030| Confianza.

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Por problemas técnicos los tenéis hoy: disfrutad.

Toda mi vida, me sentí como un animal. Ignoré mis instintos. Ignoré lo que realmente soy. Y eso nunca volverá a suceder —Logan.

Igual que la vez anterior el mundo pareció desaparecer a mi alrededor. De pronto no tuve ni idea de donde me encontraba o quien, me sumí en un extraño cortocircuito que escaló desde lo más profundo de mi ser y se fui diseminando por mi sistema hasta acallar la parte racional y sensata de mi ser.

La mano que tenía enredada en mis cabello sujetó un buen puñado de éste, utilizándolo para tirar de mí. Se movió con la agilidad y sutileza que lo caracterizaba, echándome hacia atrás en el sofá hasta que mi espalda se presionó contra el respaldo y él se encaramó en el sillón, generado una proximidad peligrosa entre nuestros cuerpos.

Sus labios se abrían paso posesivamente en mi boca con un frenesí y pasión tan voraces que mi propio estómago se encogió ante la cruda necesidad que denotaba aquel beso vertiginoso. Mi cuerpo empezó a tomar conciencia propia, alzándose por su cuenta y riesgo hasta rodear su cuello con los brazos y pegarme más a él.

Liberé una gran cantidad de aire por las fosas nasales en el instante que se distanció, tan solo unos segundos, antes de retomarlo allí donde lo dejó. Su pulgar se deslizó con suma lentitud por mi mandíbula y fue descendiendo con cuidado por mi cuello. Su toque era delicado, contrastando con la violencia e intromisión de su lengua en mi cavidad bucal.

Su otra mano se arrastró por mi espalda y me guió hasta que quedé sentada a ahorcajas sobre él, con los muslos presionando sus delgadas caderas.

Un ruido ahogado sin apenas coherencia abandonó mis labios cuando se vieron desprovistos de aquel roce eléctrico que me arrastraba más y más hacia territorios inexplorados. Hundí los dedos en su tersa melena rubia y tiroteé de los mechones en el momento que su boca se detuvo sobre mi clavícula.

Ya no sabía lo que estaba bien o estaba mal y una parte, egoísta, oscura y traviesa, no quería planteárselo. Ya tendría tiempo para plantearme aquello más adelante. Su lengua se paseó por mi piel con suma lentitud e incluso empleó sus dientes consiguiendo que emitiese vergonzosos jadeos de vez en cuando.

Volvió a mis labios y mordió el mismo lugar que anteriormente había perforado con sus garras consiguiendo que volviese a manar sangre de la herida. Lamió con mesura aquel líquido rojizo y el beso se volvió más agresivo y entonces... entonces...

Brett se separó de golpe.

Su pecho subía y bajaba con enorme rapidez al compás de su agitada respiración. Me encontré frente a dos ojos felinos de color ámbar casi dorado que relucían con un brillo salvaje y desenfrenado. Tenía el labio inferior impregnado con mi propia sangre y sus iris convulsionaron en un remolino de colores vibrantes hasta adquirir nuevamente sus dos iris dispares. Azul y marrón.

Tenía las pupilas enormes.

—Emma...

Mierda. Por todos los demonios del infierno.

Nadie jamás había pronunciado mi nombre en un susurro más provocador y morboso que dinamitó mi mente. Fue como una explosión de una central nuclear que lanzó por los aires mis ideas y firmes pensamientos.

¿Cómo podía anularme de semejante manera? ¿Por qué?

—Yo... —tartamudeé. Mi propia voz me sonó ajena, pastosa y demasiado torpe— yo...

Seguía subida sobre su regazo a una distancia que no tenía lo más mínimo de prudencial y mis posibilidades de escapatoria eran nulas si no quería saltar del sillón. Estar sobre sus piernas también me dejaba percatarme de un detalle que evitaba que el rubor de mis mejillas remitiese. Estaba sobre su... ¡y madre mía cómo estaba semejante bicho!

Dark Clak [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora