003| Disparo.

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El ser humano define su realidad mediante el sufrimiento.—Neo. 

Fruncí los labios, tratando de no soltar la sarta casi infinita de barbaridades que podían escapar de ellos. Una lágrima resbaló por mi mejilla, delatando el estado de contención en el que me encontraba.

—¿Tienes algún problema, Emma? —La mirada de superioridad que me lanzó mi padre fue el último empujón que necesitaba para tragarme aquel endemoniado pedazo de rollito inundado en wasabi.

Jadeé, acercando el vaso con la bebida a mis labios.

—Te dije que podría —murmuré con la voz afectada y parpadeando para deshacerme de la sensación de ardor.

Una ronca risotada fue toda la respuesta de mi progenitor.

—Eres peligrosamente testadura —comentó apuntándome con un palillo chino.

Alcé los hombros, sin poder rebatir semejante afirmación.

—Será parte del carácter familiar —me defendí mientras luchaba con lo que quedaba de rollito de primavera.

No había ningún momento que desease más durante el día que el transcurso de la cena, donde podía dejar de estar alerta. Ser yo misma disfrutando de la compañía de mi padre. Sobretodo esta noche que era el ritual de comida asiática. Cada miércoles a la semana tocaba pedir en un restaurante de este estilo. China había sido la seleccionada de la noche.

—No sé si debes atribuir a la rama de mi familia ese tipo de conductas —comenzó Jerry Green de forma despistada, como si no adivinase los peligros que nos podía deparar ese tipo de conversaciones— Tu madre...

Y ahí estaba, la palabra que debíamos exterminar de cualquier charla civilizada. Al menos hasta que su mención no se sintiera como un millón de puñales ensartados en mi corazón.

—Mi madre está muerta —pronuncié— o al menos para mí.

—Emma... —comenzó con el tono que siempre predecía a una extensa serie de palabras que carecían de sentido para mí.

Me limité a rehuir de su mirada compungida y me concentré en la comida, manteniendo una postura tensa. Suspiré pasados unos eternos diez minutos sumidos en un ambiente pésimo.

Con el palillo chino que maniobraba entre mis dedos empujé uno de los fideos, rescatando una idea que había permanecido latente desde aquella mañana.

—Papá —inicié alzando la vista— ya sé que normalmente no me interesan este tipo de asuntos. El trabajo debería permanecer aparcado fuera de esta casa pero... he escuchado rumores muy extraños.

Las pobladas cejas de mi padre se alzaron, interrogantes.

—¿Un rumor? —Interrogó limpiándose la comisura de los labios con una manchada servilleta de papel.

Bien, ¿cómo empezaba sin parecer una perturbada?

—¿Sabes acerca de algún testimonio extraño estas dos últimas semanas? —Interrogué con cautela, tratando de mantener cualquier emoción a raya.

Los dotes de detective de mi progenitor muchas veces jugaban en mi contra, impidiéndome mentirle sin que se percatase. Siempre era demasiado intuitivo con mis estados de ánimo.

—¿Testimonio extraño? Me temo que debes ser más específica, cariño.

Me mordisqueé los labios calibrando las posibilidades. Podría simplemente dejar el tema apartado y no volver sobre él, pero aún tenía grabada a fuego la mirada aterrorizada de la chica.

Dark Clak [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora