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Tenia hambre. El ángel y su amigo le habían dado un trozo de pan duro y un arenque seco. ¡Por favor!, un arenque para desayunar...ojalá no hubiera iniciado ese viaje. Ahora estaría en su cama calentita y no aquí con esos dos ceñudos hombres.
Se habían pasado la noche roncando, el gigante sobre una silla y el hombre regordete sentado en el suelo apoyado contra la puerta de salida. Así que no había podido escapar, y había permanecido en su catre oyendo la terrible serenata de ronquidos. Tenía un dolor sordo en la cabeza debido al chichón, y solo pensaba en un buen tazón de leche caliente con mucha azúcar y un bollo...¡que hambre!.
Ahora que los secuestradores estaban comiendo su desayuno Ana pensaba en la forma de sacarles más información, ¿hablar?¿quien secuestra a alguien para hablar?.

Magnus miraba a la prisionera mientras daba buena cuenta de su desayuno.
No creía ni por un momento que a Philip duque de Macron le gustara su prometida. Era un hombre al que siempre se había visto rodeado de mujeres rubias, delicadas y débiles para las que él era su paladín, y esta prometida suya era exuberante, morena y fuerte...una amazona...no le gustaría nada...no...y una enorme sonrisa surgió en su boca. Aunque a él si le gustaba...y tanto...le encantaría...

El ángel era más bello aun cuando sonreía, pensó Ana, ¡hay dios!, que guapo, esperaba no estar mirándolo con la boca abierta y con la baba cayendo. Se pasó una mano por la barbilla por si acaso.

Marcus estaba mojado, cansado y furioso. ¿Quien podía habérsela llevado?¿y porque?, había unas huellas detrás de unos arbustos. Parecían de dos hombres, no se veían huellas de animales ni carros, así que irían a pié.
Salieron en su búsqueda pero comenzó a llover intensamente por lo que después de un rato buscando, tuvieron que volver derrotados a la torre.
El ánimo de todos estaba deshecho.
No podrían buscarla esa noche, volvía a llover a mares y la noche era muy oscura. Esperaba estar en lo cierto y que quienes se la hubieran llevado no tuvieran transporte, a pie no adelantarían tanto camino.
Tendrían que comenzar la búsqueda al amanecer.

Después de una noche horrible en la que no había pegado ojo, Marcus miró a Verónica, la pobre chica se había pasado casi todo el tiempo llorando, y finalmente se había quedado dormida.
Se levantó de su cama improvisada, haciendo una mueca al estirarse, esperaba que no se oyeran los crujidos de sus huesos.
Miró a su alrededor, los hombres ya estaban levantados y estaban comiendo un poco de cecina y pan negro.
Era hora de partir, tenia que encontrar a esa problemática mujer.

- Sir William, Lord Guy- les llamo Marcus, confió en ustedes para que lleven sana y salva a Lady Verónica hasta el castillo Takkar, junto con sus enseres y dos soldados, esperemos que el conde nos reciba de buen grado. El resto iremos a ver si encontramos a Lady Ana, nos reuniremos con vosotros allí.
- Muy bien - dijo Sir William, allí te esperaremos amigo, dijo poniéndole la mano en el hombro. Id con cuidado, no sabemos quienes se la han llevado.
- Por supuesto- dijo Lord Guy. Confiad en nosotros, cuidaremos de milady hasta que regreses.
Marcus asintió con la cabeza y se dirigió hacia los caballos gritando ordenes.

Verónica estaba aterrada. ¿Que haría sin Ana?, ella siempre había estado en sus momentos más importantes, era su prima, su amiga, su confidente...esperaba que no le hubiera pasado nada...tantas horas...y con desconocidos...tenía que controlarse, respiró profundamente, no podía entrar en pánico. Todos pensarían que estaba loca. Tenía que ser positiva.
Respiró varias veces, se atusó el pelo y se recolocó el vestido,...positiva, si...pobres raptores...no conocían a su increíble prima, seguro que los estaba volviendo locos...si...ella sabría como tratarlos...eso...pobres hombres.
Y con estos pensamientos positivos se dirigió al carro.

Ana ya estaba arta de estar callada mientras sus captores comían.
-ejemm...
Los hombres ni la miraron.
-Perdón...esto...
-Calla mujer!!! Estamos comiendo.
Ana arrugó la nariz...pescado seco para desayunar...puaggg.
Se estaba enfadando.
-Necesito ir afuera.
-No, dijo el gigante.
-¿Como que no?.
-Como que no.
-Tengo que salir.
-No...
- Muy bien...,se levantó despacio del catre por si se mareaba, el chichón de su cabeza no había disminuido ni un poquito. No se mareó. Miró a su alrededor y buscó debajo de la cama.  ¡Ahí estaba!....un orinal.
-Caballeros....
Nada, ni la miraron.
Ana cogió el orinal por el asa y levantándolo a la altura de su cabeza a la vez que agarraba un puñado de sus faldas les gritó.
-¡¡¡podéis elegir pedazo brutos, o hago aquí lo que tengo que hacer, sin importarme que estéis comiendo...o me sacáis fuera, no puedo esperar!!!!

El más bajito pegó un salto del tronco en el que estaba sentado lanzando su desayuno por los aires.
-Voy, voy...dejad el vestido...no lo subáis más...
El rubio puso una cara rara.
-Déjala Donald...a ver que nos enseña...y le guiñó un ojo a Ana.
-No, no...yo la acompaño. Vamos milady, venga conmigo.
Y dando traspiés abrió la puerta para dejarla salir.

Una aventura inesperada (Historia Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora