Capítulo 12

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Actualidad

Matt

Cuando llego a mi carro, aun sosteniendo la mano de Verónica, la acompaño hasta la puerta del copiloto y se la abro. Suelto su mano para que suba, me sonríe agradecida y - después de llegar a mi lugar - me mira atentamente, observándome con sus ojos sospechosos, pero divertidos.

«¡Sí que eres todo un caballero!» sentencia.

Asiento, sintiéndome orgulloso por un momento, viéndola. Tiene unos ojos fantásticos, son de un café oscuro, casi negros y ella me mira devuelta con esos grandes ojos, que parecen apagados, casi tristes, igual que la sonrisa que tiene en los labios. Si lo ojos también sonrieran sería estupendo. Tiene todo y creo que no le falta nada, tal vez solo la felicidad. Pienso una y otra vez en todo el tiempo que la he observado y en como siempre la he visto sola, en el sentido literal y más profundo del término. A veces me sorprende la cantidad de pensamientos que me vienen a la mente cuando pienso en ella. Y, ahora mismo, quisiera darle esa felicidad que nadie le ha dado (o que alguien se la arrebató). Puede parecer estúpido porque la conozco de hace poco, pero es increíble la manera en la que se puede "conocer" a una persona con tan solo observarla desde lejos, detrás de bambalinas, observándola y estudiándola.

«¿Nos vamos?» pregunta.

Nunca antes me había congelado frente a una mujer. Digamos que no me sucedía desde la preparatoria, cuando me ponía cachondo. No es que la cosa haya cambiado en presencia de Verónica, porque ahora tengo un poco más de autocontrol.

«Cierto, sí. ¿Dónde vives?»

Verónica me da su dirección, lo programo en el sistema de navegación y comienzo a manejar, siguiendo las indicaciones. Odio el tráfico de Nueva York, pero esta noche no. Esta noche agradezco a todos los que están en la calle por permitirme estar un poco más de tiempo en compañía de Verónica. De hecho, el tráfico está pesado y avanzamos a paso de hormiga.

«Así que» comienzo. «¿Hay alguien esperándote en casa?».

«¿Acaso es una "buena" forma para preguntarme si estoy con alguien?» pregunta, inexpresiva. «Si te preguntas eso, la respuesta es no, no hay nadie».

Mmmh. Bien.

«No, esa no era mi intención» digo para disimular. «En realidad estaba curioso de saber si todavía vivías con tus padres, si tienes hermanos o hermanas» digo, dándole una corta mirada y solo eso bastó para verla estremecer.

«No, vivo sola» responde seca. Creo que toqué un tema sensible, por lo que no pregunto nada más si no tiene ganas de hablarme sobre eso. «¿Y tú? ¿Vives con alguien?».

«No, yo también vivo solo. Creo que ya estoy lo bastante grande para hacerlo, aunque no me molestaría en absoluto que alguien me lave la ropa o me prepare de comer todos los días».

«¿Haces todo solo?» pregunta.

Le sonrío porque me gusta que se interese.

«No exactamente, Conny me ayuda».

«¿Quién es Conny?».

«Conny es mi vecina. Es una estudiante sin trabajo fijo. Se las arregla haciendo trabajillos para pagarse los estudios y decidí "contratarla", si se puede decir así. Va a mi casa, una vez a la semana, para limpiar y lavar toda la ropa que ensucio. Debería de haber pasado hoy. Es más, si nos apuramos la encontraremos en la cocina. Es una excelente cocinera, ¿sabes? Cuando ella cocina es la única noche que como decentemente. ¿Te quedarías a cenar?» me arriesgo.

Su silencio podría valer más de mil palabras. No tiene caso que conteste porque ya me se la respuesta.

«No me parece correcto, Matt» susurra.

No eres mi dueñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora