017| Lágrimas.

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Si empiezas un fuego, prepárate para hacer frente a las llamas —Lex Luthor.

La situación era surrealista.

Gruesas lágrimas seguían recorriéndome las mejillas y pequeños espasmos me contrarían las entrañas ante la rabia y tristeza que me sometía. Me permití desahogar todo aquello que retuve con recelos durante demasiado tiempo, despedazándose ante la furia de mi propio llano.

Todo esto bajo la atenta e intrigada mirada del ser mitad pantera que me había recogido de la calla, como si fuese menos que un gato abandonado y quejumbroso.

Aún con la vista enturbiada comencé a regularizar mis inhalaciones hasta que con suma lentitud dejé de sollozar en aquel caro y alargado sofá de cuero oscuro.

Me sentí vacía, mucho más liviana pero con un extraño hueco en las profundidades de mi pecho que me impidió racionalizar la situación. Tan solo atiné a contemplar a mi extravagante compañero sin pronunciar una palabra, con los labios aún temblando y la respiración abandonándome de forma trabajosa.

Me sostuvo la mirada durante unos instantes que ralentizaron el tiempo y un cosquilleo, tan desconocido como sorprendente nació bajo mi piel, mientras sentía como se diluía la impotencia e impacto de los momentos previos a todo aquello.

Sin ningún gesto previo que pudiese ponerme sobre aviso, el imponente híbrido se incorporó con brusquedad hundiendo con fuerza sus dedos entre los mechones dorados de su cabello. Parecía perturbado, irritado, como si una vena hubiese estallado, rompiendo con su habitual y espeluznante pasividad.

Un gruñido hondo y desgarrador colapsó las masas de aire antes de que terminase de erguirse, con el pecho sacudiéndose, agitado.

La incomprensión se apoderó de mí y sólo atiné a permanece inmóvil, aún con alguna solitaria lágrima descendiendo por mi rostro.

Me disponía a levantar la mano con el fin de secar estas últimas rebeldes cuando tuve el rostro de Dark Claw a centímetros del mío. Apenas pude parpadear y pasó de encontrarse a varios pasos de distancia a que su aliento rompiese directamente y sin paliativos sobre la piel húmeda de mis mejillas.

No llevaba puesta la máscara y frente a mí se exhibía su atractivo semblante. Tenía las pupilas dilatadas y seguía inhalando con precariedad. Parecía desquiciado, fuera de control y eso me aterró y fascinó a partes iguales.

Entonces me tocó.

Fue apenas un roce leve de sus yemas sobre mi tez caliente que conllevó más de lo que supe administrar. Era vertiginoso, apabullante e increíblemente íntimo. Mis ojos se entrecerraron por puro instinto mientras su presencia me consumía con rapidez.

Se miró los dedos impregnados de mi llanto antes de desplazar la vista de nuevo a mis ojos asustados y curiosos. Hizo algo que no entendí. Liberó el aire en un lánguido suspiro que hizo flotar mis cabellos y me erizó la piel antes de volver adoptar su actitud relajada y superior.

Fue como si lo anterior no hubiese sucedido y la capa de frialdad, de apatía y desconsideración por cada aspecto del mundo sumió sus ojos en aquel brillo calculador e inhumano.

—No vuelvas a hacerlo. Jamás —recalcó las palabras con desinterés pero imprimiendo la suficiente firmeza— No llores en mi presencia. Es patético y me hace olvidar el motivo por el cual te permito seguir respirando.

Su voz fue tan gélida que no me atreví a replicar que fue él quien me trajo en semejante estado. Quise pero en el momento que las palabras se formaban en mis labios un palpito me obligó a tragármelas. En su lugar una duda me asaltó a la mente con tanta fuerza que fui incapaz de morderme la lengua.

Dark Clak [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora