Capítulo 76

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Actualidad

Matt

Es ella, no hay duda, a pesar de que está de espaldas la reconozco perfectamente. Veo la foto frente a mis ojos. Entre más la veo más me estremezco. ¿Qué hace Verónica con este hombre? ¿Quién es? Cuando le muestro el teléfono, su expresión, de preocupación, se vuelve horrorizada. Sabe que es ella.

«¿Eres tú?» pregunto, esperando que su respuesta sea un no y esta semejanza sea solo casualidad.

Verónica asiente y aparta la mirada del celular. Si algo aprendí en conocerla estos meses, creo que ahora está en su modo de cierre, lo que quiere decir que no tiene intención de hablar, cuando le pregunto «¿Quién es él?» se queda callada. ¿Por qué no se deja ir? ¿Tan poca confianza me tiene?

A lo que no le hago caso es al mensaje que mando Jennifer junto con la foto. Dice: VIGILA A TU NOVIA... TAL PARCE QUE SE MANTIENE OCUPADA ;) . Sé muy bien que Verónica no se va por ahí a pillar algo. Ella no es Jennifer, nunca me haría lo que ella me hizo en el pasado.

«Verónica, ¿quién es?» insisto una vez más.

Cuando sus ojos se juntan con los míos, veo una ráfaga de arrepentimiento, pero su boca no se mueve. El rostro de Verónica parece arrepentido y me ve de una forma que me hace entender que no tendré otra respuesta. Apuesto a que este hombre forma parte de su pasado. ¿Qué tan grave fue lo que le sucedió para perder el habla? ¿Por qué se cierra?

«¿Tiene que ver con tu pasado? ¿Por eso no quieres hablar de ello?».

«No puedo» es lo único que dice en un susurro.

«¿Por qué?» exploto. ¿Por qué no puede? No logro entenderlo.

«Tuve que trabajar demasiado para que las cosas fueran bien y ahora estoy de nuevo en el punto de partida. Odio todo lo que está pasando y odio ver sufrir a las personas que me rodean».

Verónica termina su comentario juntando sus vidriosos ojos en los míos. ¿Qué quiere decir? ¿Está terminando esta relación?

«¿Qué quieres decir?» pregunto con cautela.

«Quiero decir que no puede funcionar. No puedo decirte todo, Matt, pero tienes que saber que mi vida no fue una de las más tranquilas. Tuve un pasado difícil y ahora parece que regresó de la nada sin preaviso. No puedo estar contigo. No ahora».

Sus palabras me golpean justo en el estómago. Estoy en shock. ¿Qué acaba de suceder? ¿En serio nuestra historia está terminando antes de comenzar? ¿En serio que está dejando?

«¿Entonces este hombre es tu pasado? ¿Qué es? ¿Un ex? ¿Qué quiere Sé que le tienes miedo. He visto terror en tus ojos, ¡pero dime que es lo que quiere! ¡Déjame ayudarte, pero si no hablas es complicado hacerlo!».

«No hay nada que tengas que saber».

Gruño y presiono el tabique de mi nariz. Respiro con dificultad por la frustración y no hay nada que me pueda calmar aparte de un vaso de wisky. Me levanto de la silla con lentitud y comienzo a recoger mis cosas. Cuando me poco la chaqueta y llego a la puerta, me giro y encaro a Verónica. Está tan triste y asustada que no quiero irme. No quiero dejarla sola. Tengo que ordenar mis pensamientos y ella también.

«Piénsalo bien, Verónica. Mañana volveremos a hablar», es lo último que sale de mi boca antes de irme. No siento la necesidad de agregar algo más. Quiero que escoja con libertad, no porque esté hundida en miedo. Por eso reprimo el instinto de decirle que la amo y cierro la puerta a mis espaldas.

Cuando llego a mi departamento, me desvisto y me dirijo a la ducha y después me visto con mis pantalones de pijama, llevo a la cama y me tomo un cuarto de la botella de wisky, eso me basta para dormir de golpe y no pensar en el resto del día.

◎◎◎

La mañana siguiente, me despierto con la cabeza llena de sonidos. Parece como si un martillo estuviera trabajando en mi cabeza, lo que hace todo insoportable. Los eventos de ayer regresan a mi mente en un segundo. Verónica con otro hombre. Verónica que no puede – no quiere – decirme lo que está pasado. Verónica dejándome.
Dormí una tarde y una noche entera y ahora no puedo entender lo que pasó. Tomo el celular con la esperanza de encontrar alguna señal de su parte, pero no encuentro nada. Decido vestirme e ir a correr para abandonar esa sensación de malestar que tengo encima.

Cuando regreso a casa, me siento nuevo, así que me preparo para ir a trabajar, pero, primero paso por la casa de Verónica. A pesar de ser las 08:30, su departamento está vacío, por lo que me dirijo a la casa de Astrid. Esta mañana, el tráfico parece atraparme después de cada esquina, por lo que, al último minuto decido que es mejor esperar a Verónica directamente al St. John

Antes de llegar a mi destino, una cabellera rubia llama mi atención y, cuando veo al mismo hombre de la foto, comienzo a sudar frío. Estaciono el auto al otro lado de la calle y veo toda la escena. El hombre parece ser algún año mayor que yo y lo que veo al instante es la cicatriz que le cruza medio rostro. Luego, algo más llama mi atención: su cercanía. ¿Así es como están las cosas? ¿Verónica me traiciona? Trago la saliva que amenaza con ahogarme y, con los ojos bien abiertos, sigo viendo la escena frente a mis ojos. No logro ver el rostro de Verónica, pero el de él sí. Él parece estar cautivado por ella, pero sus ojos parecen llenos de desprecio y deseo. Ve a Verónica con intensidad, como si pudiera convencerla de hacer todo lo que él quiero y creo que lo está haciendo. Verónica está frente a él, parece una estatua, no se mueve ni un milímetro cuando él se inclina en su dirección y pone sus labios sobre los de ella.

Mi corazón se rompe y una vocecita llega a mi oído. No es lo que parece, ¿verdad? Me equivoqué. Ella no es Verónica, no puede serlo. Nunca me haría algo como eso.

Me siento en shock. Ver a la mujer que amo en tal situación.... Nunca habría imaginado sentir algo como esto. Siento como muero y no logro despegar mis ojos de ellos.

Cuando se separan, el hombre cruza sus ojos con los míos y una sonrisa malvada se escapa de sus labios. Lleno de ira, enciendo el motor y me voy a toda velocidad. Lo último que veo cuando paso a su lado, son los ojos de Verónica que me imploran llenos de dolor y saturados de lágrimas.

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