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Oía a un hombre lanzando insultos. Estaba muy enfadado con alguien.
Ana sintió curiosidad. Esa voz no se parecía ni a la del grandullón ni a la del pequeño hombre, pero le era conocida.
Despacio comenzó a arrastrarse hacia la orilla del tejado. Las tejas de madera y los clavos le estaban destrozando el frente del vestido, pero no importaba. Quería saber quien estaba tan enfadado.
Se arrastró poco a poco, centímetro a centímetro. El tejado crujía y no quería que quien estuviera abajo la oyera.
Había comenzado a llover.
Enormes gotas comenzaron a empaparla y a golpearla a ella y al tejado.
El hombre seguía debajo de donde ella estaba. Se acercó más al borde y apolló las manos en el canalón para asomarse bien.

Era Marcus. La alegría la inundó por todas partes. La había encontrado, ¡estaba salvada!. Se incorporó un poco y cuando iba a llamarlo se oyó un fuerte chasquido, y acto seguido la sensación de volar.
Iba a morir.  Ese  fue su único pensamiento antes de que se le cortara la respiración por el enorme impacto contra el suelo.
No podía respirar. El golpe había sacado todo el aire de sus pulmones.

Marcus se estaba mojando...otra vez...y estaba enfadado. Oyó un fuerte crujido y al mirar hacia arriba lo vió todo negro.

Ana empezó a respirar con rápidas bocanadas de aire, el dolor en todo el cuerpo era intenso, pero comenzó a mover las extremidades y se dió cuenta de que no tenía nada roto. Permaneció muy quieta bajo la lluvia, y comenzó a darse cuenta de que algo había amortiguado el golpe, algo cálido y blando sobre el que permanecía espatarrada.
¡Dios mio!¡había matado a Marcus!. La culpa era suya, no tenía que haberse acercado tanto al borde del tejado. El canalón estaba medio podrido, y ella no era un peso pluma ¡Lo había aplastado!...Había matado a un hombre...

Marcus sentía que se ahogaba. Tenía todo el cuerpo aplastado contra el suelo y no podía moverse. Algo le había caído encima. Abrió los ojos pero no sabía que estaba viendo, algo blando le cubría la cara pero no podía apartarlo, tenía los brazos atrapados.

Ana le sintió moverse debajo de ella, ¡por dios!, tenía que incorporarse, la cara de Marcus estaba aplastada por sus pechos, ¡que bochorno!. Reptando fue deslizándose del cuerpo de Marcus al suelo. Le costaría la vida levantarse.

Marcus sintió al peso moverse y deslizarse, ya podía respirar, y al mirar vió un cielo plomizo del que caía un agua insistente. Giró la cara hacia la derecha y la vió. Ana.

- Has intentado matarme...le dijo con voz entrecortada.
-No, no...ha sido un accidente susurró ella.
-Me duele todo..., se quejó Marcus frunciendo el ceño. Espero que no regresen los hombres con los que estabas, no podría defendernos ni ante un gatito. Y suspiró con pesadez.
-Tenemos que levantarnos. Nos estamos mojando. Y pueden volver.
-Si...

Pero seguían tirados en el suelo en el barro y bajo la lluvia.

Marcus hizo un enorme esfuerzo por moverse. Parecía que le hubiera aplastado un caballo...ahora si que le dolía todo. Notó como le crujían los huesos al moverse. Un dolor sordo lo invadía pero no creía tener nada roto. Poco a poco fue incorporándose quedando sentado. La lluvia seguía cayendo y chorros de barro se deslizaban por su espalda desde su pelo. Estaba enlodado.
Miró a Ana que seguía tumbada en el suelo de lado. Respiraba con dificultad, tenía los labios morados y estaba cubierta de barro.

-¿Estas bien mujer?...Debemos entrar dentro y secarnos...
-Si...no...no se...me duele todo tanto...que ha dejado de importarme el agua...pero si, vamos, le dijo mientras hacía un esfuerzo enorme por levantarse.

Se ayudaron mutuamente. Parecían un par de borrachos que se hubieran caído en el lodo y fueran incapaces de caminar rectos.

-Creo que mañana estaremos peor...deberíamos irnos de aquí, pueden volver, dijo ella.

Marcus la miró y se miró. No sabía si podrían llegar al castillo Takkar, pero no podían quedarse allí.

- Mi caballo esta a unos metros.

Caminaron dando tumbos hasta el caballo que esperaba paciente. Marcus subió a él haciendo una mueca de dolor. Estaba todo y completamente dolorido. Agarró a Ana para ayudarla a montar detrás de él, y comenzaron la que sería la travesía más penosa de toda su vida.

El agua caía con fuerza. El cielo estaba tan negro que en vez de mediodía parecía de noche. Tras unas horas se habían limpiado de tanta agua que les había caído encima. Estaban agotados.

Marcus no pensaba descansar. Tenían que llegar al castillo. No tenían comida, ni refugio, y no sabían si los secuestradores los seguían. Ese viaje lo estaba matando.
Ana estaba pegada a su espalda como una lapa, y pese a los muchos dolores que padecía no dejaba de sentirla pegada a él. Sus pechos le empujaban y se rozaban con cada movimiento del caballo. Esto era lo peor que le podía pasar, se estaba excitando,...otra parte dolorida. Esto es una agonía. Y frunció el ceño más profundamente mientras azuzaba al caballo para que se diera más prisa.

Ana no podía más, jamás pensó que sus posaderas pudieran dolerle tanto, y aunque debería tener esa parte fresca por tanta lluvia, le ardía sobremanera. Hacía años que no subía a un caballo, y este cabezota a parte de no querer parar, iba más rápido cada vez.
Debía confesar que era agradable estar abrazada a él. Sus cuerpos de la cintura hacia arriba estaban totalmente pegados y ella le rodeaba con sus brazos notando sus músculos duros debajo del jubón. Era un hombre muy fuerte.
Sus pensamientos vagaban, ¿que pensaría el hombre?¿de verdad cree que he querido matarlo?¿y sus captores?¿les estarían buscando?¿falta mucho para llegar?¿que pensaría su prima?¿habrían recogido sus cosas?¿estaría Bertie bien?....tenia que dejar de pensar tanto...

- Sir, ¿falta mucho?...tengo hambre...y me duelen partes del cuerpo que desconocía que tuviera.
-Solo un poco, le contestó él.
-Un poco cuanto...
-Llegaremos al atardecer
- ¡Pero si solo es mediodía!
-Pues si...
-¡dios mio! Farfulló ella...me voy a morir aquí subida.
-Piensa en otras cosas...así el tiempo pasa más rápido.

Ana se quedó callada abrazada a su espalda.

-Bertie, le dijo...pensaré en Bertie, y cerrando los ojos comenzó a canturrear canciones en español.
Esa mujer era incorregible, ¡se ponía a pensar en un amante para pasar el rato!, en qué momento la deseó...era una meretriz, una....bueno...estaba otra vez enfadado.
¡Esa mujer lo sacaba de sus casillas!.

Una aventura inesperada (Historia Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora