No estaba.
Ana llevaba gran parte de la mañana buscando a su prima por todo el castillo, en cada una de las estancias, en cada uno de los aposentos.
Había desayunado con Magnus y luego se había dirigido a los aposentos de su prima para darle la buena noticia, su prometido estaba tan impaciente por verla y reunirse con ella que había ido a buscarla. ¿Buscarla? -pensó Ana- ¿Cómo sabía que estaban allí?...humm...Bueno - pensó-... a lo mejor el señor del castillo había enviado un emisario, encogió los hombros y siguió la búsqueda.Definitivamente no estaba, Ana estaba comenzando a asustarse, su prima era algo alocada y vivaracha, pero era responsable y la habría avisado si pensaba ir a algún sitio. Comenzaba a sentir una presión en el pecho.
Había recorrido el castillo, había preguntado todos los que allí habitaban, sirvientes, mucamas, lavanderas...incluso había salido al patio y había hablado con el porquero, el jefe de establos y con algún soldado. Nada, ...no sabía que hacer, - le temblaban las manos-, comenzó a hacer respiraciones profundas, no podía entrar en pánico, necesitaba ayuda, necesitaba hablar con Marcus.Lo encontró cepillando su caballo en el establo. Se había quitado el jubón, y solo llevaba la camisa que marcaba los músculos de su espalda con cada pasada de cepillo al caballo. Ana lo miró embelesada durante un momento. ¡Ay madre! Volvía a querer besarlo, tocarlo,...pensamientos ardientes de la noche anterior pasaron fugaces por su cabeza, no tenía dignidad, ¡sí!, si que tenía...¿o no?.
La cabeza de Ana bullía incoherentemente, intentó concentrarse y dió varios pasos hasta colocarse detrás de él, carraspeando para anunciar su presencia.Marcus miró por encima de su hombro para gruñirle a cualquiera que le molestara, necesitaba estar solo y pensar. Y la vió, le tembló ligeramente la mano sobre el caballo.
-Ana...
Ana dió un paso atrás dejando más espacio entre ambos.
-Para...le dijo Ana levantando una mano. No vamos a hablar de nada de lo que sucedió anoche, eso está olvidado, no volveremos a mencionarlo nunca. Hizo una pausa para recobrar el aliento.
-Necesito tu ayuda,- susurró-, Verónica no está, dijo tapándose el rostro con las manos. Está perdida, secuestrada, ¡ay Dios!, le ha pasado algo, sollozó.Marcus soltó el cepillo y se acercó a ella para abrazarla. La envolvió en sus brazos con cautela, no quería que pensara que quería algo diferente a consolarla, notó el calor que desprendía su cuerpo, aunque sí quería algo más que abrazarla, quería besarla, desnudarla y deleitarse con su belleza, era una mujer embriagadora, respiró profundo para captar su aroma, era un aroma fresco, limpio, y a mujer, le hervía la sangre, era un pobre tonto, -se dijo-.
Intentó frenar su pasión escuchando los sonidos del establo, podía notar el olor del heno, y oía a los animales, recordándole las imágenes que había visto aquel día en la mansión de su tío cuando ella estaba retozando con un joven en el heno y su tía se reía sentada en una bala de paja ¿su tía estaba mirando?¿mientras ella retozaba?, frunció el ceño, ¿habría malinterpretado lo que vió?¡bah!, seguro que no -pensó-.
-Vamos, vamos, deja de llorar, le dijo dándole unas palmaditas en el hombro, vamos a buscarla, no puede haber desaparecido pero por si acaso vamos a buscar al único "raptadamas" que conocemos, -le dijo-, de hecho tú lo conoces mucho mejor que yo ¿no es así?, le dijo soltándola.Ana se puso tiesa como una tabla. Por supuesto, siempre pensando lo mejor de ella,-pensó-. No iba a dejarse derrumbar por la pena de que él pensara lo peor de ella, así que puso una enorme sonrisa en la cara antes de contestarle.
