Capítulo 64

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Actualidad, un mes después

Verónica

Han pasado treinta días y aún no he encontrado una forma para contacta con Igor. Por lo general era Karina, con sus habilidades tecnológicas, la que me daba lo que necesitaba para hacer lo que yo no podía, pero ahora como no le puedo preguntar nada, no tengo su ayuda. Me aseguró que no permitirá que Igor me encuentre, y que ni mucho menos seré yo la que contacte con él. Lo único positivo desde hace un mes es que – todas las veces que pregunté – Igor no se ha presentado con Karina. Por suerte. No sé cómo reaccionaría si algo como eso pasara, pero es cierto que no me quedaría de brazos cruzados.

Abandono mis pensamientos cuando Ethan aparece frente a mí. Le sonrío dulcemente y espero a que diga algo, pero él se limita a verme. Hoy, el St. John está casi vacío, a excepción de algún niño que juega en la sala.

«¿Verónica?» me llama, con las manos en su vientre y los ojos tristes.

«¿Si, Ethan?».

«¿Me puedes cargar? Estoy triste».

Sin dudarlo, agarro al niño por las axilas y lo siento en mis piernas, poniendo una mano en su espalda.

«¿Me quieres decir la razón por la que estás triste?».

El pequeño Ethan asiente, pero se queda callado, pone sus pequeños ojos en los míos y juega con un mechón de mi cabello. Le sonrío y espero a que hable.

«Hoy, en la escuela, un niño se burló de mí porque no tengo una mamá. ¿Tú quieres ser mi mamá?».

Pobre tesoro, se me parte el corazón al escuchar esas palabras. Abrazo a Ethan y pienso en todas las veces que sentí la misma sensación de dolor. Ser consciente de que no le perteneces a nadie, para un niño es doloroso y saber que la situación puede no cambiar para este pequeño, me pone aún más triste. Ethan es tan pequeño y sensible, no estoy segura de que entienda la importancia de varias cosas, pero el hecho de no tener una familia hace que sufra más. Se merece algo mejor, una familia que lo acepte y lo quiera como si fuera de ellos.

«No le hagas caso a los niños que dicen maldades».

«¿Pero por qué se tuvo que ir mi mamá?» pregunta como si no se lo pudiera explicar.

«No lo sé, pequeño. Mi mamá también se fue hace mucho tiempo» digo, con dolor en la voz Porque, aunque ya haya pasado mucho tiempo, aun sufro.

«¿Enserio?» pregunta Ethan con los ojos abiertos.

«Sí. ¿Y sabes? Encontré a una amiga especial. Ella tampoco tenía mamá, así que decidimos ser hermanas y ahora somos muy unidas».

«Entonces...» comienza pensando, «¿quieres ser también mi hermana mayor?».

«Claro que sí, pequeño. Te prometo que siempre seremos hermanos».

«Gracias. Entonces, ya que eres mi hermana, ¿me puedes dar los dulces que Joss escondió en la alacena? Yo no los alcanzo» termina en un susurro, hablándome al oído.

Rompo a carcajadas porque no me imaginé escuchar eso después de este momento. Así que, bajo a Ethan de mis piernas, lo tomo por la mano y vamos a la cocina en donde tomo los dulces que Joss escondió.

«Gracias, Verónica. Eres la mejor hermana de todo el mundo» dice, abrazándome las piernas. «Así que, ahora que soy tu hermano te prometo que cuando tengas miedo, siempre te salvaré de los feos monstruos».

«Gracias, pequeñín. Te diré un secreto» digo, arrodillándome para estar a su altura. «Tú también eres el mejor hermano del mundo».

Ethan sonríe y, dándome un rápido abrazo, sale de la cocina, saltando. Cuando estoy por salir, me doy cuenta de que, en el umbral de la puerta, alguien me observa divertido.

«¿Acabas de comprar a u niño con dulces, o me equivoco?» pregunta Matt, frunciendo el ceño.

