Capítulo 34

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Actualidad

Matt

Como predecía, Verónica está a mi lado en un viaje hacia Portland. Sabía que vendría y sabía que no tenía nada que pensar. Vi la irritación en su expresión cuando le hable sobre el viaje y aún más las ganas de estar presente en este viaje.
Ahora, estamos en la espera del despegue y ella - extrañamente - no ha dicho una palabra. Se limita a ver la pantalla apagada que se encuentra pegado al asiento de enfrente y juega con el cinturón de seguridad (que fue la primera cosa que se puso). Podría jurar que está un poco nerviosa. Quisiera preguntárselo pero creo que lo mejor es esperar a que se tranquilice sola, no quisiera contribuir a eso.
Yo también era así - pero cuando era un niño - luego, con el pasar de los años me acostumbre. Entre vacaciones de verano y viajes de trabajo de mis padres he visto el avión como eso que es: solo un simple medio de trasporte como cualquier otro. El hecho que esté suspendido en el aire, a kilómetros del piso, es solo un detalle.

Cuando la azafata pasa para checar que todo esté listo, Verónica se inclina en su dirección, apoyándose a mi e invadiendo así mi espacio personal.

Tengo que decir que en serio se tiene que sentir mal para no darse cuenta de lo cerca que estamos en este momento. ¿Pero quién soy yo para decírselo? Así que disfruta su cercanía y su dulce perfume.

«Disculpe. ¿Es posible haber una bebida?» pregunta, esperanzada.

«Por supuesto, señorita. Acomódese para el despegue. Después de despegar pasaremos con el carrito de las bebidas».

«¿Después?» pregunta Verónica, desilusionada.

La azafata asiente y la ve con comprensión y prosigue con su chequeo. Seguramente habrá visto muchas personas como Verónica. Me dan ganas de sonreír porque su "miedo" es divertido. Y es aún más divertido ver su cara cuando se da cuenta que está casi encima mio.

«Discúlpame» dice, regresando a su lugar.

«No te preocupes. ¿Todo bien?».

«Sí» responde, nerviosa.«Bien».

«Si puedo hacer algo por ti, dímelo, Verónica».

«Lo único que quiero que hagas  por mi en este momento es hacerme bajar de este... este... pájaro de metal con asientos de piel» dice, agitando las manos en el aire. «Pero no creo que sea posible».

«No, no lo es» respondo sonriendo y luego, jugando con ella, digo: «Pero si quieres puedes prender la pantalla para distraerte, visto que lo has visto apagado por dos horas».

«No estaba viendo la pantalla apagada» contesta ella, cruzando los brazos. «Solo estaba pensando en cuanto quiero que este vuelo parta y aterrice inmediatamente».

«¿Nunca antes habías tomado un avión?».

«¡Claro que sí!» se apresura a decir. «Una vez» agrega, inmediatamente. «Hace cinco años» termina.

«Oh, wow» digo. «Mi madre no me había dicho».

«¿Por qué? ¿Hablas de mi con tu madre?» pregunta con el ceño fruncido, viéndome como si hubiera visto el monstruo del Lago Ness.

«Ehm...» comienzo con evidente dificultad.«Claro, fuiste su empleada, es normal que yo hable de eso con ella».

Es evidente que me estoy trepando en lo alto. Espero que Verónica crea la historia de la "empleada". En realidad, mi madre siempre me ha dicho que esté cerca de ella, hasta antes de conocer mis intenciones. Después de lo que he visto, es lo mínimo que puedo hacer. Lamentablemente me toca estar tras bambalinas, limitándome a no hacer nada porque no creo que Verónica se una de esas personas que permiten a otras personas de "invadir" la propia vida.

«Eres un tipo muy extraño, Matt» dice.

«No veo que hay de extraño» contesto.

«Hablar con tu madre de una chica es extraño. A menudo, los hombres no lo hacen. ¿Has hablado también de eso con tu padre?»-

«No, pero la próxima vez lo recordaré» digo, guiñándole el ojo tratando de salir de esa vergüenza.

Parece extraño pero el hecho de haber sido pillado me hace avergonzarme. Tengo casi treinta años y, en teoría, no tendría que esconderme. Pero con ella nunca se sabe. Verónica es una chica así de introvertida que lograr entender que es lo que le pasa por la mente es un trabajo difícil. Y también es mejor si no sabe lo que pasa por mi mente.

Cualquier minuto después, el piloto anuncia el inminente despegue. La plática no sirvió de mucho porque Verónica, más se acerca el momento, más parece estar en "crisis". Así que llamo su atención con un ligero golpe y le doy una sonrisa de apoyo.

«Quédate tranquila. ¿Quieres que te tome de la mano?»-

Ella, a cambio de lo que me esperaba, asiente. Así que tomo su mano y cruzo nuestros dedos, poniendo nuestras manos sobre su muslo. Cuando mis ojos se cruzan con los de Verónica, creo ver en su mirada un ligero rastro de gratitud mixto con tranquilidad. Es más, el hecho de que me vea de esta forma con sus ojos marrones bien abiertos, me recuerda que no tendría que tener pensamientos sucios en este preciso momento. Pero la cercanía con Verónica lleva mis pensamientos a un único lugar. Le tomaría el rostro entre las manos, la acercaría a mi y la besaría. Luego la haría sentarse en mis piernas y poco a poco comenzaría a quitarle la ropa. Luego...
Luego mis pensamientos son interrumpidos por su fuerte agarre en mi mano, mientras el avión toma su curso. Y después de un poco, el agarre abre paso a uno más gentil. Cuando Verónica rompe el contacto, inmediatamente siento su falta y - para evitar crear vergüenzas inútiles - de los estúpido que soy y sin saber que otra cosa decir, salgo de ahí con una de mis bromas.

«¿Te servirá también una mano para el aterrizaje?».

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