027| Hueles a él.

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«Would you die for me?.... That's too easy. Would you live for me?»

Aún estaba conmocionada. Era incapaz de desprenderme de la cara de Brett en el momento en el que titubeó. Parecía tan... confundido. Segundos después un extraño que nos arrastró al callejón le voló un hombro y tan siquiera podía saber en que estado se encontraba.

Sacudí la cabeza sintiendo como las ganas de gritar se apelmazaban en mi garganta. Necesitaba estallar. Deseaba estallar. Pero temía las consecuencias.

Tras convencer a Stuart que me encontraría bien mis pies tomaron un rumbo que conocía demasiado bien y antes de poder racionalizar la magnitud y el motivo de mis actos me encontraba empapada de pies a cabeza frente a la puerta de Alexander Geller.

La lluvia caía sin descanso sobre las silenciosas calles de Seatle y en algún lugar de aquella inmensa ciudad había un gato lamiéndose las heridas.

Mis dedos tantearon involuntariamente el arañazo que tenía en la mejilla y un escalofrío escaló desde la punta de mis pies hasta el último cabello de mi cabeza.

Alex no tardó mucho en abrirme la puerta.

—Emma... —sus ojos me recorrieron. Debía presentar un aspecto lamentable con la ropa apelmazada y húmeda colgando de mi cuerpo que no cesaba de tiritar. Por el contrario él estaba tan perfecto como siempre. Acababa de ducharse, porque tenía el cabello rubio mojado y tan solo llevaba una toalla en las caderas.

Me sorbí los mocos de una forma poco elegante.

—¿Así abres la puerta? —quise bromear pero la voz me falló a mitad de la frase.

—Entra —ignoró mi comentario y se hizo a un lado. Suspiré cuando el calor de la estancia remitió mi incontrolable temblor— No deberías caminar bajo la lluvia, ¿algo va mal?

Negué con lentitud.

Hablar del asunto haría que este fuese demasiado real. No estaba preparada para que fuese real. Observé el interior de aquella casa, tan pulcramente ordenado como siempre. La música clásica inundaba hasta el último rincón y la chimenea encendida era la guinda perfecta que armonizaba el conjunto.

—¿Seguro que te encuentras bien? —me tomó el rostro congelado entre las manos y su pulgar me tanteó el labio inferior— Sabes que puedes contarme lo que sea.

—Estoy bien... algo cansada, llevo días sin dormir bien. Además, me moría de ganas de verte. Tan solo nos hemos visto en clase y yo... —enrojecí ante el rumbo de mis pensamientos. No había forma decente de explicar lo que se me cruzaba la mente.

Alex sonrió y acomodó su frente sobre la mía.

El aroma a jabón viajó a mis fosas nasales y el calor que su cuerpo desprendía fue mitigando el frío que atormentaba al mío. Toda su presencia se convirtió en un bálsamo en aquellos momentos.

—Yo también te echaba de menos, Emma —me besó la nariz y fue bajando hasta que sus labios se encontraron con los míos. Su boca abrió la mía con suma facilidad y se me aflojaron las rodillas cuando su húmeda lengua se paseó por mi paladar. Temblé pero esta vez no fue por la ropa mojada— La última vez que estuvimos a solas nos interrumpieron. ¿Quién era ese tipo?

Cerré los ojos con fuerza.

—Nadie —mi voz salió algo afectada— No es nadie.

—¿Seguro? —ahora su mano bajó por mi cuello y apartó mi melena empapada. La piel sensible y erizada recibió con gusto sus caricias— Vi como te miraba.

Dark Clak [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora