Actualidad, un mes después
Matt
Nunca hubiera imaginado durar tanto tiempo con Verónica. Me explico. Digamos que fue ella quién me cambió. Siempre me preocupé por lo que hubiera querido hacer o lo que estaría mejor hacer. Por ella, siempre escogí la segunda opción. A pesar de nuestra gran relación de hoy, Verónica no se ha dejado andar por completo. No quiero presionarla porque eso implicaría retroceder todo lo que hemos avanzado, así que respeto sus decisiones, aunque me cueste un poco. Quiero saber qué es lo que le molesta para poder... sanarla. Ni siquiera sé si ese es el término adecuado, pero quiero intentarlo justo ahora
«Cariño» la llamo.
Sí, he cambiado mucho últimamente. Nunca le puse apodos a nadie, ni muchos menos a las chicas con las que salía, pero Verónica es la excepción a las reglas, puesto que desde la primera vez que la vi, la palabra "bombón" salió disparada de mi boca sin previo aviso. De hecho, ella juega conmigo sobre esto.
«¿Sí, cariño?» responde con un chillido, mientras se acerca a mí.
Estoy sentado en el sofá de mi departamento, así que le hago una seña para que se siente en mis piernas. Ella sonríe cuando lo hace, lleva sus brazos a mi cuello y comienza a jugar con mi cabello. Estoy tan cómodo con ella entre mis brazos, la forma en la que me ve es tan intensa, que no puedo arruinar el momento perfecto que acaba de crearse entre nosotros. Así que la atraigo a mi pecho sin decir una palabra.
«Hey, ¿todo bien?» pregunta, abrazándome a su vez.
«Sí, solo quería tenerte acá» me limito a decir.
«¿Seguro? Pensé que me ibas a decir algo».
«No, nada».
Hay demasiadas cosas que quiero decirle... Comenzando por el preguntarle la razón por la que se comporta como lo hace, de esa forma tan reacia hasta confesarle mis sentimientos hacia ella. Pero tengo miedo de hacerlo. ¿Quién me asegura que no escapará cuando le diga que la amo? Porque la amo. Creo que comencé a amarla desde que no nos conocíamos, cuando la observada desde lejos y lo púnico que quería hacer en ese entonces era poseerla. Quería que me perteneciera, quería un pedazo de su corazón que es lo único que me ha dado, aunque yo la quiera toda entera.
«Siempre estás haciendo algo. Por eso te llamé» agrego después de un poco.
«Si tu fueras más ordenado tendríamos más tiempo para acurrucarnos» dice, sonriéndome.
«Claro, ahora es mi culpa. Pues para que sepas, puedo lavar los platos yo solo».
«¿Ah, sí? No lo creo, desde que tienes un lavavajillas y ni siquiera la abres».
«De hecho tengo a alguien que lo hace en mi lugar. Bien pudiste dejarlo así y venir antes y comenzar a hacerme esos masajes que tanto me gustan».
Cuando veo a Verónica, diviso un puchero divertido en su rostro, así que para hacerla reír la extiendo en el sofá y le hago cosquillas, poniéndome encima de ella. La veo mientras se retuerce en el sofá y ríe como loca con lágrimas en los ojos. Su risa es hermosa, a tal punto de encantarme y me congelo para verla por momentos infinitos. Nunca la había visto reír de esta forma. Recuerdo solo las sonrisas sinceras y reservadas exclusivamente para los niños del St. John y para Elia. En cuanto a mí, he recibido uno que otro, pero nunca me ha bastado. ¿Es egoísta de mi parte?
«Solo estás conmigo por mis masajes» dice Verónica en un susurro, de repente algo seria. Tiene los ojos iluminados por la risa y la respiración pesada, seguramente por mi cercanía.
Mi corazón está vuelto loco y todo lo que quiero decirle es la simple y pura verdad. «Estoy contigo porque te amo», pero me lo guardo, limitándome a poner mis labios en los de ella, con delicadez. Ninguna mujer logró hacer latir a mi corazón de la forma en que Verónica lo hace. Verónica está por todos lados en mis pensamientos.
Hago que ese contacto dure lo más posible. Siento como las manos de Verónica recorren mi espalda. Me estremezco por esa hermosa sensación y junto aún más nuestros cuerpos. Me parece escuchar su corazón vuelto loco mientras nos besamos como si fuera lo último que nos queda por hacer. Pero, cuando se separa de mí, pienso que está por decir algo, pero lo piensa y vuelve a besarme. Veo como me desea por la forma en la que me besa y me atrae a ella cada vez más. Así que, la levanto un poco y la pongo a horcajadas sobre mí. Ahora nuestros ojos están unos con otros y, sin preguntar, Verónica asiente mordiéndose el labio. Así que la levanta lo la llevo la mi habitaciónVerónica
Cuando Matt me lleva a su habitación, dejo mi ropa caer al suelo, sin pensarlo dos veces. Dejo que la mirada de Matt recorra mi cuerpo desnudo y, cuando me acerco a él, lo beso en los labios justo como él lo hizo hace poco. Le levanto la camisa y se la quito, revelando su perfecto pecho. Era justo como lo imaginaba, fuerte y hermoso. Lo que se vislumbra cuando usa las camisas no le hace justicia. Matt es hermoso desde muchos puntos de vista. Cuando estamos desnudos en la cama, me dejo ir por completo. Nos convertimos en una sola persona. Dejo que las sensaciones se apoderen de mí y alejo la mente de cualquier preocupación. Me dejo desear como no pasaba desde hace cinco años. Sus manos recorren mi cuerpo con ternura, como si tuviera miedo de romperme, con respeto. Me ve con admiración, como si fuera lo más hermoso en la Tierra y luego susurra algo que no logro entender, porque lo único que escucho son mis pensamientos que gritan a gran voz que he hecho lo correcto al darle una oportunidad a Matt. Él es el correcto. Es todo lo que siempre he deseado. Matt me hace creer que aún hay personas buenas en el mundo. Personas que, como él, saben cómo cuidar a una mujer, no al darle algo material, pero regalándole algo precioso que se entabla en el corazón y permanece ahí por siempre. Conociéndolo comprendí que él es lo mejor que me ha pasado. Pasar el tiempo con él me ha... curado un poco. Cuando estoy con él no pienso en nada más que en sus sentimientos que cuidan el alma. Sentimientos que con el pasar del tiempo crecen cada vez más, se hacen más fuertes, más verdaderos y más concretos. Sentimientos que se parecen al amor. No, son el amor. Yo nunca lo conocí, pero ahora estoy segura de que Matt lo es.
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No eres mi dueño
Romance// COMPLETA // «No te desharás de mi fácilmente» es la frase que escucha Verónica cada vez que cierra los ojos. Para ella, escapar de su propio pasado es una tarea difícil, pero está más que consciente de que no todo vuelve a su lugar con un simple...