006| Amenazas.

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Introduce un poco de anarquía, altera el orden establecido y todo se volverá caos. Soy un agente del caos —El Joker. 

—¡Emma!

Stuar corrió hacia mí y conforme se acercaba el espanto iba en aumento en su expresión. Cuando llegó a mi altura me sostuvo por los hombros con suavidad, pero eso no impidió que un relámpago de dolor recorriese mi maltratado organismo.

—¿Qué te ha pasado? —Demandó saber mientras pasaba la vista por mi inflamado rostro encharcado en lágrimas descendiendo por mis ropas ajadas y sucias.

Quise hablar pero solo emití un sollozo extraño.

—Un... un hombre —comencé con dificultad— me robó el bolso. Traté de recuperarlo y me redujo en apenas unos minutos. Quería... quería... —evocar la forma en la que aquellos ojos azules habían brillado extasiados ante mi sufrimiento me hizo temblar de nuevo —propasarse conmigo. Él... me tumbó en el suelo... me tocó —el recuerdo de sus dedos en mi piel y la brusquedad con la que arrancó la cremallera de mis vaqueros no colaboró a la firmeza de mi voz – iba a violarme. Estuvo a punto pero entonces... entonces... alguien intervino. Casi mató a ese hombre y desapareció. Ahora ese criminal está tirado inconsciente, debatiéndose entre la vida y la muerte en ese callejón.

El chico escuchó mi historia en silencio con preocupación.

Una vez que terminé se dedicó a tranquilizarme mientras marcaba el número de urgencias. Permití que avisara a la policía pero me negué en rotundo en presentarme yo misma en la comisaría. Necesitaba relajarme antes de enfrentar a mi padre en semejante estado.

Me sentía como una completa estúpida. Una inepta. Incapaz de valerme por mis propios medios. Había permitido que aquel sujeto tomase el control de la situación. Me rendí abandonándome a su merced.

¡Era una idiota mayúscula!

—Por favor —pedí con la súplica patente en mi voz— no puedo... necesito unos instantes. Sácame de aquí. Solo un par de minutos.

Stuar terminó cediendo y con paso lento, cargando él con las pertenencias que finalmente había recuperado, me escoltó hasta la vivienda donde residía.

—Creo que vamos a tener suerte —murmuró— mi compañero no suele aparecerse mucho por casa y a juzgar por el silencio que se aprecia dudo seriamente que se encuentre dentro.

Dejó caer las llaves en una diminuta mesa al inicio del pasillo y me condujo hasta un amplio salón. Suspiré agradecida una vez que pude sentarme y hundí el rostro entre mis manos. Aún me dolía todo el cuerpo y la presencia fantasma de sus manos no cesaba.

Dudaba seriamente que alguna vez pudiese olvidarme de aquello.

Ante mi inmovilidad Stuart comenzó a hablar.

—Te traeré hielo para la mejilla y seguro que tengo algo en el botiquín para las heridas que tienes en las manos. Quizás encuentre algún analgésico para el dolor, ¿dónde estarán? —sus palabras fueron cada vez más lejanas— ¿Tienes hambre? Buscaré algo para comer.

Con la respiración irregular por el llanto volví a suspirar.

Un par de minutos después el chico volvió a intentar en la habitación cargado con una decena de cosas diferentes.

—Gracias —formulé llevándome el vaso de agua a los labios y aceptando la pastilla contra el dolor. Tragué con dificultad antes de presionar en sobre mi mejilla hinchada los guisantes congelados— De verdad. Te agradezco que hagas esto.

El jugador de lacrosse movió la cabeza con rotundidad.

—Bobadas. Ha debido ser horrible, no es tan malo que te mime un poco. Y... ¡adivina que he encontrado! —Una amplia sonrisa arrugó el rostro del muchacho que descubrió un par de prendas femeninas— Las he encontrado por ahí. Si te soy sincero no tengo ni la más remota idea de quién es la chica a la que pertenecen —frunció el ceño mirando intrigado la tela que sostenía entre sus dedos - ¿De Brenda?¿De Allison quizás? No... Allison jamás llevaría una sudadera amplia. ¿Caroline? ¿O serán de Susan? Joder...

Dark Clak [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora