Capítulo 37

3.9K 285 3
                                    

Seis años atrás

Oksana

«¿¿No lo entiendes?? ¡Tienes que venir conmigo, Karina! ¡Igor nos está espiando!» exclamo desesperada. Estoy tratando de que mi amiga entre en razón desde hace media hora pero no quiere escuchar. Está parada con los brazos cruzados, aún en pijama frente al apartamento de Igor y me ve con desinterés como si lo que estuviera diciendo fuera un montón de babosadas. Sé que el asunto le afecta de cerca, porque ha "iniciado" un tipo de relación con Igor, pero no puedo tolerar el hecho de que no crea lo que le estoy diciendo. «¡No tengo porque mentirte!» insisto.  «Por favor, toma tus cosas y ven conmigo».

«Apuesto a que todavía estás drogada».

«¿Qué? ¡No! No tome nada. Estaba buscando las pastillas, así fue como encontré la videocámara. Si vas a mi habitación puedes ver con tus propios ojos que la he destruido. Todos los pedazos están ahí, por favor».

«Fui a tu habitación para buscarte y te puedo asegurar que todo estaba en orden».

«No es posible. Seguramente habrá limpiado todo...» razono conmigo misma.«Karina, Igor estará tramando algo, estoy segura».

«Eres una hipócrita» exclama Karina, con el rostro deformado por la ira.«Tu fuiste la primera en decirme que no juzgara a las personas. ¿Y ahora lo haces tu? Estás acusando a Igor de algo muy grave. ¿Por qué eres así de arrogante para pensar que te está espiando? Ven» dice, agarrándome por un brazo y jalándome dentro hasta que llegamos a mi habitación. «¿Dónde estás esos famosos "restos"».

«Estaban ahí» exclamo, señalando el piso. Como imaginaba, todo desapareció, es obvio que Karina no quiere creerme. Pero el resto tiene que estar pegado a la pared.

Llego al estante y quito los libros para mostrarle a Karina el soporte de la videocámara y los cables arrancados, pero me quedo sin respiración, cuando veo que no hay nada de lo que tendría que estar. El soporte desapareció, y también parecen haber desaparecido todo rastro porque, viendo bien la pared, se podría decir que ahí no había sido clavado ningún clavo. La pared está intacta.

«No es posible» susurro aún sin creerlo. Cuando pongo el ojo en la cama, veo que al menos algo se quedó donde estaba, porque mi celular aún está ahí. Lo tomo y lo pongo en mi bolsillo. Fui una estúpida, porque bien pude haber grabado todo con las fotos, pero el pánico sobrepasó todo.

«¿Satisfecha? Ahora ven a mi recámara» dice, agarrándome de nuevo por la mano. «¡Busca! Busca y hazme ver esas videocámaras imaginarias. ¿También quieres checar en la de Lyudmila? ¡Siéntete libre!».

«No hagas eso, Kari» le imploro.«Sé lo que vi».

«También yo sé lo que veo. Y frente a mi veo a una persona diferente con la mente nublada por las pastillas. Cúrate, Oksana, porque no sabes en que problema te estás metiendo con la droga. No es fácil dejarlas, necesitas ayuda .

«¡Yo no estoy drogada!» grito.

«Puedes no estarlo ahora, pero si sigues por ese camino te convertirás en una»,

Herida por sus últimas palabras y por su falta de confianza, salgo corriendo de apartamento con las lágrimas que me nublan la vista y la idea de haber perdido a mi única amiga. Esperándome afuera, Dmitriy llega a mi con grandes zancadas y en medio de la calle, me protege con su abrazo.

«Todo está bien» me susurra, acariciándome la cabeza.

«No me creyó» balbuceo con lágrimas.«No me creyó».

«Shhh, pequeña, no llores».

«Tu me crees, ¿verdad?» pregunto, implorando con los ojos.

«Si, Oksana. Te creo».            

◎◎◎

Dos meses después

La luz de la tarde ilumina la recámara, mostrándome con mayor claridad que lo que estoy leyendo con letras claras en la pantalla de la pc se ve como la millonésima puerta cerrada en la cara. Resoplo sonoramente por la frustración y tomo mi cabeza entre las manos, sacudiéndola. Dos fuertes brazos me rodean la cintura y la dulce respiración de Dmitriy hace cosquillas en mi oreja, regalándome una sensación de bienestar. Me dejo llevar por su toque, tirando hacia atrás la cabeza, para así darle fácil acceso a mi cuelo, el cual no pierde tiempo en besar. Desde que vivo aquí, estoy comenzando a perder la familiaridad con todo lo que me rodea. En primer lugar, con mi hombre. Acostumbrarme a esta compañía fue bastante fácil, al menos para mi. Traté de no hacer pesar mi presencia en esta casa - también porque tendría que ser un acomodo momentáneo - pero Dmitriy siempre me demostró que le gustaba«... tenerme por la casa». Comenzamos todo esto por necesidad y ahora se está prolongando un poco más de lo debido. A él parece no importarle, pero es en momentos como este que en el que me siento una carga.

«¿Qué pasó?» pregunta él.«¿Otro callejón sin salida?».

«Sí. Diablos, no se que más buscar».

«No es necesario que lo hagas, Oksana. Te lo he repetido muchas veces. Y no salgas con la misma historia de la mantenida».

«¡Pero así es!» protesto.«Me siento inútil al estar todo el día en casa sin hacer nada. Quisiera hacer algo que no me haga sentir así, ¿entiendes?» termino, levantándome del escritorio para verlo a la cara.

«De hecho, no» responde él.

«Quiero decir, obvio tu no lo entiendes porque tienes un trabajo y todo lo demás. Pero ponte en mis zapatos, Dmitriy. Vivo en tu casa, como gracias a ti, no trabajo, no hago nada porque todo lo hace el ama de llaves. Quiero ser útil, eso es».

«¿Y no te basta vivir como una princesa?» me pregunta, tomándome por las caderas y atrayéndome a él.

Tiene razón. Vivo como una reina. Con Dmitriy no me falta nada, me hace vivir en su "palacio" y la forma en la que me trata me hace sentir la cosa más preciada que tiene. Pero no por eso estoy satisfecha. Solo me basta que él decidió cuidarme, su riqueza es solo un plus. Estoy con él - no por lo que tiene - si no porque creo amarlo.

«Te estaré siempre agradecida por lo que has hecho por mi, pero quisiera hacer algo».

«¿Segura que te refieres a un trabajo?» pregunta.«Sana, se sincera y dime que es lo que realmente te gustaría hacer».

«¿Sincera, sincera?» pregunto un poco temerosa, mordiéndome el labio inferior.

«Sí. Dime la verdad. Como siempre lo hemos hecho».

«De acuerdo. Siempre he querido estudiar» digo, todo de un golpe.«Nunca tuve la oportunidad, pero es eso que siempre he querido hacer. Digamos que hasta ahora he trabajado para ahorrar la cantidad necesaria que me sirve para ir a la universidad. Por desgracia, me encontré en una situación un poco incómoda últimamente así que...».

«Así que» me interrumpe, acercándome cada vez más a él.«Quiero verte feliz y si quieres estudiar, lo harás».

Sonrío, pasando los brazos por su cuello y comienzo a jugar con su cabello. Dmitriy nunca me deja de sorprender. Ahora mismo, su expresión parece relajada y famélica. Así que, no pierdo tiempo y me lanzo a sus labios para hacerle sentir lo agradecida que estoy por eso que ha hecho y por eso que sigue haciendo por mi. Lo beso y él regresa con lo mismo, recorriendo mi cuerpo con sus manos. Cuando me toma en brazos, le rodeo la cintura con mis piernas y me dejo llevar a la cama.
Nuestra cama. Mi lugar seguro. Un lugar que comencé a penar como mio y donde en estos meses he vivido mis primeras experiencias. Y estoy contenta de que haya pasado con Dmitriy. Le debo todo. Es gracias a él que ahora no estoy en medio de la calle.

El destino quiso darme una segunda oportunidad, encontrando el agua en el desierto. Y Dmitriy es mi agua.

© TODOS LOS DERECHOS DE AUTOR Y TRADUCCIÓN RESERVADOS

No eres mi dueñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora