Capítulo 16

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Actualidad

Matt

¿Por qué Verónica me rechaza de esa manera? Soy su jefe, no tendría que ser así de prejuiciosa conmigo. Si bien, no me estoy lamentando por esto, sería lógico que quiera mantener distancia conmigo, pero no cuando le ofrezco una relación de amistad fuera del trabajo, porque, aunque no se lo digo con total claridad le digo sinceramente que el lugar en donde vive no está hecho para ella. ¿Por qué se niega a escucharme? Su amiga Karina también piensa de la misma forma y apuesto a que cualquiera pensaría lo mismo. Solo que Verónica parece ser la excepción a las reglas.

Cuando salgo de su casa, suspiro, veo la escena frente a mis ojos. Más allá de lo que escuche decir a Karina, dentro de la habitación de Verónica - por lo poco que escuché - ahora estoy obligado a ver a perros hacer pedazos a gatos y si esto no es espeluznante no sé lo que tendría que ser para hacerla cambiar de idea y escoger vivir en otro lugar.

Subo a mi auto y me apresuro a llegar a casa.

Vivo en Brooklyn en un apartamento bastante grande para solo una persona. A veces me preguntan - mis amigos, mi familia, incluso hasta Jason que vive en un apartamento de mis padres - como elegí vivir en Brooklyn y la respuesta es simple: odio el malgasto de dinero. Me parece estúpido gastar mi sueldo para pagar una renta en un edificio residencial donde el apartamento más pequeño es de ciento ochenta metros cuadrados.
Después de todo, casi nunca estoy en casa, paso todo el tiempo de mi día en la oficina y llego solo a la cena - aunque no siempre - y a dormir. Por eso, prefiero gastar mi dinero para hacer crecer mi agencia en cambio de pagar lujos que no necesito.

Cuando entro a casa, me quito la chaqueta y me embriago del exquisito olor a lasaña al horno. Conny siempre hace un excelente trabajo todas las veces que me hace la cena. Cuando entro en la cocina, me sorprendo de verla aún aquí a esta hora y la cosa que más me sorprende es que esta noche la mesa esta puesta para dos personas. Cuando me ve, me sonríe dulcemente.

«Hola, Matt» dice, haciendo un gesto con la mano. Le regreso el saludo y me detengo para pensar en todo esto, me refiero a que se autoinvitó a cenar conmigo. Está bien, es verdad, muchas veces fui yo el que la invitó a quedarse a una cena veloz. Más que nada fue por educación y creo que se dió cuenta por ver que no aceptó mis invitaciones. El hecho que esta noche haya hecho todo ella sola, no sé, me gusta. No es que me moleste, pero odio cuando hace algo sin mi autorización.
Amo tener el control de mi vida y de lo que me rodea y este incidente (que espero sea el único) hace lo contrario.

«¿Te molesta?» pregunta Conny, mordiéndose el labio, esperanzada.

«Claro que no» digo, saliendo de mi silencio poco natural. «Es la primera vez que aceptas quedarte a la cena».

«Sí, Mmh, no tenía ganas de quedarme sola esta noche» susurra, cambiando el peso de un pie al otro.
No entiendo si su respuesta es una ilusión a algo en particular o si se espera una noche diferente a la que yo tengo en mente, pero decido ignorar del todo su comentario y la invito a sentarse. Conny se acomoda a mi lado y comenzamos a comer en silencio. No porque alguna vez me haya sentido incómodo frente a una mujer, pero porque no tenemos nada en común. Ella no habla, solo se limita a lanzarme miradas y a beber su vino. De vez en cuando me sonríe y no puedo hacer nada más que devolvérsela, pero un poco después me canso del silencio y le pregunto lo primero que se me viene a la mente.

«Entonces, ¿Cómo vas con la universidad?».

Veo su rostro iluminarse y la escucho hablar alegremente de lo que le gusta hacer. Al menos nos ahorré otro momento incómodo.

Después de haber terminado de cenar, Conny se levanta y comienza a limpiar todo.

«No te molestes, Conny. Limpio todo más tarde» digo, agarrando el plato de sus manos para devolverlo a la mesa.

«No te preocupes» se ofrece, siempre sonriendo. «Me invitaste a tu casa, lo mínimo que puedo hacer es ayudarte a limpiar».

«En realidad no te invité, por lo que siéntete libre de cualquier obligación» digo, bromeando.

Su sonrisa muere en sus labios y solo un momento después me doy cuenta de que lo que salió de mi boca fue muy descortés. «Disculpa, no pretendía... Me salió mal».

El rechazo de Verónica me puso de mal humor.

«No, tienes razón. No fue una buena idea quedarme aquí».

«Conny, espera» la llamo, deteniendo su huida agarrándola de un brazo. «Hoy fue un mal día. No quería decirte esas cosas, es más, siéntete libre de quedarte todas las veces que quieras».
Realmente no lo pienso, pero lo digo porque sus ojos lúcidos están haciendo que me preocupe.
¿Cómo se debe de tratar a una mujer con lágrimas? ¡Yo no lo sé hacer!

«Al parecer no es así, visto que esta noche me permití quedar y ahora descubro que no estás bien con eso» contesta. «Matt, tu eres un temperamental. Me mandaste señales contradictorias. Creí que me querías aquí».

Está bien, no sé qué decir. Lo que está diciendo no es del todo cierto. Ella y yo solo tenemos una relación "laboral". Lo único que pudo haberla hecho creer así fueron mis invitaciones a cenar, pero no creí que lo tomaría como algo más que una simple cena.
Y ahí me doy cuenta de que me equivoqué.

«Nunca lo hice, Conny. No sé qué te esperabas esta cena, pero yo estoy con alguien» digo, buscando ser lo más delicado posible.

«¿Con alguien?» pregunta alterada. «No veo entrar a una mujer en tu departamento desde... Espera, déjame pensar... ¡Ah! ¡Nunca he visto a una!».
Su comportamiento cambia drásticamente y una risa histérica se abre paso por sus labios. «¡¿Pero cómo no pensé en eso antes?!» dice, golpeándose la frente. «Dulce Matt, pudiste decirme antes que eras gay. No sé cuánto tiempo pasé fantaseando contigo. ¡No lo puedo creer!».

La veo, ligeramente incrédulo, porque estoy seguro de que el vino que bebió ya se le subió.

«¿Por qué me miras así?».

«Conny, no soy gay».

«No tiene nada de malo, ¿lo sabes?» dice. «Estamos en el siglo veintiuno».

«Lo sé» contesto, demostrándole toda mi seriedad.

«Oh» exclama, de la nada avergonzada. «¿Seguro que no lo eres?».

«Seguro».

«¿Y por qué no sales con mujeres?».

«Si salgo, pero no en este momento. Por ahora estoy con alguien... mentalmente».
Ya, es como usar un eufemismo para decir que no pienso en alguien más que no se Verónica, esa rubia espléndida que le da color a mis sueños y hace mis días agradables. Al menos por el momento.

Regreso mi vista a Conny, pero no parece muy convencida. Solo se limita a verme vacilante, luego me sonríe y comienza a hablar.

«Una vez tuve un amigo como tú. Insistía en que era hetero, diciendo ya estaba con alguien, pero en realidad todos habían entendido que era gay. Todos los que conocía. Lo ayudamos, hablándole. Y eso es lo que quiero hacer yo contigo, Matt. No te avergüences, a veces tenemos las respuestas en la punta de la nariz pero no queremos leerlas» dice, abrazándome. «Inmediatamente supe que entre nosotros había un tipo de unión. Está bien, yo pensaba en otro, pero estoy contenta de poder ayudarte en cualquier modo».

¿En serio piensa que necesito consuelo? Juro que toda esta historia me está poniendo de buen humor y literalmente me cambió para bien mi día, haciéndome olvidar las preocupaciones que tengo en la cabeza.
Pero de algo estoy seguro: nunca entenderé a las mujeres.

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