035| Asesino.

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Soy un asesino, un bastardo asesino. Y existen consecuencias por romper el corazón de un bastardo asesino —Bill (Kill Bill: Volume II) 

 Y existen consecuencias por romper el corazón de un bastardo asesino —Bill (Kill Bill: Volume II) 

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No llegué a cerrar los ojos en toda la noche.

La tormenta finalmente había amainado y el torrente se había convertido en una lluvia fina, apenas perceptible. No sé cuanto tiempo exacto hubo transcurrido desde que la electricidad había vuelto y ese desconocimiento me fastidiaba.

 No sé cuanto tiempo exacto hubo transcurrido desde que la electricidad había vuelto y ese desconocimiento me fastidiaba

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Miré por encima de mi hombro donde Emma dormía profundamente. Su cuerpo pálido y desnudo se encontraba tapado de forma parcial por las sábanas oscuras y su cabellera de salvajes ondulaciones se esparcía por su espalda y la almohada.

Descansaba en una posición extraña, bocabajo y con los brazos metidos por debajo del cojín. Sus labios entreabiertos, su ceño relajado, su expresión sosegada le otorgaban un aspecto indefenso, débil e inconsciente.

Sobre su piel blanca destacaban unos hematomas cada vez más evidentes con mi firma que se propagan de manera irregular por los rincones de su anatomía. En algún punto dejé de ser delicado. La marca de mis dedos se encontraba grabada por sus muslos, así como en su cintura o espalda. Tenía marcas de succión de un evidente tono violeta en el cuello y aunque no podía verlo debido a su postura; no eran los únicos.

Mi brazo se movió con conciencia propia y antes de racionalizar la acción, me encontré a mí mismo apartando los mechones de su rostro. La textura de su piel era casi adictiva y en el instante que las yemas de mis dedos entraron en contacto con su pómulo fue endiabladamente difícil alejarse. Repasé la cicatriz de su mejilla. Esa herida con la que la marqué hace ya un tiempo.

Ahora aquella insensata, curiosa e irritante criatura que se las había ingeniado para resquebrajar mi capacidad de auto control y mi aprecio de la soledad, se encontraba impregnada de mi aroma hasta las profundidades de su epidermis.

Pensar en la decante locura carnal de la noche poco colaboraba a mis intentos por mantener la mente fría. Recordar en como se sentía perpetrar en su cuerpo, saborear el instante en el que finalmente sucumbió, despertaba reacciones no ventajosas: como una creciente erección.

Dark Clak [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora