011| Normas.

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La venganza sólo sirve para eternizar las enemistades en el mundo; el placer fútil que nos causa, va siempre seguido de eternos arrepentimientos. 

—¿Ayu-ayudarme? —la perplejidad relució en mi tono. Sentí como se me secaba la lengua de la impresión y mis cejas se juntaban con creciente desconcierto.

Dark Claw pareció divertido ante mi completo estupor. Con lentitud sus dedos me liberaron, de tal forma que mis brazos quedaron de nuevo a ambos lados del tronco. Quise hablar, pero no se me ocurrió una frase capaz de sintetizar todos los pensamientos que acuciaban en mi mente.

—Cierra la boca, reina —moduló con sorna y deleite. Con un movimiento rápido me golpeó la mandíbula antes de que una de las comisuras de sus labios se elevase en una sonrisa retorcida— Sí, ayudarte. No por altruismo, claro está. Como ya he dicho, me aburro y tus enredos parecen cuanto menos entretenidos. Pero si en algún momento estos me agotan también, me iré, así de simple.

—¿Lo que ganas es puro entretenimiento? —me crucé de brazos. Había empezado a temblar debido al frío y la humedad que se filtraba hasta la profundidad de mi esqueleto.

El extraño hombre mitad gato asintió con un lento movimiento de la cabeza. Era sorprendente como el más mínimo gesto era ejecutado con impactante gracia, como si contemplara el comportamiento de un majestuoso felino.

—Soy un ser completo —batió los hombros con indiferencia— no trates de comprenderme. Soy mucho más inteligente que cualquier ser humano.

—Eso significa que no eres humano... entonces, ¿qué clase de engendro eres?

Una carcajada ronca hizo vibrar sus cuerdas vocales.

—Engendro. Bonita palabra —entonces su mirada se ancló en la mía y el frío que padecía dejó de parecerme el mayor de mis males— primera regla, reina: no hagas preguntas tontas e intrascendentes.

Presioné los labios meditando mis opciones. Estaba claro que era un demente, un psicópata peligroso que había decido usarme como medio de entretenimiento. Pero era una oportunidad para llegar al fondo del asunto que me traía entre manos.

Me tragué las palabras y asentí con docilidad aunque internamente ideé al menos cinco ingeniosas salidas a aquella regla innecesaria, tonta e intrascendente, obvio.

Empezó a caminar sin preocuparse lo más mínimo de que siguiese sus movimientos, simplemente dio por hecho que imitaría sus acciones como una niña obediente y sumisa. Dudé antes de avanzar yo también, a través de la intensa lluvia que seguía inundando las calles de aquel delicado barrio residencial.

—Debo admitir que el hombre que buscas es ligeramente más astuto de lo que cabría esperarse. No dejó nada al hacer la noche de la ejecución. Fingir un atraco era una buena forma de salir airoso y tener el tiempo suficiente como para secuestrar a su siguiente víctima —aquel ser comenzó a hablar con una desapego vomitivo. Tan solo una ligera admiración por el trabajo bien hecho era detectable en su grave voz— Pude ver los instantes previos antes de que apretase el gatillo. No se lo esperaba, la crédula mujer incluso se reía durante los que fueron sin saberlo sus últimos momentos respirando.

—Entonces... —pronuncié con la voz gangosa. Estaba tiritando imperceptiblemente por debajo de la gruesa tela de la gabardina y tuve que hacer grandes esfuerzos para que no se percibiese como se castañeaban los dientes— yo tenía razón. No fue un mero atracador... fue calculado a sangre fría. Quería matarla y secuestrar a Joshua.

Sus ojos bicolor me escrutaron unos instantes antes de volver la vista al frente.

—Tienes instinto para estas cosas. Ven —fue una orden tajante que me pilló desprevenida.

Dark Clak [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora