Magnus estaba contrariado, frunció con fuerza el ceño, más visitantes. Pidió a uno de los criados papel, pluma y tinta para devolver la contestación. Se suponía que regresar a casa era poder descansar, pero ese no iba a ser el caso teniendo el castillo a reventar. ¡Bueno!, no podía hacer nada. Dió la carta al mensajero que ya había terminado de comer y se dirigió a grandes zancadas hacia el establo. Necesitaba una noche de plácido descanso.
Marcus estaba en silencio después del discurso de Ana. Mil pensamientos cruzaban su mente, pero nada salía de su boca.
Ana lo agarró del brazo y comenzó a arrastrarlo hacia la puerta, Marcus parecía un muñeco que se dejaba hacer.
La mujer abrió con ímpetu la puerta y dió un empujón a Marcus para que saliera fuera. Le agarró las manos que llevaba a la espalda y le cortó las ataduras con el cuchillo.
Volvió al dintel de la puerta, y agarrando el tirador con fuerza le dijo.
- No quiero que vuelvas aquí, vete con tu mujer.
Y cerró la puerta en las narices de Marcus poniendo el travesaño que aseguraba la puerta para que el hombre no pudiera entrar. Luego se apoyó en la puerta y se dejó caer al suelo deslizándose lentamente, mientras grandes lágrimas resbalaban por su rostro.
Marcus miraba fíjamente la puerta como un tonto. No estaba embarazada. No era una puta. ¿Le habría mentido?.
Se acercó un paso hacia la puerta y comenzó a golpearla con los puños.
-No tengo mujer, no voy a tener hijos...¡maldita sea!...te han mentido, ¡mujer!, ¡abre la maldita puerta!.
Solo se oía silencio. Marcus dió un par de golpes más y decidió parar. Le dejaría espacio. Tenía que descubrir quien le había contado esa sarta de mentiras a Ana. No recordaba cuanto tiempo hacia que no estaba con una mujer, pero el suficiente para que fuera imposible que aún estuviera embarazada. Frunció el entrecejo y girándose, se dirigió a grandes pasos hasta su propia recámara. Tenía que descansar, aclarar la mente y desenrollar ese embrollo.-Y yo os declaro marido y mujer. Ya puedes besarla joven, dijo el párroco guiñándole un ojo a Guy.
¡Lo habían logrado!.
Guy besó a su recién estrenada esposa con ardor, y agarrándola del brazo la instó a salir de la iglesia.
-Debemos darnos prisa, aún estamos demasiado cerca mi amor.Se oían los primeros ruidos del despertar del castillo. Los criados habían comenzado a moverse por las estancias recogiendo, limpiando y ordenando. Ana despertó poco a poco del sueño intermitente que había logrado conciliar tras la discusión con Marcus.
Se arrastró fuera del lecho y se miró en el espejo pulido que le lanzaba una imagen distorsionada. No podía discutir lo que Marcus pensaba de ella, si hubiera estado sobrio jamás se le habría acercado. Dolía. Siempre había pensado que no era hermosa, pero jamás imaginó que el hombre del que estaba enamorada se lo diría a la cara, suspiró, lo peor era que le había mostrado un atisbo del placer que podrían lograr juntos, para luego arrebatárselo.
Tenía que resignarse, le parecía imposible que a su avanzada edad lograra que alguien la amara. Una lágrima solitaria rodó por su mejilla.
Respiró varias bocanadas profundas de aire. Bueno,-pensó-, debía afrontar el día como viniera, Marcus no era bueno para ella, estaba comprometido y andaba besando a otras, no tenía moral, ella quería un hombre que la respetase y le fuera fiel, quería un compañero, una casa y niños, quería felicidad.
Pero bueno, -suspiró-,tenía una prima, un viaje en ciernes y un protector que la despreciaba. Tenía que ser fuerte...... Tenía hambre.
Se arregló y decidió bajar a desayunar. La vida sigue, se dijo.Magnus estaba enfadado, había pasado una noche horrorosa. En el establo, no sabía como era posible, la hija de quince años del herrero lo esperaba para insinuársele, tuvo que salir huyendo y llamar a la puerta de su querido hermano de leche, que no estaba muy contento de verle después de que lo había arrastrado por todos lados intentando secuestrar a una mujer que finalmente no era la que pretendían secuestrar. Se frotó con fuerza la frente. Había tenido que dormir en un banco frente a la chimenea, ya que la casucha era poco más que una estancia no muy grande con un jergón, y ahora le dolían todos los huesos del cuerpo y le rugían las tripas. Quería comida, así que se dirigió al salón a grandes zancadas.
Marcus se moría, hacía tiempo que no tenía una resaca tan fuerte como la de esa mañana. Parecía que se le iba a derretir el cerebro, y apenas podía enfocar la vista. Había sido una noche horrible, recordaba perfectamente la discusión con Ana, y no entendía muy bien como se podía haber pasado del cielo al infierno en pocos minutos, en un momento estaba abrazando a la mujer que amaba y después estaba en el corredor gritando a una puerta cerrada. Le dolía la cabeza, quería tumbarse, quería salir fuera...no sabia lo que quería.
Ana estaba comiéndose unas deliciosas gachas de avena con miel cuando vió a Magnus entrar a grandes zancadas dirigiéndose hacia ella.
-Buenos días Sir, le dijo cuando llegó a su altura.
-Buenos días bella dama, le dijo con una sonrisa torcida. Espero poder sentarme a vuestro lado para desayunar. Y se sentó antes de recibir una respuesta.
-Parecéis cansado, le dijo al ver profundas ojeras en su rostro.
-Vuestra es la culpa, le dijo serio, no habéis cumplido la promesa de espantarme las moscas, y he tenido que huir de mi lugar de descanso. Le dijo enfurruñado.
Ana lo miró con una enorme sonrisa.
- Eso os pasa por ser tan hermoso, sois el hombre mas bello que he visto nunca, y no creáis que voy a caer rendida a vuestros pies por ello.
-Ya lo suponía, bella dama, le dijo guiñándole un ojo, se que vuestros desvelos los provoca cierto soldado malhumorado. Y ahora,...dijo enderezándose bien en la silla, voy a comer como un cerdo para que no penséis de mí que soy hermoso. Tengo que horrorizar a todas las féminas para que me dejen en paz. Y comenzó a comerse las gachas con gran interés.
Ana volvió a su desayuno cuando volvió a oír la voz de Magnus que le decía.
-Querida prometida, debo de informarte que en breve contaremos con la presencia de su excelencia el Duque de Macron, así que avisa a tu prima de que su caballero de brillante armadura está por llegar.
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Una aventura inesperada (Historia Completa)
RomanceAna, acompañante de su prima Verónica, debe partir hacia tierras inhóspitas para que esta se despose. El viaje será largo y tortuoso, sobretodo por el constante mal humor que hacia ella enfoca Sir Marcus Ren, enviado por Lord Raven, Duque de Macro...