20

8.2K 955 26
                                    

Lo había matado, esta vez sí, había matado a un hombre, y ella también moriría allí, aplastada por el hombre al que amaba.
Se miró el brazo, aún tenía agarrada el asa del orinal. ¡Que forma más poco práctica de usarlo!, estoy desvariando -pensó-, dejó lo que quedaba de la pieza de loza en el suelo e intentó localizar el pulso en el cuello de Marcus. Exploró asustada hasta que notó un latido fuerte en su yugular. ¡Estaba vivo!.
Tenía que salir de debajo de él antes de que despertara. Hizo varios intentos para salir, pero era un peso muerto. Finalmente logró darle la vuelta para quitárselo de encima, estaba agotada, sudando como una cerda y casi no podía respirar.
Marcus seguía inconsciente, aunque juraría que acababa de roncar, ¿se había quedado dormido tras el golpe?¡ese hombre era increíble!.
Tenía que hablar con él seriamente, pero a distancia, sin que le pusiera un dedo encima, ni que decir de esos maravillosos labios. Se levantó como pudo y exhausta se sentó en el lecho y lo observó largo rato.
La había besado, la deseaba, estaba segura de que si no lo hubiera parado, hubieran acabado la noche de forma mucho más agradable. Sonrió para sí, bueno no debía de ser tan cardo como ella pensaba.
Decidió que la única forma de que mantuviera las manos lejos de ella sería atándoselas, así que sin perder más tiempo se arrancó dos volantes de la enagua blanca que llevaba debajo del sucio vestido, y ató con ellos fuertemente las manos y los pies de Marcus.
No iba a estar muy contento cuando abriera esos preciosos ojos verdes.

Tardaba mucho rato en despertar, Ana caminaba ansiosa por la estancia, no podía relajarse. Debía ser medianoche y no podía dormir con Marcus roncando en el suelo, porque sí, definitivamente estaba durmiendo la borrachera.

Se acercó al baúl y decidió tocar un rato la guitarra. Bertie había estado abandonada mucho tiempo, y necesitaba entretenerse mientras esperaba a que despertara el hombre.
Decidió quitarse el vestido y ponerse cómoda.

Marcus oía música, la oía lejos, a través de una densa niebla que le impedía pensar. Abrió un ojo despacio, no sabía lo que estaba viendo, luego abrió el otro, y le costó un momento enfocar lo que veía, ¿la parte baja de la cama?, subió los ojos hacia arriba y vió una cama un poco deshecha porque la colcha colgaba hasta sus piernas. No sabía donde estaba. Le dolía el costado izquierdo como el demonio y ni qué decir de la cabeza.
La música la oía ahora con más claridad, intentó girar un poco el cuerpo para ver de dónde procedía, acababa de darse cuenta de que tenía las manos atadas a la espalda, y los pies también los tenía atados, por lo que no podía moverse apenas, pero girando un poco hacia arriba pudo verla.
Una mujer un ropa interior tocaba con destreza un instrumento musical.
No la veía claramente porque la habitación estaba en penumbra, pero veía lo suficiente para darse cuenta que era una mujer morena con el pelo suelto tapándole la cara mientras tocaba concentrada, y vestía ropa interior ya que sus brazos estaban desnudos, y sus hombros también.
Volvió a cerrar los ojos ¿Cómo había llegado allí?. Tenía la cabeza embotada. Respiró profundo varias veces para intentar despejarse.
Ana. Sí, la veía claramente ¡Dios!, ¡la había atacado!, imágenes pasaban a toda velocidad por su cabeza, estaba borracho, la había esperado en el corredor y se había tirado prácticamente encima de ella. Apretó con fuerza los dientes, juraría que se estaba poniendo rojo de la vergüenza. ¿Y ahora?, cualquier castigo que le impusiera  lo tendría bien merecido.
Quería y no quería que ella supiera que estaba despierto. Pese a la incomodidad y la situación en que se encontraba debía reconocer que la musica era muy hermosa, no había oído nunca ese sonido, era rasgado y cálido...sensual. Decidió carraspear para llamar su atención.

Ana dejó de tocar la guitarra en el mismo instante en que oyó el carraspeo.
-¡vaya!, ya era hora, ¿has descansado bien Sir?....mientras le hablaba Ana dejó a Bertie a un lado y se levantó para acercarse al hombre.
-Espero que no estés muy incómodo, pero visto tu comportamiento, - y el mio, pensó, he creído más prudente atarte. Le sonrió con dulzura.
Marcus la miraba fíjamente. Se estaba excitando al mirarla, era patético, allí atado a su merced y lo único que pensaba era en ese cabello revuelto, y toda la piel al descubierto. Si cerraba los ojos podía notar su sabor en la boca. Soltó un quejido de agonía.
-No te he atado muy fuerte, ¿que te pasa?, ¿es la resaca?, no debiste beber tanto, es lo único que hiciste durante la cena. ¿Como has podido?.
Ana se sentó en la orilla de la cama con cuidado.
-Lo...lo..lo siento Ana, siento haberte atacado, estaba bebido, yo nunca...nunca...si no hubiera bebido no me habría acercado a ti, - que mentira más horrible acababa de decir, pero no quería que ella le tuviera miedo.
Ana lo miraba fíjamente, se moría de dolor, en sus oídos resonaban las palabras de él " nunca me habría acercado a ti...", quería llorar, quería pegarle una patada, quería....
Se levantó de la cama y se dirigió a una de las ventanas, fuera estaba oscuro y no veía nada, pero necesitaba poner distancia con él para serenarse.
-Lo entiendo Marcus, susurró, olvidaremos esto, dijo girándose para enfrentarlo, pero no quiero verte beber hasta ese extremo, ella te necesita y tu hijo o hija también, debes comportarte.
-¿Que dices?, le preguntó, no entendía de que hablaba.
-Vamos Marcus, ¿de verdad crees que iba a decirle a una mujer en su estado que me habías besado?.
-No se de que hablas...
-No lo niegues, ella misma me lo dijo.
Marcus se estaba enfadando, Ana le hablaba con convicción, debía creer lo que decía.
-Escúchame bien, yo puedo besar a quien me de la gana, no tengo ningún compromiso...
Ana puso los brazos en jarras, la enfadaba que no reconociera su compromiso con otra.
-Eres .....ella me lo dijo, tu eres el padre de su bebé, eres responsable de la felicidad de ambos, y si no lo haces, ¡no eres el hombre que creía que eras!.
-¡Yo no soy el padre de nadie!¡no se de que hablas!¡suéltame, maldita sea!, yo no tengo ningún hijo.
-Basta Marcus, debes responsabilizarte.
Marcus quería estrangularla, no lo escuchaba y lo acusaba de cosas imposibles.
-No trates de echarme la culpa a mí de tu comportamiento, escupió, si no fueras una casquivana ligera de faldas, no te verías en el estado en que estás, !seguro que no sabes quién es el padre de tu bastardo!, le dijo gritando rojo de ira.
Ana se quedó pálida, y se acerco a la mesa para coger un cuchillo.

Una aventura inesperada (Historia Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora