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Lidia estaba enfadada, no comprendía porqué su hermano la arrastraba por esos caminos enlodados en invierno para ir al castillo de un barón al que no conocía de nada cuando tenía tantas cosas que preparar para la llegada de su futura cuñada. No es que le gustase mucho tener que organizarlo todo, pero su querida madre había decidido que tenía que aprender a manejarse en esos eventos para estar preparada en su próximo enlace. ¡Próximo enlace! ¡Bah!, no iba a casarse, ni hablar, ella quería leer, aprender de los libros, pintar, viajar, no estar todo el día ocupada con tonterías de dama de alcurnia, y limpiándole los mocos a una caterva de bebés llorones, un escalofrío recorrió su espina dorsal. Prefería los libros, eran seguros, silenciosos y predecibles.

Raven estaba decidido, tenía que ver a Alana, ella no era como las demás, debía hablar con ella, todo dependía de lo que sintieran al verse. Se removió un poco encima del caballo. Alana...-pensó-, era muy inteligente y divertida, y hermosa, si, cuando pensaba en ella..., bueno, mejor no pensar, todo era culpa de su madre. Lady Agnes, prima del rey, había urdido sus esponsales con una dama noble a la que no había visto en su vida, sin su permiso y sin preguntarle. Cuando su madre se lo contó se llevó el mayor susto de su vida, los engranajes estaban en marcha, su madre había decidido que quería nietos y se había puesto manos a la obra. Solo tenía 30 años ¡por el amor de Dios!.
Si Alana correspondía a sus sentimientos iba a enfrentarse a todos y a todo, él era un Duque y no un mequetrefe en manos de su madre, -suspiró-, se convertía en un tonto delante de su autoritaria madre.

-Raven, ¿estás seguro?¿no tienes dudas?...Lady Alana es muy simpática y hermosa, pero ya sabes que madre se lleva muy bien con el Rey, y este la consiente. Tendrás problemas.
Raven giró la cabeza hacia esa voz ronca, Lidia, era su hermana pequeña y la más sensata de la familia.
-No te preocupes hermanita, le dijo guiñándole un ojo, todo va a salir de maravilla.
-Si tu lo dices...-suspiró-, ya me gustaría a mi que todo fuera bien, madre me está agobiando para que me case, si no logra lo que quiere contigo, me perseguirá a mí, por favor, Rav, ¿no puedes casarte con ella?, ya lo tengo todo listo. Le dijo con un mohín en la cara y batiendo las pestañas tras unas gruesas lentes.
Raven sonrió al verla, Lidia era ocho años menor que él, pero siempre habían estado muy unidos. De pequeños lo perseguía por todos lados, haciendo cosas de chico y recibiendo un castigo tras otro de su madre por no ser una señorita como Dios manda. Nunca lo sería, era diferente, le encantaban los libros y la soledad, y era terca y avispada, pero solo dejaba ver su parte juguetona a las personas a las que amaba. Lidia era...Lidia, había sacado los colores de sus ancentros escoceses y tenía una mata de cabello pelirrojo indomable que llevaba atado tirante sobre la cabeza, sus ojos eran igual que los de su padre, grises, tranquilos, camuflados por unas gafas horribles que impedían que fuera tropezándose por todos lados, porque su amada hermana era más ciega que un topo.
-Querida hermana, no vas a impedir a madre que te despose con algún caballero, quieras tu o no.
-De eso nada Rav, ya me encargaré yo de que me deje en paz. Aún no puedo creer que te dejara traerme a este viaje absurdo, pero claro, ella piensa que vas a buscar a tu futura esposa...
-Claro querida, y a eso voy, solo que la futura esposa no va a ser la que ella espera, y sonrió con la boca torcida.
-Madre pondrá el grito en el cielo, y yo tendré que aguantarla, pufff.
- Como me adoras, sufrirás en silencio hermanita, le dijo palmeando la crin de su caballo, ¡me quieres!, y azuzó al caballo mientras se carcajeaba.

Era imposible, -pensó Lidia-, tenía razón adoraba a su hermano desde siempre, desde que los hijos de los vecinos los perseguían llamándolos zanahorias...Rav tenía el mismo pelo rojo que ella, pero como lo llevaba corto, no parecía un nido de pájaros revuelto como el suyo, la verdad es que se había convertido en un hombre realmente hermoso su hermano, tenía los ojos azules de su madre, un azul brillante, en una cara hermosa, ¡que injusto!, bueno, no iba a quejarse, su pelo suelto no estaba mal, pero como nadie iba a verlo, pues para que le servía, -suspiró-.
Azuzó al caballo para acercarse a Rav.
-¿Has avisado al castillo para que nos esperen?, le dijo cuando llegó a su lado.
-Sí, el mensajero llegó hace un rato, estamos a mediodía del castillo, así que dentro de nada sabremos como va la cosa.
-De verdad, a veces pienso que te gusta meterte en líos, ¿pero con madre?. Ya sabes que padre la adoraba pero siempre se quejaba de que le encantaba dominar y dirigir. Debía ser su vena real, aunque solo fuera a medias, papá la adoraba, y ella a él. Creo que le gusta más mangonearnos desde que él no está. - se puso la mano en el mentón y comenzó a tamborilear sus dedos sobre la mejilla. ¿Sabes?, podríamos buscarle un pretendiente, ¿no crees?, si tiene a alguien a quien amargar, nos dejará en paz. - le dijo sonriendo.
Raven la miró con una sonrisa.
-Me parece perfecto, pero tendrás que buscar a alguien que no se sienta intimidado al verla, jejeje.
-Y tiene que ser atractivo, para que se quede tan prendada que se olvide de nosotros.
-Y con posibles, no lo olvides, tiene que ser capaz de mantenerla y llevársela lejos de nosotros.

Ambos hermanos continuaron bromeando  y riendo un rato hasta que en uno de los recovecos del camino comenzaron a verse campos cultivados, y a lo lejos un bonito castillo.

- Bueno querida Lidia, ahí debe haber algún pobre loco al que cargarle a madre.
-Eso espero, porque tu te diriges a una montaña de problemas Rav, eres muy valiente hermano. Te admiro y te envidio porque vas a perseguir tus sueños, yo los míos no los vería ni a un palmo si no llevara gafas. Mi vida va a ser un horror con madre, si, un horror. Tendré que hacer algo drástico.

Una aventura inesperada (Historia Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora