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Verónica
Más tarde, me despido de Matt en la puerta de mi apartamento con un profundo beso en la boca. Lo invité a pasar, pero me dijo que tenía otro asunto del cual se debe de apurar. Me quedé un poco triste, pero me prometió que mañana en la mañana iremos a desayunar juntos y me acompañará por el pequeño Elia antes de ir al trabajo.
De todos modos, el hecho de que no haya pasado me ha dejado más tiempo para tener una larga charla con Karina. Ha pasado un mes desde las amenazas de Igor y aún no ha dado señales de vida (según Karina). Por eso quiero hacer una videollamada, para ver que estaba diciendo la verdad. Ella siempre ha sido la que me protege, pero ahora quiero que haga lo que yo le digo. Nos arriesgamos en el pasado y ella más que yo, por ciertas razones. Cuando la vi me pareció que decía la verdad, pero, sobre todo, estaba ilesa. Me pareció preocupada y le aconsejé de hacer lo correcto si Igor volvía a aparecer en su puerta. Desde esta perspectiva, ella también fue dañada sentimentalmente. Hace seis años tuvo un tipo de relación con él, la misma que tuvo que terminar después de descubrir que estaba enrollado en la prostitución y el tipo de mente retorcida que tenía.
«¿Qué tienes? Me pareces más alegre que de costumbre» dice Karina, cambiando de tema.
«Nada, acabo de regresar de una cita» digo con indiferencia.
«¡No lo creo!» dice el rostro contento de Karina. «¡Oksana Volkova no tiene citas!».
«Pero Verónica Eaton sí».
El grito de Karina me revienta el tímpano, a pesar del volumen ajustado de la computadora. Me contagia su felicidad y rompo en carcajadas.
«¿Y quién es el afortunado? El guapo de tu jefe ¿verdad?» pregunta. Asiento. «Lo sabía».
«¿Cómo que lo sabías?».
«Me di cuenta la vez que fui a verte. Te veía de esa forma tan... te quería desde ese entonces».
«Creo que tienes razón. Una noche mi dio un discurso extraño del hecho que me... observa, desde años».
El silencio del otro lado de la pantalla me hace pensar que Karina encuentra toda esta historia un poco inquietante, pero le cuento que, en cierto modo es algo lindo.
«Esperemos que la historia no se repita» dice.
«Lo espero. Por primera vez creo que estoy segura de saber a quién tengo enfrente. Ya me cansé de privarme de las cosas bellas de la vida, ¿entiendes? Quiero iniciar a vivir en serio y Matt me parece la persona correcta con quién hacerlo» admito. «Yo tal vez... es decir... tal vez tengo sentimientos por él».
«Creo que es más una certeza que una hipótesis».
«Tienes razón y no es algo temporal, de otro modo ya me habría dado cuenta».
«Estoy tan feliz por ti, Sana. Quiero estar ahí contigo para poder abrazarte».
«Me haces falta» admito. «Prométeme que vendrás a verme pronto».
◎◎◎
A la mañana siguiente, puntal como un reloj suizo, Matt aparece frente a mi apartamento con algo de desayuno en una bolsa. Comemos rápido y salimos de casa aún más rápido.
«Tengo que pedirte que hoy vengas a la oficina un poco antes. Estamos organizando una asamblea con la Mo.Ne.Y Ltd. Y tú tienes que ir, pero esta vez irás con Jason» dice Matt, cuando subimos al auto.
«¿Por qué Jason? ¿No está ocupando en recuperar el tiempo perdido con Astrid?» pregunto.
En realidad, en este momento no me interesa mucho su relación – quiero decir, estoy contenta por ellos y todo – pero estoy más interesada en el hecho de que podría pasar unos pocos días en compañía de Matt. Además, Jason y yo no somos los mejores amigos.
«Jason ya ha hecho tratos con ellos. Como sabes, Astrid no puede dejar a Elia y tú eres nuestra reserva más preciada en esa oficina» dice, sonriéndome.
