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¿Sonaban trompetas?¿se movía el suelo?, Marcus se encontraba fatal, tenía un dolor sordo en la cabeza, además de lo dolorido que sentía todo el cuerpo. Volvió a oír aquel desagradable ruido, ¿o era un chillido?, pero prefería dormir que abrir los ojos para investigar, estaba tan cansado...

- ¡Marcus!, ¡Marcus!, ¡despierta!, gritaba Ana a pleno pulmón. Había llegado a trompicones hasta donde estaba Marcus inconsciente, y de tan rápido que intentaba correr casi se cae de bruces porque las faldas se le enredaban entre las piernas y llevaba las manos atadas a la espalda.
- ¡Rápido!, ¡soltadme!, le dijo a los captores girándose hacia ellos para enfrentarlos, tengo que cuidar de él, ¿no veis que tiene sangre en la cabeza?.

Los dos hombres la miraban callados.

Ana estaba empezando a enfadarse y mucho, ¿porqué los habían secuestrado?¿tenían que golpear a Marcus tan fuerte?....tenía ganas de gritar y de romper algo.

- ¡Soltadme maldita sea!, par de inútiles, no veis que si muere, su señor os perseguirá, y este guerrero no os ha hecho nada. ¡Por favor!, dijo bajando el tono de voz, juro que no me escaparé, solo quiero ver como está y curarlo...

- Está bien, dijo Magnus en tono exasperado, te soltaremos y bajaremos al guerrero para que lo atiendas. ¡Donald! Baja al hombre de su montura para que la mujer pueda cuidarlo.
                            
Alana estaba sentada en el alfeizar de la ventana mirando el paisaje.
Era una joven de buena cuna, pensó y tenía una familia que la amaba. A su mente vino la imagen de su hermano Magnus, siempre defendiéndola, moviendo montañas por ella y vio el rostro bondadoso de su padre. Una lágrima calló por su mejilla. Les había decepcionado a ambos. Magnus sabia todo de su desdichada situación pero padre aún la creía honrada. Se llevó las manos al rostro en un gesto de desesperación. 
No le quedaban muchas opciones, o la mujer hablaba con ella y comprendía la situación, o tendría que partir a Francia. Estaba agotada, el tiempo corría muy deprisa, y enseguida se le notaría el embarazo. ¡Maldito!, le prometió amor verdadero, un futuro juntos, la felicidad, y a la primera de cambio la abandona por una desconocida con una buena dote y un título superior al suyo ¡por favor!, ¿como pudo ser tan tonta, tan crédula?.
Pero el desgraciado iba a pagarlo. Si todo salía bien se casarían y ella tendría toda una vida para atormentarlo, sonrió al pensarlo, pero luego volvió a ponerse triste. Lo peor de todo era que pese a lo que le había hecho, ella le amaba, era una tonta rematada, pero amaba a ese taimado egoísta y mujeriego, estaba locamente enamorada de Raven, Duque de Macron.
Si las cosas no salían como lo tenía pensado tendría que viajar para ver a su tía Enid que vivía en París, y allí daría a luz a su bebé, ¡cuanto dolor le produciría a su padre!..no, todo tenía que salir bien.

Donald había bajado a Marcus del caballo sin muchos miramientos, y Ana se había agachado a socorrer al hombre.

Magnus seguía sentado en su caballo observando la escena. Ella parecía realmente preocupada por la salud del guerrero. Reconocía que una pedrada en la cabeza era dolorosa pero ese guerrero era grande. Nada estaba saliendo exactamente como él quería, esa maldita mujer trastocaba todos sus planes. Pero esta vez la llevaría a ver a Alana, y ni todos los demonios del infierno se lo iban a impedir, -frunció el entrecejo-, aunque tuviera que bajarse del caballo e ir él mismo a despertar al guerrero, que lo más seguro es que se estuviera tomando un descanso, o que intentara retrasarlos.

-¡Donald!, despierta al hombre.
-Yooo...humm...¿y como lo despierto?, le dijo mientras se estrujaba las manos.

Magnus miró a su alrededor, estaban en medio del camino, pero se veía un riachuelo a 50 metros.
-Creo que el agua fresca en el rostro lo reanimará, le dijo con una sonrisa torcida.
-Agua,...si,...esto...voy, dijo el hombrecillo acercándose a su caballo para coger algo donde ponerla.

Marcus estaba muy quieto. Ana estaba arrodillada en el suelo, y había colocado la cabeza del hombre encima de sus muslos, y aunque le hablaba y le instaba a despertar, el muy cabezota seguía quieto y no respondía.

Oía una voz, era una voz conocida de mujer, además estaba soltando tacos y parecía bastante enfadada. ¿Es que no le podían dejar dormir en paz?. Le dolía la cabeza mucho, debía haberse pasado con la sidra la noche anterior. Pero no recordaba lo que había hecho esa noche. ¿Cabezota?, ¿zopenco?¿burro?...¿la voz lo estaba insultando?.
Intentó moverse un poco y decirle a esa voz que se callara. De repente notó un chorro de agua fría en la cara, eso fue suficiente para ayudarlo a despertar.
-¡Mierda! ¡Quereis ahogarme mujer!¡por todos los santos deja de insultarme!.

Ana miraba a Marcus con alivio, debía estar bien porque se había incorporado y se había sentado, gruñendo como siempre y queriéndola hacer callar. El hombre permanecía sentado tocándose la cara y la cabeza, y había dejado de despotricar.

- Marcus, le dijo, ¿estás bien?, uno de los que nos han capturado te golpeó con una piedra, con una honda, y entonces te caíste del caballo y yo contigo. ¿Tienes algo roto?, y comenzó a palparle el cuerpo.
-¡Para para!, le dijo Marcus palmeándole las manos. No tengo nada roto. ¿Donde estamos?¿Que hora es?
- Estamos en el bosque...no se exactamente donde, y es pasado el medio día, creo, ¿te duele la cabeza?...estarás desorientado por el golpe.
-No no estoy desorientado.
-Si, no te preocupes, le dijo palmeándole el hombro.
-No estoy desorientado, le gruñó.
-¡Bah!, ya veras como enseguida estas mejor.
-No, no lo creo.
- ¡Que hombre más cabezota!, solo ha sido un golpecito, y el mal humor no te lo ha quitado. Venga levántate para comprobar que estas bien.
-No creo que pueda.
-¿Como que no?¿si me acabas de decir que estabas bien?, venga, levanta y vamos a hablar con la mujer esa causante de esta situación tan extraña. Voy a decirle cuatro verdades. Le dijo mientras ella se levantaba y se sacudía las faldas.
-Necesito que me ayudes, no puedo levantarme, no veo nada. Estoy ciego.

Una aventura inesperada (Historia Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora