Lidia estaba escondida tras una de las cortinas del corredor, había seguido a su hermano hasta los aposentos de su amada, y desde esa posición había oído todo lo que su hermano del alma había hablado con Alana. Se alegraba muchísimo de que todo hubiera salido bien, pero ahora su madre fijaría toda su atención en ella. ¡Horror!, necesitaba un plan, y necesitaba un plan que funcionase de verdad, se dejó caer tras las cortinas, y tenía un problema, un problema muy grande, no sabía donde estaba, y no veía suficiente para volver sola.
Todo le salía mal, tampoco había podido hablar con Raven. ¡Demonios!, desde que estaba enamorado de Ana nada salía como esperaba. Todos sus planes al traste por una mujer que parecía tener una moral dudosa, aunque ya no estaba seguro tampoco de que su moral fuera tan laxa como le había parecido al principio. Estaba confundido. Decidió ir a las cuadras, seguro que dar una vuelta le refrescaría la mente, aunque parecía que estaba comenzando a llover de nuevo, pero bueno, era solo agua, pensó al salir bajo la lluvia.
Lo vió caminar bajo la lluvia un poco encorvado, se dirigía a las caballerizas. No iba a ser padre. Los sentimientos que tenía por Marcus la inundaron de la cabeza a los pies, lo amaba, y él era libre. Una carcajada de alegría pugnaba por salirle de la garganta. Lo amaba tanto...pero él a ella no. Recordaba perfectamente las palabras que le había dicho en su recámara "si no hubiera bebido no me habría acercado a ti", dolía, dolía mucho.
Era horrible verlo ahí tan cerca, y a la vez tan inalcanzable para ella. Una lágrima rodó por su mejilla. ¿Y Verónica?¿estaría feliz en su aventura?¿debería contárselo a su prometido?, estaba echa un lío, y sus pensamientos eran tan lúgubres como el clima de ese día, suspiró. Estaba un poco preocupada por Alana, el embarazo la hacía estar un poco alterada ( un poco bastante), no la conocía mucho pero le había caído bien, además la envidiaba, estaba embarazada del hombre al que amaba, ella daría lo que fuera por tener un hijo de Marcus. Iría a verla, sí, necesitaba distracción.
Caminó por los corredores apenas iluminados, la lluvia había oscurecido el día, y un aire fresco corría por los pasillos. Estaba llegando a la puerta de Alana cuando oyó las voces. Alana hablaba con un hombre. Se paró para escuchar más atentamente, no quería interrumpir una conversación importante. Dió un paso atrás y pisó algo blando, se oyó un fuerte chillido y algo la aprisionó con fuerza, intentó soltarse forcejeando con fuerza, de repente notó un fuerte dolor en la cabeza y después nada.Raven y Alana estaban planeando su estrategia para estar juntos cuando oyeron un fuerte estruendo en el corredor. Raven salió con premura a ver que sucedía y vió una escena cuanto menos extraña.
Una mujer estaba despatarrada en el suelo encima de una cortina que se había descolgado de la pared, y de debajo de todo el montón de tela y de hierros de sujeción salía una pierna y unos chillidos muy familiares.
-¿Lidia?, ¿eres tú?..., Alana, ven ayúdame con la mujer, creo que está aplastando a mi hermana.
Alana se acercó para ayudar a la mujer.
-¿Lady Ana?, la llamó, se acercó un poco más para asirla del brazo, y luego miró a Raven.
-Querido, tenemos que llamar por ayuda, tiene un corte profundo en la frente y no responde, está inconsciente.
-¡Mierda!, ve, corre, busca ayuda, yo la levantaré y la llevaré a tus aposentos, mi hermanita tendrá que esperar un poco, dijo Raven mientras alzaba a Ana con mucho cuidado y esfuerzo, la mujer no era un peso pluma.
Lidia temía estarse asfixiando, la persona que le había destrozado el pie y que le había dado un codazo en la cara, estaba intentando asfixiarla, una muerte horrible, le aprisionaba los pulmones de tal forma que solo podía emitir chillidos, iba a morir. Una especie de alivio la inundó, debía estar loca, pero esa era una forma estupenda de librarse de los planes de su madre.Magnus estaba todavía sentado en una de las mesas del salón, estaba trazando planes para el descanso de esa noche, ya había descartado su alcoba, la casa de Donald, el establo....era su cuarta cerveza, él tenía mucho aguante con el alcohol, pero estaba comenzando a ver graciosa su situación con las mujeres del castillo, así que debía de dejar de beber.
-¡Magnus, Magnus!, Alana entró en el salón como una tromba y con palabras entrecortadas le explicó lo que había pasado.
-Tranquila...¡tú!, dijo señalando a un lacayo, ve a buscar a la curandera,- y tú,dijo señalando a la criada proporcionale todo lo que necesite cuando venga, -vamos hermanita, vamos a ver que ha pasado.Lidia sintió un gran alivio cuando el peso que la aplastaba desapareció, y oyó a su hermano hablando.
-Vamos Lidia, levanta del suelo, todos sabemos que te gusta mirar las piedras de cerca, pero esto ya es excesivo, y soltó una risita.
Lidia quería reírse, pero sentía gran dolor solo con respirar. Levantó los brazos para quitarse de la cara la polvorienta cortina e intentó incorporarse con cuidado.
Cuando logró sentarse se dió cuenta que se le había soltado el moño y su cabellera roja estaba toda revuelta y llena de polvo. No veía bien por lo que suponía que sus preciadas gafas se habían caído en algún momento de la refriega. Intentó tantear el suelo pero no encontró nada.Magnus y Alana llegaron al corredor en el momento justo que la mujer se incorporó, Magnus pensó que era una niña pelirroja la que estaba en el suelo, solo podía ver una espectacular cabellera roja por detrás y se oían unos hípidos como si la muchacha no pudiera respirar. Aceleró el paso y agarrándola por la cintura la levantó de golpe.
-Vamos niña, solo ha sido un susto, arriba hoop!!.
Lidia sintió que se elevaba a tres metros del suelo. Unas manazas la había levantado como una muñeca de trapo.
Se giró de costado para ver quien la agarraba tan fuerte, quedando su cara a la altura de su rescatador.
Hermoso, a esa distancia podía ver el rostro más hermoso que sus fallidos ojos hubieran visto jamás. Era como el Apolo de sus libros, que va, era aún más bello.
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Una aventura inesperada (Historia Completa)
Roman d'amourAna, acompañante de su prima Verónica, debe partir hacia tierras inhóspitas para que esta se despose. El viaje será largo y tortuoso, sobretodo por el constante mal humor que hacia ella enfoca Sir Marcus Ren, enviado por Lord Raven, Duque de Macro...