Capítulo 46

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Actualidad, Diciembre

Verónica

Pasar el tiempo en el carro junto a Astrid es enserio agotador. Uno, porque tiene el carro desde poco y sinceramente tengo miedo de cómo maneja y dos, porque sigue hablándome de Matt como si a partir de mañana tuviera que pasar algo de impresionante. Le repetí muchas veces que nuestro contacto ha disminuido después del viaje a Portland, pero ella sigue insistiendo y repitiendo: «Conozco a Matt, y esto es solo el comienzo. Jason también lo piensa».

«¿Por qué, Jason y tú hablan de Matt y de mí?» pregunto, frunciendo el ceño.

«Beh, sí. Somos sus amigos y al menos en algo coincidimos. No vemos la hora de verlos juntos. Como una verdadera pareja» termina Astrid, complacida, con una sonrisa que le llega hasta los ojos.

«Yo pienso que sería mejor si te concentras un poco más en manejar, ¿no crees?» contesto para cambiar de tema.

«Te crees muy asusta, pero no lo eres».

Decido ignorar sus palabras y pienso en lo que dijo. No vemos la hora de verlos juntos. ¿Tan obvio es? Quiero decir, ellos no saben que yo cerré contacto con los hombres desde hace tiempo. Con Matt, sí, es diferente, enserio quiero dejarme llevar, pero es más difícil de lo que pensé. Tal vez con el tiempo las cosas cambiarán, pero al momento creo que las cosas se quedarán tal y como están.
He soñado con Matt, diferente a los otros, es un sueño a ojos abiertos. A veces pienso que aquello que queremos lo podemos "probar" en forma de sueño. Y yo he probado a Matt, sí. Pero duró demasiado poco y fue confuso, aunque aún recuerdo perfectamente lo hermoso que fue nuestro beso. Hermoso al punto de soñarlo cada noche.

Astrid me saca de mis pensamientos, hablando sobre sus preocupaciones. No sabe que regalo comprar para Elia por navidad, porque está convencida de que Jason llamará la atención del niño con algún regalo llamativo. Sonrío ante sus preocupaciones y la envidio un poco. Es más, digamos que la envidio demasiado. Tiene una familia amorosa que siempre la apoya, que le desea el bien. Amigos fantásticos, un niño estupendo, y luego tiene a Jason. Porque aunque sus relación en el momento no es de la más pacífica, los une algo muy profundo, alfo que yo nunca he conocido y de lo cual siento constantemente la falta: el amor.

◎◎◎

Después de haber llegado a casa, me doy cuenta de que es casi la hora de la cena. Me pongo mis cómodas pantuflas y pongo a descongelar en el microondas una pizza congelada. Cuando termino de comer, con un ruido sordo, me dejo caer sobre el suave sofá en forma de L. No veía la hora de poner la cabeza en la almohada. No alcanzo a tomar el control de la tv, cuando escucho el timbre de mi celular el que me avisa la llegada de una llamada. Sonrío, viendo en la pantalla el nombre de Karina, acompañado por el prefijo +7.

«¿Pero no tendrías que estar dormida a esta hora? ¿O es al revés? Espera, no recuerdo si,,,» digo divertida, antes de que ella me interrumpa.

Al instante soy abrumada por un montón de palabra en ruso. La lengua de Karina parece estar suelta, no puede detenerse, señal de que está nerviosa y su nerviosismo se me está pegando. Voy al vació cuando escucho las palabras "cárcel", "Igor" y "fuera". Alterada, me apresuro a la pc. Tiene razón, Igor está fuera. Libre.

«No es posible» susurro, con el teléfono aún pegado a la oreja.
Leo atentamente el artículo y me estremezco apenas leo: "Moscú, Igor Petrov: Declarado inocente por faltas de pruebas".

«Yo tampoco lo podía creer. No había leído las noticias en el periódico, pero luego...».

«¿Luego?» pregunto, agitada. «¿Luego qué? ¡Kari, habla!» le ordeno.

«Vino a encontrarme. Juro que no les creía a mis ojos».

«¿Te hizo daño?» pregunto al instante, preocupada. «¡Debes venirte para acá! Ven conmigo. Puedes quedarte todo el tiempo que quieras, ¡pero escapa!».

«Tranquila, Sana. No me ha hecho nada. Es más, parecía gentil, como si estos años en la cárcel le hicieron cambiar».

«Todo es una trampa» digo. «¿Qué quería?».

«Te está buscando» dice con voz sombría. «No sabe que estamos en contacto. Me quedé callada».

De la nada, me quedo muda. Viajo en el tiempo a Rusia, hace cinco años. Cuando vivía en terror absoluto. Pero ahora estoy aquí, ¿no?

«Sana, escúchame bien» continua Karina. «Nadie sabe que estás en Nueva York, así que estás más segura de lo que piensas y sobre todo escondida. Recuerda que no tienes que aparecer en periódicos con tu jefe o cosas del estilo, serías fácil de rastrear y ya no te bastará un nombre falso para estar segura. No necesitas hacerte otra nueva identidad o transferirte a otro lado si estás atenta».

«¿Por qué me dices eso?» pregunto en un susurro aterrorizada por lo que puede suceder si Igor me encuentra.

«Porque sabes lo determinado que puede llegar a ser Igor cuando quiere algo. No se detendrá hasta que no te encuentre».

¿Por qué ahora? ¿Por qué mi vida, que parecía estar andando bien, se está yendo al caño justo ahora? ¿Por qué no puedo tener un momento de tranquilidad? ¿Cómo le hicieron para soltar a Igor después de que confesó? No creo que existan pruebas más verdaderas que la confesión de un culpable.

«¿Qué quería exactamente? ¿Te lo dijo?» pregunto temerosa por miedo a la respuesta.

«Quiere el dinero de Dmitriy».

Aún más aterrorizada, me despido con rapidez de Karina con la promesa de estar en contacto si hay nuevas noticias y comienzo a buscar en la web. Igor está fuera desde hace veinticuatro horas. ¿Por qué no me di cuenta antes? Siempre estoy atenta al periódico ruso. Me regaño mentalmente por mi distracción. Todo es culpa de esos ojos verdes. Me dejé engañar y distraer como nunca. Eso es por lo que quiero tener todo bajo control. Odio cuando las cosas se me salen de las manos, todo es culpa mía.

Más tarde, salgo al frío de la noche y llego al Blue Smoke. Me gusta este lugar, puedo estar escondida en medio de tanta gente y esto me hace sentir protegida. Toda esta gente no me conoce. Me confundo entre ellos y comienzo a tomar un vaso de vodka después de otro, hasta que el barista decide por mi que ya es suficiente.

«Vete a la mierda» digo, pagando y levantándome del asiento.

Llego así a la calle y, cuando estoy afuera, me doy cuenta de lo idiota que soy. Las gotas de agua comienzan a caer sobre mi cabella, mojándome. Levanto el rostro y rompo en un llanto silencioso, dejando que la lluvia lleve las lágrimas saladas de mi rostro. Dejando que me purifique y se lleven todo lo que ha pasado. Por un momento, quiero pensar que soy Verónica, pero la realidad me golpea, haciéndome entender que nunca me libraré de mi pasado.
Así que llamo a la única persona con la que me siento segura.

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