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No había encontrado a Ana.
Marcus había seguido a la esquiva pareja, pero se había encontrado con uno de los soldados a los que había mandado a buscar a Guy, y lo había entretenido con sus inquietantes nuevas.
Tenía que hablar seriamente con Ana, no era normal que lo hubiera transformado un un manojo de nervios malpensados. ¡Por Dios!, solo era una mujer, y no la más hermosa que había visto, pero lo estaba volviendo un endeble babeante que suspiraba por su atención. No podía evitarlo. No quería evitarlo.

Magnus vió a Marcus parado en medio del salón con cara de pocos amigos, una sonrisa torcida cruzó su rostro, era interesante ver al hombre desquiciado pensando que él y Ana tenían algo, se pasó una mano por el cogote, estaba cansado y burlarse del hombre lo animaría, pero ahora no era momento de alardear ante él de su "inexistente relación", necesitaba hablar con él tranquilamente, sin que quisiera matarlo con la mirada, y con todas las armas a su disposición.
Caminó tranquilamente hacia Marcus, era interesante ver la cantidad de expresiones que pasaban por su cara mientras lo veía acercarse. Iba a ser una conversación interesante.

-Sir Marcus.
-Sir Magnus.
Ambos hombres se miraban fijamente con una tensa cordialidad.
-Ya creemos saber que ha sido de su hombre y de la muchacha. Le dijo Magnus rodeándole para ir asentarse a una de las mesas y haciéndole un gesto para que lo siguiera.
Se sentaron uno frente a otro, y una atenta criada les sirvió dos jarras de cerveza.
Marcus miró su jarra y pensó en todo lo acontecido por culpa de beber demasiado. Una ola de calor lo cubrió de arriba a abajo cuando recordó como se sentía al tener el cuerpo voluptuoso de Ana apretado contra el suyo. ¡Diablos!, solo de pensarlo se excitaba, estaba enfermo. Frunció de nuevo el ceño.
Magnus miraba al hombre que tenía cara de querer asesinarlo allí mismo. Ese hombre estaba consumido por los celos. Era interesante mirarlo. Esperaba no sucumbir jamás a semejante condición, un escalofrío de temor le subió por la espalda. Le asustaba sobremanera que alguien tuviera ese poder sobre él.
-Esto...mis hombres han encontrado unas huellas que se alejan del castillo por la torre oeste, son de dos caballos, y llevan jinete por su profundidad en el terreno húmedo . Ahora solo queda saber que queréis hacer, perseguirlos sin informar al Duque o darle la noticia y ver lo que desea hacer cuando lo sepa, algunos hobres no desean vivir un infierno con una esposa reacia, en cambio a otros les gusta un buen combate, dijo encogiendose de hombros, no es de mi gusto perseguir a un par de enamorados.
-Hummm...vaya contrariedad, si, yo no los perseguiría, me es indiferente lo que quieran hacer, pero si el Duque lo ordena no tendremos más remedio. Gracias, casi escupió Marcus. No le apetecía nada estar en deuda ni agradecerle nada a ese hombre.
Se levantó con desgana de la mesa.
-Lamento no poder tomarme la cerveza con vos,-mintió, pero creo que Lord Raven debe saber que ha sido abandonado.
Y despidiéndose con una inclinación de cabeza, salió a buscarlo.
¡Mujeres!, eran la perdición de los hombres. Seguro que Raven le cortaría la cabeza a Guy.

Raven se dirigía a los aposentos de Alana, a cada paso notaba como su corazón latía más fuerte y comenzaban a sudarle las manos, era la vez que más nervioso había estado en su vida, ni su madre había conseguido que le temblaran las piernas como a un adolescente imberbe.
No la había visto aún, pero había conseguido averiguar, gracias a las indagaciones de su hermana, donde estaba su recámara. Tenía que hablar con ella. Tenía que convencerla.

Alana estaba mirando por la ventana cuando sonó un toque en la puerta. Había logrado serenarse después de la conversación con Lady Ana, tenía un poco más de tiempo, la verdad es que le caía bien la mujer, y aún más desde que sabía que no tenía nada que ver con su Raven.
Dió paso a quien había llamado pensando que sería Marg que le traía una tisana para calmar su estómago.

-Alana....
La mujer se giró con premura al oír la voz amada.
-Raven...

Raven no podía apartar la vista de su mujer, era hermosa, tal y como la recordaba, pero ahora mismo estaba blanca como el papel, daba la impresión de ir a desmayarse. Se acercó a ella en dos grandes zancadas y la agarró arrastrándola hacia una de las sillas de la estancia.
- ¿Te encuentras bien?, te has puesto muy pálida al verme, espero no haberte asustado. No soy tan horrible para haberte asustado ¿no?, le dijo sonriendo.
-No, no...solo es que no esperaba verte...respiro un poco y se me pasa...
Durante unos minutos se mantuvieron en silencio mientras Alana se recuperaba.
¡Ay madre!, está aquí, ¿que le digo?, ¿se lo cuento?, ¿se habrá perdido mientras buscaba a su prometida?, ¿que querrá?, ¿vendrá a que no cuente lo nuestro?...que nervios. La mente de Alana bullía de preguntas.

-Alana, he venido a explicarte.
-No hace falta, lo entiendo, le dijo levantándose. Ella tiene un título superior...tu eres un duque...yo, yo..no soy nadie...se le quebró la voz.
-No, estás equivocada, tu si eres alguien, le dijo siguiéndola y cogiéndola por los brazos. Alana, he venido por ti. No sabía que mi "prometida" estaba aquí. He venido por ti. Le dijo mirándola fíjamente a los ojos. Creeme.
-¿Por mí?, se sorprendió ella, pero si estas prometido...
-No es mi culpa...mi madre...
-¿Tu madre?...
-Sí, estaba tan empeñada en que ya me tenía que desposar que en vez de preguntarme lo organizó todo y simplemente me informó. He venido a verte lo más pronto que he podido porque sabía que las noticias vuelan. Y quería verte, y quería saber mirándote de frente si lo que sentíamos era real, porque si lo es, ni todas las conspiraciones del mundo me van a separar de ti.
-¡Oh! Raven, he sufrido tanto pensando que la amabas a ella. Le dijo lanzándose a su cuello para abrazarle.
-Solo te amo a ti Alana, le dijo apretándola, eres la única mujer a la que he querido nunca, y la única a la que quiero por esposa, y me da igual qué digan mi madre y el Rey. Lo siento por la muchacha, ha hecho un viaje muy largo y sin sentido.
-¿El Rey?, tembló Alana.
-Tranquila mi amor, lo tengo todo pensado. Y comenzó a besarla con gran ardor.

Una aventura inesperada (Historia Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora