Capítulo 83

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Actualidad

Matt

Cuando choco con Oksana en las escaleras, mi primer instinto fue el de tomarla en brazos y nunca dejarla ir. Y eso es lo que hago, la atrapo en un abrazo, feliz de que fuera a mi casa y que me responda con la misma intensidad. La cargo y dejo que enrosque sus piernas en mi cadera. Subo los escalones, uno a la vez y, cuando llego a la entrada de su apartamento, la bajo y dejo que abra la puerta. Oksana ni siquiera tiene tiempo de abrir la boca cuando la beso otra vez y, sin esperar su permiso, la llevo a la habitación.

La mañana siguiente me encuentro enroscado a ella. Está entre mis brazos y me tomo un segundo para observarla con atención mientras duerme. Su respiración hace cosquillas en mi cuello y mi mirada cae directamente en su boca ligeramente abierta. Parece una muñeca de porcelana, no le cambiaría nada, aparte de su pasado. Quisiera que nunca hubiera pasado, que no se haya visto obligada a matar... No logro creer que haya sido capaz de eso. ¿Pero qué hubiera pasado si no lo hacía? Seguramente él la habría asesinado y en este momento no estaría babeando – literalmente – en mi pecho. Sin poderme contener, me muevo, pero trato de contenerme por miedo a despertarla. Después de algunos segundos, abre los ojos y cierra la boca. «Qué asco» dice con la voz ronca por el sueño, cuando se da cuenta de su "trabajito".

Río, quitándole el cabello del rostro y llevando sus ojos a los míos. «Buenos días, bombón».

«Te he ensuciado todo».

«No es nada, amor» digo, sonriéndole.

Últimamente, no hago más que sonreír. Tiempo atrás, tener novia me habría traído problemas, pero tener a Oksana como mi novia es lo más hermoso que pudo haberme pasado. No sé cómo o cuándo exactamente, pero estoy seguro de que siempre la he amado. Así que la beso, dándole los buenos días como es debido. Nuestro contacto dura menos de lo que pensé porque corre al baño a darse una ducha, así que aprovecho para preparar el desayuno.
Aún es bóxer, pongo manos a la obra y espero a que el café esté listo. Comienzo a mezclar la masa para hot cakes en un recipiente y mientras lo hago tengo que contestar el celular que no deja de sonar.

«Jase, te dije que llegaría tarde esta mañana».

«Lo sé, pero hay un cliente que insiste con verte».

«¿Quién es?» pregunto.

«No quiere decírmelo. Solo dijo que es una cuestión urgente por resolver».

«También llamé a Astrid para que recorriera mis juntas, ¡mierda! Sea quien sea, dile que espere» digo molesto. «Ahora salgo para allá». Termino con sequedad y cuelgo apenas veo a Oksana caminar a mí. Recogió su largo cabello en una cola de caballo alta y se ha puesto mi camisa que le deja los muslos al descubierto. Cuando llega a mí, lleva sus brazos a mi cuello y me besa en los labios. «¿El desayuno está listo?» pregunta.

«Casi» digo, estrechándola. «Si me ayudas estará lista antes».

«Estoy de acuerdo, pero si no me dejas ir seguro que no se preparará solo».

Le doy una sonrisa divertida y antes de soltarla le doy una nalgada, haciendo que de un brinco y ría. Le guiño el ojo y vuelvo a poner manos a la obra. Estos pocos minutos bastaron para llenarme de alegría. No estamos haciendo nada en concreto, pero pasar el tiempo disfrutando de compañía, me hace sentir bien. Tal vez es ella quién me faltaba, después de todo ya tenía un trabajo y desde este punto de vista me iba bien. Ella fue una brisa de aire fresco

Más tarde, la acompaño al St. John.

«¿Podrás bajar un minuto? Últimamente, Ethan me ha pedido verte más que nunca. Seguro que esta ofendido porque no te has dejado ver, así que te aconsejo de saludarlo, aunque sea rápido».

Hago como me dice y de hecho, cuando entro, el pequeño se lanza a los brazos de Oksana y cuando me ve, hace pucheros,

«Hey, pequeñín» lo llamo. «¿Qué te parece si el sábado vengo por ti y jugamos todo el día?».

Ante mis palabras, la expresión de Ethan refleja timidez y después me sonríe. «¿Prometido?».

«¡Prometido!» le aseguro.

Me molesto una vez más cuando suena mi teléfono y, cuando veo que se trata de Jason, termino la llamada antes de responder. Me despido de Oksana con un beso en los labios y de Ethan con uno en la frente y me apresuro a llegar a la oficina.

Cuando llego, Astrid no está en su escritorio y Jason no está en su lugar, así que lo llamo. «Matt» responde.

«¿Se puede saber dónde estás?».

«Tuve un incidente y me tuve que ir al momento».

«¿Pasó algo?».

«Sí, te contaré cuando llegue al despacho. Le dije a tu cliente que regresara dentro de poco. No lo hagas enojar, me pareció un hombre difícil».

Por la siguiente hora, nadie se presenta en la oficina, así que puedo hacer mi trabajo en paz, pero apenas pasada media mañana, el teléfono suena. No tener ni a Oksana ni a Astrid en su escritorio es estresante y la ausencia de Jason pone todo aún peor. El resto del tiempo me distraigo en responder las llamadas y apuntar citas y a terminar otros trabajos. Para el colmo, es casi hora de comida y mi estómago ruge como nunca. Decido dejar de lado el trabajo e ir al Dairy Queen para así poder almorzar con Oksana. Saco el celular del bolsillo para avisarle, cuando un alto sujeto, al menos de uno ochenta, se presenta en la oficina.

«¿Pero qué demonios tiene que hacer uno para encontrar en el trabajo la mañana?» dice el desconocido con un extraño acento.

«¿Disculpa? Creo que no nos conocemos» digo, regresando el celular a su lugar.

«No, tienes razón. Pero te he buscado desde la mañana y no creo que sea muy cortés de tu parte hacer esperar a los clientes».

De hecho... «¿Habló con mi socio?» pregunto. Jason tenía razón, parece un mal tipo y creo que se encuentra aquí para grandes negocios. Transpira riqueza por todos los poros.

«No, quería hablar directamente contigo. Escuché que eres uno de los mejores en tu especialidad».

«Tome asiento» lo invito. Y tomo lugar detrás del escritorio. Creo que tendré que saltarme el almuerzo.

«Me ha pasado algo extraño. Mi cuenta bancaria siempre ha estado llena de millones, pero de un día a otro desaparecieron».

Frunzo el ceño. «Creo que se ha equivocado de oficina. Si quiere saber cómo ha desaparecido su dinero, le aconsejo de ir directamente a la policía».

«Oh, pero yo sé quién ha sido el responsable. Ha sido mi esposa y dado que trabaja aquí, me preguntaba cuándo puedo encontrarla».

«Lo siento, ¿cómo?» pregunto con escalofríos recorriendo mi cuerpo.

«Estoy buscando a Oksana Volkova. Soy su marido».

Dmitriy.

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