-¡Magnus claro!, él sabrá que hacer. Es un hombre maravilloso, tan fantástico como parece.
Se giró y comenzó a caminar rápido dirigiéndose al castillo, dejando de sonreír instantáneamente. Solo quería llorar. Estaba furiosa, enfadada y..¡ay!, quería darle con algo duro en la cabezota esa malpensada que tenía. Parecía celoso ¿celoso?. No iba a ser tan ilusa para pensar que Marcus iba a tener sentimientos tan fuertes por ella, más bien estaría frustrado...¡oh Dios!, pensó parándose de golpe, ¡eso es!...debía pensar que había estado besando a su cuñada, Marcus estaba con Alana y él creía que ella estaba con Magnus. ¡Menudo embrollo!, sacudió la cabeza con fuerza y aceleró el paso para llegar al castillo.
-Vamos Marcus ¡no te quedes como un pasmarote!, tú eres su guardián, le gritó al hombre por encima del hombro mientras se alejaba.Marcus la vió alejarse rápidamente y con un suspiro comenzó a seguirla despacio, casi arrastrando los pies. No le apetecía nada conversar con ese hombre al que Ana no podía dejar de mirar con la boca abierta y cara de embobada.
-¿Como que no está?, ¿estás segura?. Magnus estaba en la biblioteca del castillo repasando la contabilidad, una tarea tediosa de la que agradecía escapar cualquiera que fuera el motivo, cuando Ana y Marcus lo encontraron.
-Si, no esta, necesito tu ayuda, le sonrió Ana con dulzura.
-¿Seguro que no sabes nada?, no será la primera vez que cerca de ti secuestran a alguien ¿no?, casi escupió Marcus.
Ana le agarró de un brazo con disimulo cuando vió su actitud beligerante.
Magnus se arrellanó en su sillón con las manos cruzadas en su estómago y una risa socarrona.Sonó un golpe en la puerta de la biblioteca y Donald el amigo de Magnus entró en la estancia bastante nervioso acompañado de uno de los soldados del séquito de Verónica.
Donald estrujaba sin compasión su gorra.
-Disculpa que te interrumpa Magnus, pero la señorita, dijo mirando a Ana de reojo, ha estado por todas partes preguntando por la otra dama, y Patrick el mozo de cuadra me acaba de decir que faltan dos caballos con sus monturas, eso...tartamudeó, y este buen hombre, dijo señalando al soldado...buscaba al señor...hum...soldado amigo de la señorita porque tampoco encuentran al otro caballero - balbuceó Donald sin respirar para intentar explicar la situación de golpe.
Ana dió un paso para acercarse al hombrecillo e interrogarlo, pero éste puso cara de espanto y retrocedió rápido.
- Pues eso - dijo Donald-, aquí te dejo al soldado, me voy, si...tengo que irme, dijo nervioso mientras se giraba para salir, y balbuceaba, hummm orinal, hum...tres días...hum loca..chichón...ni hablar. Y desapareció por el corredor.
Los cuatro se quedaron callados unos momentos con distintos grados de desconcierto.
Ana pensaba con razón que el hombrecillo le tenía miedo.
Marcus pensaba que había oído mal algo sobre un orinal y un chichón, ¿como sabía ese hombre lo que le había pasado la noche anterior? Se dijo tocándose la frente.
Magnus estaba aburrido, resignado y con ganas de dormir. Quería una cama decente y una puerta segura para que nadie entrara y lo dejaran en paz, pensó frunciendo el entrecejo.
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Una aventura inesperada (Historia Completa)
RomanceAna, acompañante de su prima Verónica, debe partir hacia tierras inhóspitas para que esta se despose. El viaje será largo y tortuoso, sobretodo por el constante mal humor que hacia ella enfoca Sir Marcus Ren, enviado por Lord Raven, Duque de Macro...