«Sí, te equivocas. Te perdiste el principio. Ethan es... tiene una historia muy parecida con la mía» admito.

La expresión de Matt se ensombrece por un segundo, pero luego se ilumina. Aunque no como siempre. «Oh» dice.

Digamos que en estos últimos días hemos estado un poco separados. Matt parece haberlo aceptado, pero creo que está aquí por respuestas.

«¿Cómo has entrado?».

«Josephine me abrió. ¿Por qué me estás evitando?» pregunta, yendo al grano.

Así que mis sospechas eran ciertas. Después de todo, si está aquí antes del almuerzo de la oficina es por algo.

«No te evito, solo he estado ocupada con los niños y no son fáciles de controlar».

«Te creo» dice. «Pero cuando no estás con ellos, ¿qué es lo que te impide pasar tiempo conmigo?».

«Sabes que parces un niño que quiere atención, ¿verdad?» pregunto alzando una ceja.

«Últimamente creo que si quiero recibir tu atención me tengo que comportar así. Me dije a mi mismo: "¡Verónica ama a los niños!" Entonces, ¿por qué no comportarme como uno? Sé que me amarás a mí también» termina, dándome un guiño.

Sonrío por su comentario y por su desesperación de que me guste. Matt no sabe lo mucho que me gusta. El hecho de que me haya alejado de él es por precaución, sobre todo porque últimamente han pasado muchas cosas. Desde que Igor se apareció tuve el impulso de escapar, pero me obligué a seguir con mi vida como lo he hecho en los últimos cinco años. Decidí que no sirve de nada escapar del pasado; a dónde sea que vayas, te encontrará y yo escogí no dejar pasar la oportunidad de hacer algo, con la excepción de encariñarme con alguien. Con Matt, en este caso.

«Ya te lo dije, tengo muchas cosas en la cabeza» es lo único que digo.

Matt me ve con intensidad por varios segundos, como si tratara de leerme. Su mirada me quema y ahora me siento vulnerable. Esto es lo que siempre quise evitar, sentirme intimidada y sumisa. Las experiencias del pasado me han demostrado que, si no saco las garras antes de tiempo, ya no habrá marcha atrás.

«Eso lo sé, Verónica. Y es exactamente el motivo por el que estoy aquí» dice Matt acercándose, hasta que está frente a mí. «Quiero saber cuál es el problema. Puedes decírmelo, puedes confiar en mí».

La última vez que escuché esas palabras estaba por morir. Con la diferencia de que a Matt no le tengo miedo. Lo veo en su intensa sincera mirada, que sufre con el no saber lo que quiere que le diga.

«Matt...» comienzo, pero él no me deja hablar porque me toma el rostro entre las manos y me besa.
Pone sus labios en los míos, en un tierno beso lleno de deseo. No encuentro la fuerza para oponerme y le correspondo fijando mis ojos en los suyos que queman como el fuego.

Cuando nuestras bocas se separan, siento que perdí una parte de él. Lo que es extraño porque no nos pertenecemos.

«Solo te pido algo. Una oportunidad. Una cita. Intentémoslo. Si no va bien te dejaré en paz, pero no te niegues la oportunidad de estar bien con alguien solo porque algo te marco profundamente en el pasado».

Es absurdo como, con pocas y simples palabras, Matt logró "traducir" mi forma de ser sin que le haya dicho nada sobre mis experiencias pasadas. Por eso siento el extraño impulso de confiar ciegamente en él. Las emociones que siento me dicen que con él me puedo dejar llevar, que, si trato de tirarme al vacío, él haría de todo para que no caiga. Como si fuera... mi ángel de la guarda.

Me quedo en silencio, pensando, y acepto, confiando en el hecho de que esta es la vencida, que mi corazón se abra, que Matt es el correcto, que no estaré a punto de morir. Que finalmente aprenderé a amar.

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