«Lo sé» contesto con ironía. «¿Qué harías sin mí, Matt?».
«No lo sé, bombón. No lo sé».
Cuando detiene el auto frente al apartamento de Astrid, me tomo dos segundos para verlo un poco. No lo sé, pero no quiero dejarlo ir. Quiero poder quedarme con él un poco más. Lo sé, nos vemos todos los días, pero en un ambiente de trabajo y todo esto no me basta.
Matt
Sabía que la idea de pedirle a Verónica de salir sería una buena idea, pero no pensé que después de nuestra primera cita las cosas mejorarían.
Veo a Verónica menos pensativa, tal vez fue mi imaginación y con un completo idiota en pensarlo, pero sus ojos estás más felices. La chica rígida e indiferente hacía mi ha desaparecido, dejando su lugar a una sonrisa sincera que todas las veces que la veo me pone feliz.
«¿Nos vemos a la salida del St. John?» pregunto.
«Sí» dice. «Nos vemos más tarde».
En contra de mis expectativas, Verónica se inclina en mi dirección y me deja un casto beso. Sonrío divertido porque enserio, me parece haber regresado al adolescente que se emocionaba por las cosas más estúpidas.
También lo fui ayer en la noche. Cuando mi bombón me invitó a entrar a su casa, me tuve que negar con una estúpida excusa porque sabía que no podría contenerme. El efecto que me da Verónica es "agresivo", por lo que no me podía arriesgar a dejarme ir así tan rápido. Además, conociéndola, aprendí que con ella debo ir paso a paso y detenerme en su casa significaría arruinar todo lo que construí con tanto esfuerzo. Porque lo hice, créanme.
Más tarde, antes de llegar a la oficina, me tomo media hora para hacer algunos encargos de mi madre, pero cuando llego, me sorprendo en ver a Astrid y a Jason y por poco me alejo para dejarlos solos, pero, demonios, ¡Ese es mi escritorio!
«¡NO! ¡No, no, no! ¡No en mi escritorio!» me lamento.
«Maldición» dice Jason, tratando de esconder a Astrid detrás de él.
No sé si escuché bien, pero me pareció que ella dijo: «¿Por qué siempre nos interrumpen en el mejor momento?».
Finjo no escuchar la risa cómplice de Jason y, cuando cada quién regresa a su lugar, me detengo a mirarlo en silencio con aire de desaprobación, pero al mismo tiempo feliz de que las cosas hayan cambiado también para él.
«Dime» dice, animándome a hablar.
«Al fin, ¿eh?».
«Sí».
Más lo veo, y más me doy cuenta de la cara que tiene (en buen sentido). Jasón está feliz y después de todo este tiempo se lo merece.
«Estoy feliz por ustedes. Al menos ya dejarás de hincharme la cabeza con tus problemas de adolescente paranoico. Pero Jason, te juro que, si los cacho otra vez a punto de hacerlo en mi escritorio los despido» digo, para hacer el asunto más serio.
«No lo estábamos haciendo en tu escritorio» contesta.
«¡No, pero estaban por hacerlo!».
«¡¿Y cuál es el problema?! Yo no te dije nada cuando acosaste a Verónica en su escritorio. Sabes que yo también los puedo despedir».
«La circunstancia es diferente. Nosotros no hicimos nada» me excuso.
«¿Sabes lo frustrante que es tener a un niño que te interrumpe cuando estás a punto de llegar a la cúpside? ¿Y sabes que lo es aún más cuando tu socio hace los mismo?».
No hago nada más que reír y comprenderlo. Sé lo que quiere decir estar en abstinencia, porque estoy viviendo la misma experiencia con Verónica.
Suspiro con pesar y deseo que yo, en un par de días, pueda tener la misma cara de mierda.
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No eres mi dueño
Romance// COMPLETA // «No te desharás de mi fácilmente» es la frase que escucha Verónica cada vez que cierra los ojos. Para ella, escapar de su propio pasado es una tarea difícil, pero está más que consciente de que no todo vuelve a su lugar con un simple...