EXTRA 001|Reencuentros.

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"I am the monster parents tell their children about at night" - Locki.

Nota mental: no ver una película de miedo por la noche.

Me regañé mentalmente por la paranoia que se había introducido bajo mi piel y alborotado mis pensamientos por una estúpida historia. Había vivido cosas más surrealistas y terroríficamente reales y ahora saltaba si mis pies crujían demasiado sobre el suelo.

—Solo está en tu cabeza —amonesté en voz baja, cerrando la puerta del baño detrás de mí.

Estaba sola en el apartamento, para variar. Mi padre se encontraba trabajando, sumido en un nuevo caso y hacía una semana entera que no tenía noticias de Brett, lo que, en sí, no era una novedad. No solía justificar sus ausencias ni notificarme sus planes. Era un gato callejero con completa libertad y no disponía del aplomo necesario para entrometerme en eso.

Quiero decir, ¿qué entendía yo de ser un híbrido? ¿De haber sido torturado durante años por la persona que se hacía llamar tu padre? Ese hombre había muerto, pero al parecer, su sombra no había abandonado el alma de Brett.

Presioné los labios, mirándome en el espejo y no pude más que suspirar.

Tanteé con los dedos la casi inexistente cicatriz de mi mejilla, sintiendo un pinchazo en las profundidades de mi pecho. Sacudí la cabeza, inflando el pecho con una amplia y penosa respiración.

Nada que una ducha a las tantas de la madrugada no pudiera arreglar.

Al menos no me había refugiado en la comida.

Abrí la llave del agua que empezó a caer, rellenando el pesado y pastoso silencio que reinaba en la soledad del piso. Dejé el móvil sobre la repisa del lavaba con la música bien alta. No debía preocuparme por incordiar a los vecinos. Incluso ellos tenían mejores y más apasionantes planes que yo un sábado por la noche.

Me deshice del pijama, introduciéndome bajo el chorro de agua caliente. Durante unos segundos me quedé pillada, en trance, permitiendo que la presión se aflojase un poco, alejando mis pensamientos de lo complicado que era querer a un híbrido y, sobre todo, de mi infundado miedo por la película.

Una sensación que pasó de ser soportable a abrumadora cuando un estruendo retumbó en algún punto de la casa. Me tensé, de inmediato, aguzando el oído, con el corazón latiéndome bruscamente.

No se repitió.

¿Me lo estaba imaginando todo?

Quizás... no, no podía ser.

Apreté los dientes cuando esa idea volvió a formarse de mi mente, no satisfecha por mi poco sutil modo de ignorarla. Me pasé las manos por la cara, apartándome el cabello empapado. Dentro de la enorme sarta de estupideces y desvaríos que Morris soltó... parte era real.

Estaba enferma.

No era grave, con la medicación adecuada y siguiendo las prescripciones médicas, no degeneraría a lo que mantenía a mi madre enclaustrada en un psiquiátrico.

O al menos eso me repetía incansablemente desde que conocí el diagnóstico hace un par de días.

La bombilla del baño parpadeó, arrancándome de mis cavilaciones.

Dispuse del tiempo suficiente de alzar la cabeza antes de que volviese a fallar, apenas unas milésimas de segundo. En el reducido lapso de tiempo de oscuridad se las ingenió para darme un susto casi mortal.

Solté un chillido digno de una protagonista de film de terror y retrocedí por la brusquedad de su aparición, con la mala suerte de resbalar sobre el plato mojado de la ducha. Me habría roto la crisma si no me hubiese atrapado por la muñeca.

Dark Clak [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora