Sólo porque alguien tropiece o pierda el camino no implica que se pierda para siempre.
—No.
Brett arqueó las cejas ante mi contundente negativa y alzó la comisura izquierda de sus labios en una mueca entre divertida y algo escéptica.
—¿No? —repitió degustando el monosílabo con un tono bajo y burlón.
Negué, afianzando mi decisión y me crucé de brazos mirando con suma inquietud la moto aparcada a unos escasos dos metros de nosotros. Era grande e íntegramente negra. No entendía mucho acerca de ese tipo de vehículo pero aquella parecía potente, veloz y mortífera.
—No pienso subirme en ese trasto —resalté categórica señalando al diablo metálico— Y menos si eres tú quien conduce.
La sonrisa de Brett se ensanchó con una pizca de su retorcida diversión. El asunto era serio y estar en mitad de la acerca con semejante asunto me ponía de los nervios pero... me aterraba la idea de montarme en semejante moto.
—Piensa esto —me estremecí cuando su voz rompió de forma directa contra la piel sensible de mi oreja. Estaba demasiado cerca como para que mis pensamientos fluyesen en orden— Has sido capaz de desplazarte por esta ciudad saltando de edificio en edificio tan solo sujeta a mí y ahora que yo conduzca este trasto de preocupa.
Buen punto.
Demasiado buen punto.
Joder.
—Tienes razón —prácticamente me vi obligada a arrancarme las palabras, de mala gana. Incluso podría apostar que soné como una niña cabreada cuando debe dar la razón a los adultos— Aunque yo me quedo el casco.
Brett se colocó frente a mí y me guiñó un ojo.
—Por supuesto, reina.
En menos de dos segundos de mis labios salió un sonido difuso cuando sentí el peso del susodicho casco aterrizar sobre mi cabeza. Ya ni me molestaba en tratar de captar sus movimientos, rendida a la aplastante verdad: era capaz de desplazarse tan deprisa que solo era un borrón confuso.
Sus nudillos pálidos e impolutos rozaron mi mentón y ese mero roce desperdigó una corriente de electricidad que me revolvió las entrañas de una manera intensa y oscura.
Terminó de ajustarme el casco al cráneo y avanzó a paso resulto hacia la moto. Mis pies imitaron su acción sin terminar de conectar por completo con el cerebro. Aquello era una locura, pero en el mar insondable de sinsentidos del días no ocupaba la primera plaza y eso me bastaba para aferrarme a la balsa de la cordura.
—Sigo sin comprender que buscamos exactamente. Que se conociesen no nos servirá como prueba para incriminarlo, en el caso de que sea culpable —razoné pasando una pierna por encima del asiento hasta deslizarme a su espalda.
—Es inteligente —reconoció Brett con un ligero tono de irritación— pero tiene un punto débil que debemos aprovechar.
Fruncí las cejas y aparté momentáneamente la pregunta cuando el motor se encendió y rugió. Mis manos se aferraron a la parte trasera del asiento para sujetarme y no dar de bruces contra el suelo. Puede que él pudiese curarse a una velocidad sobrehumana pero yo no.
—¿Un punto débil?
El rubio asintió y se incorporó a la transitada carretera. Exhaló un suspiro prolongado antes de agarrar el manillar con una mano para sostener una de mis muñecas con la otra. Pasó con lentitud mi brazo hasta que rodeó su cintura. Entendí el mensaje y terminé cruzando los brazos en su vientre, presionando la cabeza contra su espalda.

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Dark Clak [✓]
Bilim Kurgu02#Héroes. Peligroso, insensible, violento, interesado, maqueavélico, pedante, repudiado por su propia naturaleza. Un ser impredecible y potencialmente despiadado, sin ningún tipo de remordimientos. Y no obstante, el único capaz de evitar que el ca...