie que ya le pesaban sus treinta y nueve años. Sobretodo estos días de lluvia, cuando sus rodillas le molestaban, y el tobillo izquierdo le dolía. Nunca lo diría. Era un Guerrero. Ya hablaría de sus achaques cuando estuviera en su hogar.

Ana saboreaba con deleite la rica sopa. Verónica había hecho un milagro con todo lo que habían llevado. Los soldados habían cazado cuatro conejos. Vero los había puesto a asar, y con las cabezas, las verduras y demás había hecho la sopa. ¡Increíble!, en ese lugar horrible iban a tener un primer y un segundo plato caliente. ¡Gracias primita!

-Verónica, le dijo Ana cuando esta se sentó a su lado para comer. ¡Es increíble lo bien que cocinas!, yo sería incapaz de hacer lo que has hecho. Le dijo mientras se chupaba los dedos. - Estoy comiendo sin modales, metiendo los dedos en la comida y hablando con la boca llena. Me encanta. Me recuerda a Kabul. Sabías que allí comíamos con las manos, y que era de mala educación si no eructabas al acabar. El anfitrión se sentiría ofendido porque al no eructar significa se no te has quedado lleno y complacido. Una costumbre desagradable esa...¿No te parece?¿y si comenzáramos a eructar delante de Sir Gruñón?¿crees que me echaría una de esas miradas condenatorias suyas?.
Verónica la miraba fíjamente.
- Ana querida, ¿te has dado cuenta de que es la primera vez en años que me cuentas algo de uno de tus viajes?. Es maravilloso. Y dejando su tazón a un lado la abrazó muy fuerte.
- Bueno...ha sido sin pensar...no te emociones...y comenzó a sonrojarse. Ya puedes soltarme. Los hombres nos miran.
-Bah!, están muy ocupados comiendo como si no hubiera un mañana. No te preocupes. Y volvió a centrarse en su comida.
-Voy a salir a hacer mis necesidades ahora que están aquí todos los hombres. Es muy difícil estar tranquila en esos momentos con tantos hombres pululando a nuestro alrededor. Dijo Ana. Ahora están distraídos. No tardaré. Y se levantó sacudiéndose las faldas. - Voy a bañarme querida, el polvo del paseo me molesta,...le dijo guiñándole un ojo.
-Estas loca...anda ve y Verónica le sacó la lengua.

Seguía lloviendo y estaba todo bastante oscuro. No se oía más que el sonido monótono de la lluvia. Ana caminó intentando mojarse lo menos posible y se dirigió hacia la parte más alejada del torreón para aliviarse. No le apetecía encontrarse con algún soldado con los pantalones bajados.

Dos hombres permanecían agazapados observando el campamento bajo la inclemente lluvia.
-¿Es esa?.
-Creo que si, es a la que siempre mira Sir Ren, y la que siempre está con Sir Guy, la otra será la prima.
-Acuérdate de que hay que hacerlo bien. La muchacha no debe sufrir daño.
-Si, si...mira...se está levantando las faldas. Por todos....no veo bien con esta lluvia.
-Calla se estará aliviando. Nos viene estupendo porque está de espaldas a nosotros...por cierto...tiene un buen trasero...

Ana estaba en la gloria, llevaba horas con ganas de hacer pis... Se estaba arreglando la falda cuando de repente notó un dolor sordo en la cabeza. Y la nada.

-No le habrás dado demasiado fuerte ¿no?.
-No, solo le he dado un golpecito...como querías que se estuviera callada. Además es grande para ser mujer...
- Bien, vamos...

Una aventura inesperada (Historia Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora