6

8.7K 987 24
                                    

Verónica estaba preocupada. Ya anochecía y no sabía nada de Ana, tampoco de Sir Marcus ni de sus hombres.
Por su mente pasaban oleadas de imágenes de las cosas horribles que le podían haber pasado a su querida prima.
Paseaba nerviosa por una de las celdas del monasterio Urdui. Habían llegado a mediodía. No tenían previsto parar, de hecho no sabían de la existencia del pequeño monasterio. Sus monjes los habían acogido cuando la lluvia persistente de casi toda la mañana se había convertido en una fuerte tormenta, haciéndo los caminos intransitables con el peso de las carretas.
El prior monseñor Dondui había sido muy amable al acogerlos pese a que ella era una mujer. Lo único que le había pedido es que no saliera de esa celda, ya que los monjes no debían tener contacto con féminas.
Así que ahora estaba en esa pequeña y seca, sobretodo seca celda, esperando desesperadamente saber algo de Ana.

La lluvia había arreciado bastante, Marcus y Ana estaban calados hasta los huesos, y parecía que el castillo Takkar estaba más lejos de lo esperado.
A Ana le castañeteaban los dientes, tenía frío.
Marcus llevaba un rato pensando donde ponerse a cubierto, la mujer había comenzado a temblar hacía un rato. Esperaba que no enfermase, y menos en medio de ninguna parte. Miró a su alrededor, estaban atravesando un bosquecillo, no se oía ningún ruido, creía que los secuestradores no los seguían, así que podrían parar a descansar si encontraban un refugio.
Ana no sentía sus posaderas, las había perdido para siempre, sus pobres nalgas...nada, si movía una pierna, miles de agujas se le clavaban en el culo, pero si no se movía estaba muerto. Le dolían los brazos de agarrarse al gruñón, y tenía frío, mucho frío.
Marcus paró la montura y desmontó con un quejido. Agarró a Ana de las axilas y la bajó del caballo sin decirle una palabra, estaba muy serio.
-¿porque paramos aquí en medio de la nada?, dijo ella mientras la bajaba.
-tenemos que resguardarnos, le dijo Marcus.
-¿resguardarnos?¿dónde?¿debajo de un helecho?...se quejó mientras él la dejaba de pie en el suelo.
Las piernas se le doblaron como si las tubiera de mantequilla, y se hubiera caído de bruces si no se hubiera agarrado a la cincha del caballo, ya que Marcus se había girado en cuanto ella pisó el suelo, y se dirigía hacia un pequeño promontorio.
Las piernas no le iban...no podría volver a caminar...estába tullida...¡que dolor!, de cintura para abajo no podía moverse...

Marcus volvió y agarró al caballo por las riendas.
-Vamos mujer...he encontrado un refugio seco.
- Esto Marcus...
-Me estoy mojando...puedes hablar y caminar a la vez, vamos.
-¡No!, no muevas el caballo.
Marcus la miró con cara de pocos amigos.
-¿Por?...le dijo poniendo cara de aburrido.
- Esto...hummm...no puedo caminar, y señaló con un dedo sus posaderas,..-están muertas,..no puedo dar ni un paso.
El hombre la miró durante un rato, debería haberlo previsto, la mujer no tenía pinta de saber cabalgar mucho, y mucho menos tanto tiempo. Suspiró.
Se acercó a Ana y de un movimiento fluido la volvió a sentar en el caballo.
-Vamos.

Agarró las riendas y se acercó al pequeño promontorio, bueno, a Ana le parecía un montón de piedras y tierra, pero al rodearlo vió que tenía una pequeña abertura.
-¿que es esto? Le preguntó
-Es una choza de pastor, debe estar seca dentro, pasaremos y esperaremos a que amaine la tormenta.
-No llegaremos hoy ¿verdad?.
-Hummm...no creo, y ató el caballo bajo un frondoso árbol, que aunque no tapaba toda la lluvia al cansado rocín por lo menos lo resguardaría un poco.
Miró fíjamente a Ana que tenía un aspecto lamentable, y luego asegurándose de que su pierna aguantaría la cogió en brazos y en dos grandes zancadas la metió en la mini cueva.

Ana había dejado de respirar, el hombre la había cogido y la había apretado contra él como si fuera una frágil florecilla y no una enorme mujer. La hizo sentirse bien, femenina....durante los tres segundos que tardó en dejarla de cualquier manera en el suelo de aquel refugio invadido de plantas y dios sabia que más. Pero estaba seco, menos mal.
Miró a su alrededor, era una habitación pequeña de paredes y techos de piedra de formando una especie de campana, con una salida sin puerta y sin ventanas, el suelo era de tierra pisada, donde habían crecido plantas. En un rincón había leña apilada, y en el centro un círculo de piedras ennegrecidas simulaban un hogar. El el techo un pequeño agujero debía ser la salida del humo.

Sir cabezota había vuelto a salir a la lluvia, así que Ana se arrastró como pudo masajeando su trasero para devolverle movilidad a las piernas y poder encender un pequeño fuego para quitarse el frío, se le estaban poniendo las manos moradas.

Marcus acababa de cazar un conejo, les tendría que servir para la cena. Estaba enfadado, nada le salía bien. Tenía previsto dormir en el castillo con la barriga llena y la cama valiente, y tendria quepasarla mojado, comiendo otra vez conejo, y con esa mujer tan pesada. Suspiró. Estaba cansado.

No lo había conseguido, no había podido hacer fuego, tenía las manos entumecidas, lo único que había podido era recuperar un poco la movilidad de las piernas. Tenía ganas de llorar, y tenía frío, este viaje era un asco, echaba de menos su salita en casa de su tío, el calor del hogar, a su tía....a su madre a su padre...a Bertie...

Marcus entró en el refugio con el conejo pelado y ensartado en un palo para asarlo. Se acercó al montón de madera que había apilado Ana y lo encendió rápidamente, colocando la cena a asar. La habitación parecía más pequeña con él dentro.

Miró fíjamente a la mujer y se pasó la mano por el pelo mojado...
- Ejemm...esto...yo...balbuceó...no quiero que pienses nada raro...pero...tenemos que quitarnos estos ropajes mojados o enfermaremos.
Caminó a grandes zancadas hacia la pila de leña y cogió un palo largo que colocó a modo de percha para secar la ropa cerca del fuego.

Ana lo miraba en silencio.

-Hay que hacerlo, le volvió a repetir. Y como ella no contestaba comenzó a desnudarse.

Ana lo miraba con la boca abierta. ¡Desnudarse!¡solos!¡juntos!¡los dos!

Iba a ser una noche muy larga.

Una aventura inesperada (Historia Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora