Seis años atrás,
dos meses despuésOksana
Tomo frenéticamente apuntes desde hace media hora sin parar. Cuando tomé la decisión de inscribirme a la universidad, lo hice con tanto entusiasmo que no me di cuenta de que las lecciones habían iniciado hace un mes. Cuando comencé a ir a clases, tomé una semana para ponerme al corriente y recuperar las horas perdidas y tratar de ir a la par, esperando de poder asistir a todos los cursos sin perder más tiempo. Hubiera podido asistir el año siguiente, pero gracias a Dmitriy - que conoce el rector de la universidad - me fue posible comenzar el año ya en curso. Sé que puedo parecer privilegiada - es más, lo soy - pero digamos que me dieron "una mano" para entrar a la universidad. El resto del trabajo me espera y estoy lista para ello. Quiero ocuparme y dedicarle a la literatura inglesa todo mi tiempo. Después de todo, eso siempre fue lo que quise estudiar y ahora lo estoy haciendo.
Al terminar la clase, mientras guardo todos mis libros en la bolsa, el sonido de mi nuevo celular me avisa que llegó un mensaje. Cuando lo abro, sonrío por la foto que Dmitriy me envió. Es él y Dobby, el pequeño gato que adoptamos hace una semana, cuando declaré lo de que aburrimiento. El mensaje dice:
YO Y DOBBY ESPERAMOS TUS MIMOS.Sonrío aún más y me encamino hacia la otra clase, mientras escribo una respuesta veloz. Pienso seriamente en regresar a casa antes de lo previsto, pero luego me doy cuenta de que es una pésima idea. Estoy aquí para estudiar, así que es mejor que me apegue a mis "deberes" de estudiante. Estoy por guardar el celular, cuando de repente choco con alguien.
«Discúlpame. No te había visto» me disculpo, arrodillándome para recuperar el celular.
Cuando me levanto, me encuentro cara a cara con un chico moja-bragas. Sé que no debería de pensar cosas como esas, pero cuando es así de evidente, hasta la más pura de las mentes pensaría en lo que apenas he pensado, sobre todo cuando te encuentras viendo unos espléndidos ojos azules, rodeados por una piel color caramelo y una boca carnosa.
«Disculpa» vuelvo a decir.El chico alto me sonríe, mostrándome su perfecta dentadura blanca. «No pasó nada, corazón».
«¿Eres español?» pregunto por impulso.
«Argentino» aclara. «De origen africano. ¿Se ve?».
«Beh, en un país en donde la mayor parte de la gente es blanca como la leche, sí, más que evidente».
«Ese es un comentario racista» dice él, sin emoción en su expresión.
«¿Qué? No, no, no, no» me apresuro a decir. «No era mi intención ofenderte y no fue un comentario racista. Intentaba decir que eres un poco más oscuro con respecto a... ¡oh Dios! ¡¿Qué estoy diciendo?!».
Estoy en pánico total. Hubiera pensado todo, pero no ser así de insensible y maleducada. No era mi intención decir eso. Nunca me lo hubiera permitido, sobre todo porque todos somos iguales, independientemente del color de la piel. Fui la primera en ser discriminada y ser etiquetada como una manzana podrida solo porque no tenía una familia y lo último que haría es hacer que alguien se sienta como yo me sentí.
El chico rompe en carcajadas y me tranquiliza. «Estaba jugando, Oksana».
Me quedo perpleja y olvido mi confusión cuando escucho que dice mi nombre. Frunzo el ceño y pregunto: «¿Cómo es que sabes mi nombre?».
«Vamos a las mismas clases y según yo te hubieras dado cuenta si no estuvieras todo el tiempo escribiendo como loca».
«Estoy aquí para estudiar. Es lo mínimo que puedo hacer...» digo, como si fuera lo más obvio.
«Y cuando no escribes apuntes, escribes en el celular».
«Y tú, en vez de poner atención en clase, estás al pendiente de lo que hacen los demás, ¿me equivoco?» pregunto irritada, cruzándome de brazos.
«No exactamente, belleza. Te noté porque llegaste a clase con cuatro semanas de retraso. Además de que llevamos casi todas las clases juntos y buscaba una manera de romper el hielo. Solo que continuabas escapando, pero hoy fue mi día de suerte porque literalmente me has caído encima»
«Pues mira que hoy es tu día de suerte porque estoy de humor para dar explicaciones. Estoy comprometida hasta con anillo» digo, agitando mi mano derecha frente a sus ojos. «Así que no creo que después de hoy te vuelva a ver de nuevo con el deseo de "romper el hielo"».
«¡Wow!» exclama, tomando mi mano y llevándola a sus ojos. «Esto sí que es un centenario».
«¿Qué quieres decir?» pregunto, soltándome de su agarre.
«Quiero decir que lastima el hecho de no tener esperanza alguna contigo» dice, con dramatismo. «Tu futuro esposo, al contrario, es un tipo muy afortunado. Y también rico».
«No es lo que piensas».
«En absoluto, no es importante lo que piense. Puedes hacer lo que quieras, Oksana» termina, guiñándome el ojo. «Entonces, ¿puedo acompañarte a tu siguiente clase?».
«No» contesto con sequedad y me dirijo hacia el aula, dándole la espalda.
«Beh, pues voy contigo» se apresura a decir, siguiéndome por detrás. «Ya que vamos a la misma dirección».
«¿Qué eres, mi guardaespaldas personal?» pregunto, fastidiada.
«No, tu espalda personal sobre la cuál llorar».
Río ante su comentario y me detengo a observarlo. «¿Siempre eres así de entrometido?».
«¡Nah! Solo cuando vale la pena. Creo que entre nosotras hay un tipo de... unión especial. Seremos mejores amigos» sentencia, seguro de sí mismo.
«Poe dura que pueda ser la amistad» susurro pensando en cómo fue que terminó con Karina.
No la veo desde ese día y creo que ya no trabaja en el Red, parece que ya ni vive en Moscú. Lo deseo por su bien porque a pesar de lo que pasó entre nosotras, siempre me preocuparé por ella y le deseare lo mejor.«Vaya, alguien pesimista» dice mi "amigo".
Lo ignoro y cambio el tema. «¿En qué otras clases estamos juntos?».
«Todas».
«Entonces, dado que ya conoces mi nombre, lo mínimo que puedes hacer es decirme el tuyo».
«Me llamo Thiago».
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No eres mi dueño
Romance// COMPLETA // «No te desharás de mi fácilmente» es la frase que escucha Verónica cada vez que cierra los ojos. Para ella, escapar de su propio pasado es una tarea difícil, pero está más que consciente de que no todo vuelve a su lugar con un simple...