Capítulo 75

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Actualidad

Matt

El hecho de que Jennifer haya tenido la oportunidad de molestar a mi Verónica me fastidia. ¿Qué hace aquí en Nueva York? ¿No tiene que pasearse por ahí para buscar a alguien que la mantenga? Espero que Verónica la haya encarado, si Jennifer aún es como la conozco, no habrá perdido tiempo de sacar su lengua viperina.

Mensajeo con Verónica, diciéndole que puedo ir a recogerla, pero dice que prefiere dar un paseo, así que no me queda más que esperarla en casa.

Pienso sobre lo que puedo cocinar. No soy un gran cocinero, pero me va bien en la cocina. Vivir solo me ha permitido aprender a cocinar algo, y, hablando serio, siempre preparo los mismos platillos, pero me salen muy ricos. Opto por el pollo ahumado. Tomo todo lo que necesito y me pongo manos a la obra. Tomo un sartén y comienzo a cocer la carne, luego agrego las verduras ya cortadas y expando el juego con un poco de agua. Cuando veo el reloj, me doy cuenta de que ya ha pasado una hora y Verónica no ha llegado así que la llamo. El celular timbra, pero nadie responde. No soy del tipo que se preocupa, pero no le toma tanto tiempo para regresar a casa a pie. Por lo que la llamo nuevamente y doy un suspiro de alivio cuando responde al primer timbre.

«Hey». Su tono de voz es neutro y pesado, como si hubiera corrido por un buen tiempo.

«¿Todo bien, Verónica? ¿Dónde estás?» pregunto.

«En casa».

«Gracias a Dios. Te esperaba en la mía. Me has preocupado. Te he preparado un almuerzo de primera clase» digo alegre, con la esperanza de cambiarle el humor.

«Sí, lo siento. No tengo mucha hambre. ¿Te parece bien si nos vemos más tarde?».

¿Qué? No, ¡no me parece bien! En efecto, me molesta. ¿Por qué, por alguna razón, siento que Jennifer tiene algo que ver? ¿Qué pasó hace pocos minutos?

«¿Puedo ir a verte?» insisto.

«Matt, tengo que hacer cosas, ¿está bien? Mejor yo voy a la tuya cuando termine».

Verónica cuelga sin darme el tiempo para contestar o despedirme. ¿Qué es lo que acaba de pasar? Nunca se había negado a verme. Aparte, estamos solo a unos pasos, ¿por qué no ha venido aquí, si así fue como quedamos?

Sabía que tenía que ser muy atento con Verónica. Sé que necesita tiempo, ¿pero yo? No soy una marioneta a la cual manejar como quiera. Me gusta, y saber que tal vez me encaminé en una relación de un solo sentido me hiere.

Decido esperar a que el pollo esté listo para poner todo en bandejas de aluminio, tomo una botella de vino, y me encamino al apartamento de Verónica.

Verónica

Ver a Igor frente a mis ojos tiene un efecto en mí. Cinco años es demasiado y en todo este tiempo él no ha cambiado en nada. Lo único diferente en él es la cicatriz blanda que recorre su mejilla, desde el pómulo al mentón. Sus ojos no se despegan de los míos cuando, con una sonrisa arrogante, dice: «Hola, Oksana».

No logro decir ni una palabra y todo en lo que pienso es en mi amiga.

«Tranquila, no le he hecho nada. Pero tengo que decir que la astucia nunca fue su fuerte» dice en ruso.

No me atrevo ni a contestar ni a pronunciar cualquier otra frase. De repente siento como si hubiera perdido el habla. Por una extraña razón no siento miedo, pero una pregunta me viene a la mente.

«¿Cómo me encontraste?» pregunto.
Siento la necesidad de escapar. ¿Por qué no escuché a Karina cuando me lo dijo y no escapé cuando tenía la oportunidad?

No eres mi dueñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora