Capítulo 13

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Seis años atrás

Oksana

¿Desde cuándo estoy aquí? ¿Quince? ¿Treinta minutos? Sigo viendo esas pequeñas pastillas que me ruegan ser tomadas. Y así lo hago, agarro la bolsita y la meto en mi bolsillo, llevándola conmigo.

Más tarde, cuando llego al Red Light, recargada en la puerta de entrada, encuentro a Dmitriy fumando un cigarro. Lo que es extraño porque siempre llega al local tarde. Llega, se sienta, ordena de beber y disfruta el espectáculo, pero ahora tiene los ojos en mí y cuando llego a él, dice: «Te estaba esperando».

«Nos vemos dentro» me dice Karina, viendo a Dmitriy con indiferencia.

«Está bien» le sonrío, asegurándole. «En seguida voy».

«Parece que no le agrado, ¿eh?» pregunta él, haciendo una ceña hacia la puerta, por donde entró Karina.

«Creo que tienes razón».

Lo observo por unos segundos en silencio, sin saber que decir. Solo veo lo hermoso que es y cómo sus ojos me miran gentiles. Algo en su mirada me dice que puede haber algo entre los dos y que puedo confiar en él. Hoy está muy seguro de sí mismo. Como si estuviera obstinado en conocerme y Lyudmila me lo aseguró: Dmitriy siempre obtiene lo que quiere. Pero yo creo estar dispuesta a que me conozca, aunque después me acuerdo de otra frase, él es uno de los que rompe corazones, y eso sí que no lo pienso dejar hacer.

«¿Te gustaría tomar algo juntos?» me pregunta esperanzado.

Miles de pensamientos se aparecen en mi mente. Quisiera aceptar ahora mismo, pero guardo el entusiasmo para mí.
Definitivamente quiero beber algo con él. Por algún motivo, me gustan las atenciones que me da. Tal vez solo es porque en el pasar de los años nunca hubo alguien que se interesara en mí y su comportamiento es... agradable.

Sé que ahorita el local está vacío y que no hay mucho trabajo que hacer, pero aun así disimulo. «Mi turno empieza en cinco minutos».

«Entonces hay que aprovechar esos cinco minutos. Creo que a Igor no le molestará. Después de todo, soy el primer cliente» dice, sonriéndome y despegándose del muro.

«Está bien» asiento.

Cruzo la entrada del club y siento su ligero toque en la parte baja de mi espalda. Me cuesta no voltear en su dirección. Quisiera decirle que quite su mano, pero no puedo decir ni una sola palabra porque me gusta y entonces lo dejo estar. Solo me tengo que recordad de no encariñarme mucho y que todo esto no significa nada.

Como el local está vacío, esos cinco minutos se convierten en diez y después en quince, hasta que pasamos juntos toda la hora hablando y bebiendo. El tiempo se pasa volando. Me gusta Dmitriy, es divertido y no pierde tiempo en hacerme sonrojar. Me lanza varios chistes, pero siempre sin caer en la vulgaridad. Hablamos por un buen tiempo del pasado y del futuro, me pregunta si tengo planes para después del diploma y lo que me gustaría hacer. En resumen, le hablo un poco sobre mis planes.

«Me gustaría hacer muchísimas cosas, pero no siempre es posible hacer todo lo que se quiere» concluyo.

«¿Por qué? ¿Tus padres no están de acuerdo?» pregunta, con curiosidad. «A algunos padres les encantaría tener a hijos ambiciosos como tú».

Me encojo de hombros sin saber que responder. El asunto de "familia" es un tema delicado para mí y no estoy segura de querer compartirlo con un desconocido, pero Dmitriy me inspira confianza por eso solo le digo una cosa. Tal como es nada más y nada menos.

«Yo nunca tuve padres. Viví con familias de acogida hasta hace pocas semanas» me limito a decir. Nunca fui una persona fácil de abrirse y está claro que no confío mis pensamientos más íntimos al primero que pasa por ahí. Por el momento no le quiero confiar como me siento respecto al tema, como me siento vacía y sin esperanzas sabiendo que no le pertenezco a nadie. Sola, sin alguien que se importe realmente en mí, alguien a quien pedirle un consejo cuando me siento mal o alguien a quien contarle lo bueno que me sucede en la vida.
Nadie con quien disfrutar, solo alguien que se cansó de mi antes de conocerme.

◎◎◎

Un poco más tarde, después de haber comenzado mi turno, el cansancio me empezó a cobrar factura. Mi cuerpo está agotado a causa de las poquísimas horas de sueño y me mente solo se concentra en esas pequeñas pastillas que tengo en mi bolsillo. Deseché el pensamiento durante el tiempo que creí necesitarlas, pero en este momento en verdad estoy débil y con mucho sueño. Quisiera poder dormir y si fuera posible lo haría en el suelo, así, rodeada de todo este ruido, pero tengo que estar despierta si quiero trabajar. De otro modo me arriesgaría a perder todo y este trabajo me sirve como el aire que respiro.

Sin pensarlo mucho, me precipito al balcón, agarro un gran vaso de agua y tomo una pastilla blanca. Primero me dan muchas ganas de tomar agua, pero después de pocos minutos comienzo a sentirme mejor.

◎◎◎

La luz se filtra por la ventana y una onda de pánico me invade. En mi habitación no hay toda esta iluminación, en la mañana si, mi habitación no huele a perfume de rosas y tampoco mis sábanas son así de suaves. Cuando abro los ojos me encuentro totalmente angustiada, no solo porque no estoy en mi casa, pero porque estoy en ropa interior y el hombre desnudo, cubierto solo por una sábana, tendido a mi lado es Dmitriy.

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